Un viaje al país de la comedia de la mano de un cómico tan cautivador como divertido. Es lo que nos propone este singular monólogo, a caballo entre el clown y el humor de lo absurdo, con el que su protagonista, Fabiolo, instala la carcajada en el patio de butacas con aparente facilidad, aunque encierra una buena dosis de maestría y dominio.
El texto parte de una premisa un tanto absurda: un pijo madrileño viaja a los países árabes para dar clases de tenis a la hija de un jeque. Claro que de eso no nos enteramos hasta que Fabiolo nos deja clara su condición de pijo con una presentación un tanto larga y sosa. Pero cuando parece que la risa se va a quedar en suspenso, la dramaturgia da un giro de 180º y el intérprete nos sorprende con toda una gama de recursos interpretativos, incluidos algunos números de malabares que convierten pelotas y raquetas en objetos espectaculares. Con ello coge desprevenido al espectador y lo deja con la boca abierta.
Pero ésta no es la única baza del intérprete para cautivar al respetable. Porque, aunque el periplo por las tierras de las 'Mil y una noches' es tan disparatado como inverosímil, da pie al cómico para interpretar e imitar a una serie de personajes en los que podemos reconocer a figuras populares de nuestra realidad actual, como el rey Don Juan Carlos, o el presentador Boris Izaguirre, entre otros. Y no contento con eso, nos regala también algunos números musicales repletos de vis cómica, y en el último acto se transforma en un cuenta-cuentos con acento árabe que eleva los chistes a la condición de narrativa popular.
De esa manera Rafa Maza, a quien la dirección de Joe O’Curneen, Víctor Carretero y Práxedes Nieto marca un ritmo vertiginoso, no deja de sorprendernos con una impecable y magistral expresión corporal, una encomiable versatilidad y un auténtico dominio de las técnicas malabares y las de la imitación. Lástima que el final resulte un tanto disperso y precipitado.