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Actualizado: 29 may 2023 / 06:37 h.
  • La Virgen del Rocío durante su recorrido procesional. / Hermandad Matriz de Almonte
    La Virgen del Rocío durante su recorrido procesional. / Hermandad Matriz de Almonte

Un año más, la Virgen del Rocío salió al encuentro de las miles de personas que la esperaban en las arenas de su aldea.

Este año, tras vivir en el pasado la rotura de una de las mesas del paso, la Hermandad Matriz se propuso poner algo de orden y control durante la procesión, al menos al principio de ésta, que es cuando se viven los momentos de más tensión.

Antes de que las campanas señalasen las doce de la noche, miembros de la Guardia Civil crearon una zona libre de personas en la explanada delantera del Santuario. Gracias a ese inmenso pasillo, las hermandades filiales hacían su saludo de una forma cómoda y acelerada.

En el interior del Santuario también creaban los almonteños, esta vez vestidos con camisas y polos de color caqui, un pasillo justo por la nave central. Los que no estaban controlando este carril se encontraban agarrados a la reja.

Seguían pasando simpecados y el murmullo y la tensión iban subiendo. Poco antes de las dos de la mañana comenzaron los primeros amagos, que fueron sofocados por los propios almonteños y con la ayuda de los santeros.

Fueron varios los intentos infructuosos de saltar la reja, pero a las 2:55 horas todo cambió. En ese instante, varios almonteños consiguieron trepar y salvar la reja que los separaba de la Virgen del Rocío. Todavía quedaban más de diez simpecados por pasar, pero la gente de Almonte no podía esperar ni un segundo y fue a su encuentro.

El Simpecado de la Matriz aceleró y adelantó al resto de hermandades que quedaban por hacer el saludo. La hermana mayor llevó el Simpecado al altar y la Virgen comenzó a moverse por el interior de la ermita.

El orden caótico volvió a imperar
Almonteños con la Virgen. / Hermandad Matriz de Almonte

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, pero la Virgen no salía. Parecía que no quería salir, pero la realidad es que todavía había un par de simpecados de hermandades haciendo el saludo. Fue cuando abandonó la Hermandad de Pilas la explanada delantera del santuario, llena de fieles que rompieron el cordón policial, cuando la Virgen decidió salir al encuentro con sus devotos.

Los almonteños hicieron una especie de cinturón de seguridad alrededor del paso para que los hombres que portan a la virgen puedan trabajar de la manera más cómoda posible, pero al igual que ocurrió con el cordón policial, no sirvió para nada.

La procesión de la Virgen del Rocío es única porque se sale de todos los cánones organizativos que cualquier persona tiene en su cabeza. El orden caótico volvió a imperar.