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Actualizado: 14 may 2023 / 10:29 h.
  • María Rovira y el espíritu transgresor de la obra de arte

W.A. Mozart compuso su famoso Réquiem para una misa de difuntos que le habían encargado. Pero por una serie de acontecimientos y circunstancias vitales acabó asumiendo que sería la música para de propio funeral. En ese sentido, probablemente si viera esta pieza de danza contemporánea no daría crédito. Pero toda obra de arte lleva implícita un ejercicio de transgresión y eso es justo lo que hace la coreógrafa catalana María Rovira con esta propuesta, y no solo porque se atreva a coreografiar el Réquiem, sino porque se propone liberarlo de su condición melancólica.

Para ello Rovira conforma una coreografía para doce intérpretes, seis bailarines y seis bailarinas con una fuerte impronta coral. Y es que, aunque no faltan los solos y pases a dos, la mayor parte de los números son grupales. En ese sentido cabe destacar la fluidez de los cambios y las transiciones, lo que no es baladí teniendo en cuenta que la coreografía se decanta por una incesante sucesión de números inspirados en danzas tan diferentes como las de tradición africana y oriental, las danzas de la muerte medievales, el folclore de su tierra e incluso el budismo.

Y es que María Rovira tuvo una experiencia cercana a la muerte y por ello, según ella misma ha declarado, se propuso profundizar en la condición espiritual de la música de Mozart y reflexionar sobre la conexión entre la vida y la muerte con una mirada alejada de la melancolía o la tristeza.

El resultado es una coreografía enérgica y abigarrada, en la que al principio parece rendir pleitesía al ballet clásico. Pero hacia la mitad va incorporando movimientos y figuras que remiten incluso a las danzas urbanas y a la acrobacia circense. Y no contenta con eso en la escena de el ‘Lacrimosa’ se empeña en simbolizar la cadena de ADN con una pieza que, aunque original y hermosa, no acaba de casar con el resto. Tal vez por ello los bailarines y bailarinas no acaban de lucirse. En más de una escena presentan problemas de coordinación y, en general, su interpretación carece de limpieza.

Por fortuna en la escena final, cuando el relato se adentra en el terreno de lo espiritual, Rovira despoja a los personajes de su condición humana y nos brinda una pieza coral repleta de imágenes sinuosas y desafiantes que terminan el espectáculo en alto.

Obra: Requiem

Lugar: Teatro de la Maestranza 13 de mayo

Compañía: Crea Dance Company

Dirección y coreografía: Maria Rovira

Música: Wolfgang Amadeus Mozart

Baile: Ariadna Jordán, Nilufer Akcanbas, Marcel Quesada, Julio León, Osmani Montero, Gloria Llevat, Marina Pérez, Angel Gabriel, Ignacio Jiménez, Úrsula Campos, Marc Fernández

Calificación: ***

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