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Actualizado: 06 ene 2023 / 12:54 h.
  • Simetría especular en los arrozales de las Marismas, Fotografía de Clemente Delgado
    Simetría especular en los arrozales de las Marismas, Fotografía de Clemente Delgado

¿Se puede vivir dentro de una foto? Esta es la pregunta que nos hizo el consagrado fotógrafo Clemente Delgado cuando entramos en su exposición y nos encontramos ante unas imágenes que creemos que no son reales, que existen sólo en nuestra imaginación, o que somos nosotros los que en esos momentos no estábamos la plaza del Cristo de Burgos o de S. Pedro, de Sevilla, sino en esas planicies que parecen extraídas de películas de ciencia-ficción (y no sólo de la excepcional “Isla Mínima”), o realizadas en cualquier país asiático : Camboya, Tailandia, Laos o Vietnam, ... si no fuera por el caserío específico de estos lugares del Sur, que nos dicen que estos parajes agrestes, estos campos de arroz, flora y fauna específica, no pueden ubicarse en otro lugar del mundo como no fuera en las cercanías que se ubican en las infinitas planicies que conforman las Marismas de Las Islas Mayor y Menor, ....

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Tablas y canales del arroz en la época de crecida.

La respuesta a esta pregunta, en realidad una invitación que hace el autor a todo aquel que se acerque hasta el día 26 de enero a su exposición en el COAS (Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla),

para que formemos parte de esas imágenes, no tiene más remedio que ser afirmativa.

En realidad él no necesitaba hacernos esa pregunta, porque ya desde el atrio de entrada y la cristalera y rejas de la entrada, estábamos dentro de ese territorio que va más allá de la visión de nuestros ojos para alcanzar parte de nuestra memoria ancestral.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Un instante de luz entre las nubes, la laguna, el caserío y el cielo marismeño.

Paisajes intuidos o vividos que delimitan la gran superficie -30.000 hectáreas contando con la Isla Menor- que conforman el mayor arrozal de Europa. Una isla fluvial, pues, formada entre los ríos Guadalquivir y su afluente el Guadalimar, en el antiguo brazo de los Jerónimos. Un espacio al que hay que remontarse a 2.000 años de antigüedad para comprender su estructura actual, cómo han llegado a nosotros esos caminos laberínticos hechos de agua, de floresta y fauna estacional, sometidas a los cambios estacionales, divididas por las “tablas” que forman esos humedales que se remontan al mar que formaba el lago Ligur, a la salinidad de un terreno baldío, que ha habido que “domesticar” para hacerlo crecer en ebullición, esperar los ciclos de la Naturaleza, seco, inundado, en barbecho, casi desértico o poblado por los centenares de especies de aves que nidifican y se alimentan allí.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Surcos profundos de la tierra y matorrales en época de secano o de sequía extrema en primer plano, línea altísima del horizonte y espectaculares o escultóricas nubes al fondo.

Clemente Delgado conoce esas planicies, esos espacios que parecen no tener fin, donde el cielo y la tierra se integran, donde los caseríos dispersos, las edificaciones características y los poblados cercanos forman un cosmos apenas perceptible con los sentidos o precisamente captándolos de manera ultrasensorial.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
La cosecha en todo su esplendor, la arquitectura industrial y humana, los contrastes lumínicos, cromáticos, perceptibles en la variabilidad lenta o rápida del cielo.

Dora, Colinas, Escobar, Rincón de Los Lirios, Alfonso XIII, El Puntal, Veta de La Palma, tantos y tantos otros lugares que han dejado exponentes arquitectónicos -vigentes en la actualidad- y que en sí mismo forman un tipo de arquitectura agrícola y rural desde que empezó a construirse por ingleses y valencianos a partir de los años 20 y 30 del siglo XX, por colonos y pobladores que se van asentando en estos terrenos de belleza sublime, enigmática, infinitamente variable cada día, estaciones del año, ...Luces que Clemente Delgado y su sensibilidad para captarlos refleja para que vivamos dentro de sus fotografías que ha pedido prestada a los seres mágicos que en ellas habitan, porque estos paisajes, sólo se viven si se sienten, si nos estremecen, si nos llevan más lejos del horizonte, de las nubes, de los reflejos, de los secretos del agua y de la tierra, de los sonidos.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Los caminos entre los humedales en barbecho, los claros de la lluvia, los fondos vegetales llenos de vida bajo las láminas de agua. La unidad de la tierra, la arquitectura, el celaje y la presencia humana oculta.

