Contra viento y marea La Bienal de Flamenco de Sevilla sigue empeñada en celebrar su XXI edición y, aunque con algunas restricciones, cumplir con el compromiso adquirido con nuestra ciudad y con los artistas. En ese sentido continua con el ciclo de flamenco experimental en el marco del Monasterio de San Jerónimo -que culminará el próximo fin de semana con las actuaciones de M de puchero, Califato ¾ y Gualberto- y anda ya calentando motores para dar a conocer la programación durante el mes de septiembre.
Así, el pasado miércoles 26 el director de la Bienal, Antonio Zoido, junto al delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, Antonio Muñoz, convocaron en el Centro Cerámica Triana, sede de la Bienal, al elenco de ‘Extracto de Trilogía sobre la guitarra’ el espectáculo que Rocío Molina estrenará en este festival, si todo va bien, el 6 de septiembre en el Teatro Central.
Como su nombre indica, se trata de una trilogía que parte de la profunda admiración de la creadora malagueña por la guitarra flamenca, a la que quiere dar un papel protagonista, hasta el punto de pretender que su baile, y con él su ego, se diluya en una fusión absoluta con la música. Para ello, cuenta con la sonanta de Rafael Riqueni, protagonista de la primera de las tres obras que componen la trilogía, y las guitarras de Eduardo Trasierra y Yerai Cortés, que protagonizarán la segunda.
Antes de pasar a dar la palabra a Rocío, Antonio Muñoz, tras acordarse del malogrado bailaor cordobés, José Barrios, comenzó señalando que La Bienal de Flamenco de Sevilla, además ser una muestra de la excelencia del arte flamenco actual y proyectar la ciudad de Sevilla debe, “más allá de las producciones individuales de cada artista, propiciar alianzas efímeras entre distintos artistas para alcanzar una producción única”. Es justo lo que nos propone Roció Muñoz, una artista que siempre se ha preciado de indagar hasta marcar un sello propio y distinto en cada espectáculo.
Pero en esta ocasión Rocío busca todo lo contrario porque, según nos contó ella misma, con este espectáculo pretende no entregarse al esfuerzo y la técnica hasta el agotamiento como ha hecho otras veces, sino dirigirse a lo más profundo hasta conseguir que su baile se funda con la música. En ese sentido, según Antonio Zoido, se nota que Rocío admira profundamente la poesía de San Juan de la Cruz, quien también quería aspirar a que su yo individual desapareciera en sus versos.