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Actualizado: 18 mar 2023 / 14:18 h.
  • Arcángel, un invitado de honor

Junto al Quinteto Totem Esamble y la guitarra clásica de José María Gallardo del Rey, responsable también de los arreglos y la dirección musical, el cantaor onubense Arcángel presentó ayer en el Teatro Maestranza ‘Bel Cante’, un recital experimental, en el que canta a la manera flamenca un repertorio de temas significativos de la ópera y la zarzuela.

“Más que demostrar lo que soy capaz de hacer, con esta obra lo que quiero es mostrar el respeto que siento por esas otras músicas”. Fue la forma en la que Arcángel, que salió al escenario vestido con un riguroso traje negro, le contó al público, al término del recital, la motivación que le ha llevado a cantar temas que se alejan del género del flamenco y le obligan a salir de su zona de confort. No es la primera vez. Con la Accademia del Piacere entabló también un hermoso diálogo con la música barroca que se plasmó en el disco ‘Las idas y las vueltas’. Pero aquí, con la inquietud y valentía que le caracterizan, ha dado un paso más para asumir el papel de tenor, cantando temas operísticos que, si bien él les imprime los quejíos y melismas propios del flamenco y se han arreglado para ser traducidos al español, se ajustan al esquema melódico original.

Con ello, aunque no haya sido su intención original, demuestra sus grandes dotes vocales, a la altura de cualquier cantante lírico. El mismo José María Gallardo del Rey lo reconoció abiertamente cuando, en un momento del espectáculo, nos contó cómo había tenido que recurrir a la cejilla -un instrumento que en la guitarra clásica no se utiliza- para adaptarse a los tonos altos a los que Arcángel es capaz de llegar, a quien le dijo que no sólo no era un intruso, sino que era “un invitado de honor”. Y lo que es más importante, con esta obra Arcángel demuestra también que para ser una figura del cante flamenco hay que tener un gran dominio de la voz y un oído exquisito. Algo que, aunque parezca elemental, a veces parece no tenerse en cuenta a la hora de valorar a los artistas flamencos.

Tal vez para dejar eso sentado Arcángel decidió comenzar cantando a palo a seco, en un extremo del escenario bajo una luz cenital, una toná cuya letra recoge el carácter lírico y la carga trágica del flamenco. Aunque a partir de ahí este género solo estuvo presente en los quiebros de su voz y las florituras vocales que su cante imprimió a temas operísticos y de zarzuela como ‘Bella Enamorada de El último romántico’ de Reveriano Soutullo (1880-1932), Juan Vert (1890-1931) ,‘Pasodoble de El Gato Montés’ de Manuel Penella (1880-1939) , ‘Romanza de Leandro de La tabernera del puerto’ de Pablo Sorozábal (1897-1988) , ‘Adiós a la vida de Tosca’ de Puccini, o ‘Una furtiva lagrima de L’elisir d’amore’, de Donizzeti, entre otros, que a juzgar por los cálidos aplausos al término de cada uno de ellos hicieron las delicias del público, que casi llenó el aforo del Teatro de la Maestranza.

En algunos temas el compás flamenco estuvo también presente, gracias a la brillante percusión de Lito Mánez. En ese sentido cabe destacar la ‘Canción del Fuego Fatuo’ de la obra El Amor Brujo, de Falla, todo un regalo ya que no estaba contemplado en el programa y que, como era de esperar, Arcángel bordó con su voz portentosa. Al igual que ‘Votre toast, je peux vous le rendre’ de la ópera Carmen de Bizet que el público palmeó sin complejos.

A esas alturas Arcángel había demostrado con creces que puede cantar lo que le echen, aunque todo ello no hubiera sido posible sin los arreglos de José María Gallardo Del Rey y Jesús Cayuela, la dirección musical de Isidro Muñoz, los violines de Vladimir Dmitrienco y Luis Miguel Díaz Márquez, la viola de Jerome Ireland, el violonchelo de Nonna Natsvlishvili y el contrabajo de Francisco Lobo, un exquisito quintento que acompañó al maestro del cante con suma maestría.

Y para terminar, y tras la cálida ovación que el público le había dedicado, Arcángel salió de nuevo al escenario acompañado de José María Gallardo Del Rey tras agradecer la paciencia y el respeto con el que el público había participado con él del experimento musical que acababa de brindarle, cogió la guitarra para dedicarle unos sentidos fandangos de su tierra alosnera que acabó con la sevillana de Pareja Obregón ‘Que también es de Sevilla’ que volvió a dejar muy alto el pabellón del cante.