Son tiempos difíciles los que corren, son muchas las noticias sobre cierres de establecimientos, y mantener un negocio abierto a día de hoy se está convirtiendo en algo imposible. Pero ¿Qué implica abrir un nuevo negocio en plena pandemia? ¿Es posible? Y, sobre todo, ¿Es rentable? El Correo de Andalucía ha tenido la posibilidad de escuchar el testimonio de una joven restauradora que ha decidido abrir un nuevo negocio en plena crisis sanitaria y económica.
Empecemos hablando de la valiente joven que ha decidido dar este paso. Marina Muñoz Villalta es natural de La Línea de la Concepción (Cádiz), y ha estudiado un Grado en conservación y restauración de bienes culturales por la Universidad de La Laguna (Tenerife). Ahora mismo se encuentra cursando un Máster en Arqueología por la Universidad de Sevilla, el cual compagina con diferentes trabajos e investigaciones en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, al que haremos referencia más adelante.
“Entrar a trabajar justo después de acabar la carrera es algo muy complicado”
Cuando abordamos la decisión de abrir un negocio en plena pandemia, nuestra entrevistada asegura que era algo que llevaba pensando desde hace tiempo, ya que “entrar a trabajar en una Institución Pública justo después de acabar la carrera de Restauración es algo muy complicado, porque estos exigen muchos requisitos, entre ellos doctorados. Por lo tanto, lo más rápido para empezar a trabajar es montar tu propio taller e ir poco a poco”.
Como en toda carrera universitaria, cuando se finaliza se presentan dos opciones; una de ellas es seguir tu formación y enfocarla a la educación, y la otra es tener suerte y comenzar a trabajar de lo que has estudiado, algo que hoy en día se antoja bastante complicado. Por ello, Marina Muñoz decidió que lo mejor sería montárselo ella misma y orientarlo en este caso a la restauración textil “el cual es un ámbito muy abandonado”, afirma.
“Quiero educar a la gente en la necesidad de restaurar los tejidos”
La ambición de esta joven restauradora va más allá del propio oficio de la restauración, puesto que su intención es “aparte de trabajar, quiero educar a la gente en la necesidad de restaurar los tejidos”. Marina Muñoz resalta que es muy importante trabajar sobre la concienciación de los usuarios: “es necesario hacer saber los diferentes proyectos que se han hecho y los procedimientos empleados, al igual que sensibilizar de que no es una simple labor de costura, sino que llevan sobre ellos una disciplina más científica”.
Sila Restauración es el nombre elegido para el nuevo negocio, una denominación que pretende acoger el gran proyecto mencionado up supra, el cual tiene un origen muy curioso: “Tras meses de búsqueda, al no querer utilizar mi nombre para llamar al taller, y tras investigar sobre nombres en otros idiomas, como maoríes, anglosajones e incluso africanos, encontré en un diccionario caló la palabra ‘sila’, que significa virtud, facultad, potencia, ímpetu, porfía”. Es una definición que nuestra entrevistada asegura que son los valores que quiere trasmitir.
Un logo basado en el mundo del toreo
El logo de este taller de restauración también guarda tras de sí una bonita historia, y una estrecha relación con el toreo. Uno de los toreros más emblemáticos de los primeros años del siglo XX fue Joselito El Gallo, y de él viene el logotipo de Sila Restauración: “Realicé en mi Trabajo Fin de Grado sobre un traje de torero de Joselito El Gallo, gracias al Museo Taurino Pepe Cabrera de La Línea, quien me ofreció varias piezas para mi investigación”. Uno de esos trajes tenía un elemento muy característico; unos golpes de flores bordadas en las hombreras, los cuales se adaptaron para dar imagen al taller.