Me hubiese encantado escribir sobre las texturas de sus fotos, la plasticidad que tienen, los planos, las casas regionalistas o las instalaciones en forma de bóveda de cañón peraltada, en lo que fue este lugar con tanta historia pausada. He preferido compartir con vosotros esta experiencia que significa el vivir allí a través de sus fotos.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Naves, silos, almacenes, surcos, antropología, naturalismo: las pantallas escenográficas que han capturado las luces del Edén.

Siempre he pensado que hay tantas maneras de hacer fotografías, como personas las hagan y que si en Arte no se puede generalizar, mucho menos en fotografía, porque es lo vivo y directo lo que tenemos por delante. En el caso de Clemente Delgado y de esta exposición, las lagunas, casas, fauna y flora autóctonas de este enclave del Sur y la Naturaleza son las que mandan.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Diagonal espectacular donde pueden compararse restos del pasado con la modernidad, el agua y la tierra, la vida del pantano, de la manigua domesticada alrededor de localidades cercanas, tan sólo a 40 Km. de Sevilla capital.

Cierto que cada fotógrafo lo que pretende muchas veces –como hace C.D.- es que intuyamos los habitantes de ese espacio que se pierde en la lejanía y el silencio profundo donde parece que se ha detenido también el tiempo.

Más cierto es que la iluminación –siempre en Clemente Delgado natural- va a concretar o alterar nuestra percepción o impresiones primeras por el ángulo, la inclinación de la cámara, la altura en la que se sitúe, el plano que delimite el encuadre, el formato que utilice, la línea del horizonte que se escoja, las (a)simetrías y todo lo que define la composición ajustándose a las formas. También, el material poroso o brillante donde se plasmen.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Palmeras, acebuche, hinojo, castañuelas, armajos, saladillos o sosas, las edificaciones abovedadas, de tres y una sola nave, la evidencia de los cultivos, la Naturaleza, la Civilización.

Geometría pura como el esqueleto subjetivo –porque no somos conscientes ante el deslumbramiento que nos produce tanta belleza. La de los campos de arroz, los parajes de lo que no se ve pero está, como el aire, el frío, la humedad, el calor, la rasante del mediodía, los estadíos de la tarde, todo lo que conforma la paradoja de una variabilidad milenaria que semeja inmóvil.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Cercanía y lejanía, las huellas del agua, la memoria de los árboles, las casas, los residentes.

Las Marismas, esa invención que no puede sentirse salvo por los que las han vivido si quiera de paso y se hayan impactado por sus colores, su planicie, la armonía, su música secreta, los secretos que alberga, nos llevan de la mano de Clemente Delgado dentro de ellas y puede que ya incluso no quisiéramos salir, porque lo que queremos es efectivamente quedarnos a vivir dentro de esos paisajes o de esas fotos.

Clemente Delgado traslada hasta el COAS las Marismas de Sevilla
Aspecto de la sala de la planta baja del COAS con las fascinadoras perspectivas de Clemente Delgado.

En todo este complejísimo mundo de las Marismas, donde la realidad y la fantasía se mezclan, hay fotógrafos analíticos, conceptuales, surrealistas, minimalistas, gestuales, rigurosos, espontáneos, ... porque ella misma es un modo de expresión. Clemente lo pone difícil desde este punto de vista, porque es analítico, es minimalista “magnificando” el espacio, es conceptual y a veces hasta surreal porque esos paisajes parecen suspendidos en el aire o en el tiempo. El fotógrafo también puede fijar su “instantánea” en cualquier soporte aunque él sigue fiel al papel y a los revelados. En cualquier caso todo eso que ha pasado delante de su imaginación y de sus ojos, no lo ha visto sólo con su capacidad de visión, sino con la cámara que lleva en su mente y por eso mismo, sus imágenes nunca pueden ser el resultado de un “instante” sino de mucha observación interiorizada para exteriorizarla después para nosotros.

Por así decirlo, lleva unas gafas externas o unos implantes internos para aumentar o reducir, alejar o acercar, difuminar o “nitificar” y que están a disposición de los que vayan a su expo, o in situ, a esos caminos que tantas cosas nos cuentan de jornaleros, empresarios, aperos de labranza mecanizados hoy; de las cigüeñas negras, las águilas imperiales, los flamencos, patos, peces, insectos, cangrejos, mamíferos, hierbas, acebuches, juncos, alcornoques, eucaliptos, ...los laberintos oníricos que nos abren una de las Puertas al Paraíso de Doñana a los que nos llevan también los directivos del COAS, entre ellos Cristina Murillo, Juan Manuel Nieto y todo el personal que lo compone. Por todo ello: disfruténla, señores ...y señoras.