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Actualizado: 19 jun 2018 / 16:12 h.
  • La misteriosa obra infantil que los niños no deben leer

No se puede hablar de El mágico libro de los infinitos cuentos sin contar, previamente, un cuento. Un relato que, para colmo, recoge un episodio real. Y que hace que la fantasía, la literatura y la realidad se unan de forma sencilla pero vigorosa en el lugar más fértil que existe, a saber: la mente de un niño. Ese niño se llamaba José Antonio Moreno. Y así se sigue llamando. Porque aunque los años lo hayan convertido en un adulto que entre otras cosas hace libros, su inclinación al asombro y la memoria viva de aquellos años lo mantienen de algún modo preservado en esa edad.

«La historia comenzó porque todos los niños de mi familia –y yo quizá el que más, porque estaba muy unido a ella– estábamos entusiasmados con los cuentos de mi abuela materna, Donata. Ella era una excelente contadora de historias. Y no solo a nosotros sino a todos los niños del pueblo les gustaba escuchar sus historias», recuerda el director de Dimensional Publications & Fantasy. Él nació en Aranjuez, pero se crio con sus padres en Aranda de Duero, Burgos. «Mi abuela era de un pueblecito muy cercano que se llama Zazuar. Siendo yo muy pequeñito, cogí una enfermedad muy grave que casi me muero. Tuve que estar tres meses en cama. Ella me cuidó y todos los días me contaba cuentos. Y había uno en particular que me encantaba a mí y a todos los niños de la familia. En él se refería la historia de un hombre que hace muchos años, allá por el siglo XVII, tenía un libro mágico» del que salían cuentos sin límite. «Y yo siempre le preguntaba: pero abuela, ¿esto sucedió en verdad? Y ella decía que sí, que efectivamente existió ese libro. Entonces, toda mi vida estuve con esa ilusión de ese libro mágico. Y como todas las leyendas tienen siempre un punto de verdad, siempre crecí con esa ilusión. Y un día estaba en Chile –yo tuve allí una empresa hace años–, estaba desayunando en un hotel y recuerdo que había al lado unos señores de por allí que estaban ahí con unos niños y los niños se estaban portando mal. Y la señora decía: como os portéis mal no os voy a contar el cuento del libro mágico. Y yo me quedé así un poquito... Me giré, no sé si vergonzoso, y les pregunté qué era aquello del libro mágico. Y así, hablando, me contó una historia muy similar a la que me había contado mi abuela». Este suceso reavivó su afán, que lo llevó hasta Centroeuropa tras la pista de aquel viejo cuentacuentos, hasta que un día, hallándose de viaje en un pueblo de Alemania, Moreno acabó en una tienda de antigüedades donde había un libro muy viejo que le evocó mucho esa leyenda. En inglés y como pudo logró explicarle su entusiasmo al señor que regía el negocio, quien resultó tener noticia del asunto. «En conclusión: que vi que ese libro pudo haber existido».

Como aficionado a la magia, José Antonio Moreno intentó descifrar el secreto de aquella obra misteriosa y perdida. Y en compañía de su equipo, logró el hallazgo. «Descubrí la única manera que a mi entender permitía que ese libro fuera posible. Ahí es donde decidimos seguir esa leyenda. Puede que el libro original a lo mejor no fuese así, eso nadie lo puede saber. Pero bueno, el efecto que consigue es el mismo».

El relato que la abuela Donata contaba hablaba de un anciano que viajaba con un libro cerrado con un candado, y que cada vez que se abría contaba un cuento diferente. Y así, una y otra vez, sin fin. Con una sola condición: los niños no podían ver su interior, o su magia desaparecería para siempre jamás. Y eso mismo ocurre con El mágico libro de los infinitos cuentos: que los pequeños no pueden ver su secreto. Que es real.

Hace diez años que se creó y ahora vuelve a las librerías. «Lo bonito del libro no es el libro en sí, es lo que consigue», explica su creador. «Nosotros tenemos la fortuna de hablar con muchísimos papás todos los días y es bonito escuchar tantas opiniones maravillosas de lo que el libro ha hecho en sus casas. Ya está creando unas fantasías que estamos convencidos de que van a prosperar en el tiempo. Porque los niños que crecen con este libro crecen con esa ilusión. Y cuando luego sus papás les digan el truco, ellos querrán heredarlo, como ya nos han dicho muchos papás, para hacer lo mismo con sus propios hijos. Y ya son como casi 35.000 hogares que están cada noche pronunciando esas palabras mágicas con sus niños».

Es una obra muy literaria, porque parece un libro del que se hablara en un libro. «Muchísimos colegios, muchos contadores de cuentos, magos profesionales nos han felicitado. Es un libro muy especial». No le han atribuido autor al libro, «porque es la obra de un genio de hace mucho tiempo que yo creo que de verdad existió». Imaginación. Llega, según Moreno, la hora de que los niños cierren los ojos y de empezar a abrir los candados.