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Actualizado: 12 feb 2022 / 16:58 h.
  • Un nuevo orden es posible

Un grupo de técnicos desmontan la escenografía de una obra. Es el punto de partida de esta obra, un juego teatral que reflexiona sobre el desgaste de la democracia en nuestro país y la necesidad de renacer, de ahí el título, ‘Renacimiento’.

Para ello, la dramaturgia se sirve de una serie de textos cortos que se muestran en una pequeña pantalla rectangular que sube y baja en determinados momentos. Así, la obra comienza con la proyección de un texto de Marina Garcés que nos habla sobre el deseo que nos empuja a querer despertarnos cada mañana, y acto seguido nos encontramos con un actor que está interpretando a Ricardo III y su célebre frase, “Mi reino por un caballo” con un tono poco dramático. Y es que, en realidad, no estamos asistiendo a la representación de la obra de Shakespeare, sino a una representación de la representación que tiene como objetivo mostrarnos el mundo interno del teatro, para lo que la dramaturgia recurre al desmontaje de los grandes telones que conforman la escenografía. A partir de ahí los personajes serán los técnicos y el relato se centrará en establecer una serie de analogías entre los periodos históricos -que se en indican por escrito en la pantalla- y las relaciones humanas que se generan entre los trabajadores del teatro, la mayoría nacidos en los años 80, justo cuando la democracia registraba en nuestro país su momento más álgido.

Se trata, sin duda, de un planteamiento interesante que abre las puertas a una reflexión crítica sobre las razones que nos han llevado a la desilusión y la desafección política que parece primar ahora en nuestra sociedad. Pero el ejercicio crítico se pierde en el juego teatral, que se empeña en elevar a primer plano el entramado teatral de una forma superficial y fantasiosa. Porque, al menos en nuestro país, ¿qué compañía de teatro se puede permitir el lujo de tener en nómina a 14 personas, de las cuales 12 son técnicos?

Cabe destacar el acierto de la producción de contar con artistas locales de las ciudades que abarcan su gira. Gracias a ello pueden permitirse subir a escena a más de veinte intérpretes, lo que no es normal en el universo del teatro independiente, y mucho menos en estos aciagos tiempos de pandemia. Sin embargo, salvo la escena final, la puesta en escena es más sencilla que espectacular, aunque cabe resaltar cómo eleva la palabra y el dialogo intimista a primer plano ocultando, en algunas escenas, la imagen de los actores con una nube de humo y un singular juego con la iluminación. Es entonces cuando el relato alcanza una mayor conexión con el espectador, que por desgracia se pierde en la escena de la reunión, donde el ritmo decae por completo, a pesar de que los intérpretes imprimen un algo grado de humanidad a sus personajes con una interpretación magistral.

Tal vez por ello La Tristura se haya decantado por terminar con una coreografía de la compañía Mucha Muchacha, a la que se suman el resto de los integrantes para marcarse un baile, con aires de musical, a compás de People’s Faces, un tema con el que la rapera y escritora inglesa Kate Tempert reivindica la necesidad de poner fin a las viejas formas para da lugar a nuevos comienzos, un renacer que en estos tiempos de pandemia adquiere un significado especial.

Obra: Renacimiento

Lugar: Teatro Central, 11 enero

Compañía: La Tristura

Creación: La Tristura

Intérpretes: Roberto Baldinelli, Belén Martí Lluc, Alván Prado, Mundo Prieto, Emilio Rivas y Marcos Úbeda.

Intérpretes locales: Cristian Alcaraz, Lucía Bocanegra, Ángela Bonilla, Melisa Calero, Rebeca Carrera, Vicente D.G., Fernando Jariego, Raquel Lao, Ángela Olivencia, Salud Pérez Alcántara, Diana Riola, Emilio Sánchez y Paula Simón.

Coreografía: Mucha Muchacha

Calificación: ***