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Actualizado: 15 ene 2022 / 17:11 h.
  •  Los perdedores también existen

Las claves del éxito son caprichosas y en muchos casos incomprensibles, hasta el punto de que una obra puede llegar a lo más alto y otra, con la misma fórmula y el mismo creador, sufrir un estripitoso fracaso. Tal vez por ello Isabel Vázquez se ha propuesto huir de la sombra alargada de su anterior y exitosa obra, La Maldición de los hombres Malboro, con esta nueva propuesta, que sitúa en primer plano a la figura del perdedor.

No obstante, en cuanto a la producción, con Elena Carrascal al mando, este nuevo montaje repite el mismo esquema que el anterior, esto es, un magnifico elenco que integra a intérpretes de danza y de teatro y un excelente entramado formal que no escatima en recursos.

La puesta en escena recrea una atmósfera sugerente y evocadora, gracias a la funcionalidad y magnificencia del espacio escénico de LaLina, el llamativo vestuario de Rafael R.Villalobos y la iluminación, rica en matices, de Carmen Mori. Con todo ello Isabel Vázquez nos brinda una obra de danza-teatro con tintes espectaculares, aunque un tanto caótica y deslabazada.

Y es que, en su empeño por hacer algo diferente a su trabajo anterior, la coreografa sevillana se aleja un tanto de la crítica social para adentrarse en una compleja reflexión sobre el fracaso y el poder de la vulnerabilidad, ya que para ser original y auténtico el artista, según ella, debe alejarse de su zona de confort. Pero a medida que la obra avanza ya no nos queda tan claro si los personajes nos hablan de su fracaso como artistas, o sencillamente como seres humanos.

Algunos números parecen dirigirse directamente al proceso creativo, como el de la metafóra del archipielago como un conjunto de islas que no pueden llegar a tocarse, o la pieza en la que Javier Centeno representa, con la genialidad que le caracteriza, la figura patética de una diva a la que el brillo se le ha quedado en el forro. Pero los números corales tienden a incluirnos a todos en la reflexión. Por no hablar que el contenido de los textos que Javier Berger David Montero y Javier Centeno han escrito para la obra no acaba de casar con el discurso musical y dancístico.

No obstante, cabe destacar la brillantez de algunos números, que remiten directamente al universo del musical. Como la pieza inicial con la que Nerea Cordera se luce cantando, o el pase a dos entre Deivid Barrera y Ana F. Melero, el solo de Lucía Bocanegra o los números corales en los que Isabel Vazquez integra de maravilla en la coreografía a los intérpretes de teatro.

Cabe resaltar también el contenido musical con el que Santi Martínez combina sus propias composiciones con una serie de exitosos temas de todos los tiempos, como ‘Perfect Day’ de Lou Reed y canciones de musicales tan populares como ‘Hair’ o ‘Sonrisas y Lágirmas’ . Unos temas que los intérpretes, con auténtica frescura, hacen suyos con derroche de talento y entrega. No en vano se trata de un excelente reparto cuyos integrantes lo mismo bailan que cantan o le dan vida a un texto.

La ficha

Obra: El archipielago de los desastres
Lugar: Teatro Central, 14 enero
Compañía: Isabel Vázquez
Idea original, dirección y coreografía: Isabel Vázquez
Dirección de producción y producción ejecutiva: Elena Carrascal
Dirección y composición musical: Santi Martínez
Intérpretes: Deivid Barrera, Lucía Bocanegra, Javier Centeno, Nerea Cordero, Ana F. Melero, Santi Martínez y Arturo Parrilla
Diseño de vestuario: Rafael R.Villalobos
Diseño de iluminación: Carmen Mori
Calificación: ***

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