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Actualizado: 18 ene 2017 / 16:12 h.
  • Dani Ceballos pugna con Saúl / Efe
    Dani Ceballos pugna con Saúl / Efe

El Betis no pudo despedirse del estadio Vicente Calderón con un buen resultado. Quizá lo mereció porque compitió de tú a tú con un Atlético de Madrid apagado y ramplón, pero una infortunada jugada al principio del choque lo condenó a perder en su adiós al escenario de sus dos títulos de Copa. Después se comportó con la dignidad que requería la ocasión, pero por mucho que lo intentase Dani Ceballos o por mucho que rematase Rubén Castro, su dominio fue estéril. En conclusión, volvió a toparse con su cruda y triste realidad cuando sale de casa: es su quinta derrota consecutiva lejos del Villamarín. Por enfocar la mala noticia desde una perspectiva constructiva, el nivel fue mejor que el de Ipurua, Mendizorroza y Riazor, así que igual ha dado un pequeño paso adelante. El problema es hacerlo cuando la primera vuelta toca a su fin.

La histórica despedida del Calderón comenzó en un tono común de indiferencia o dejadez, como si no hubiese puntos en juego. O como si hiciese mucho frío, que también es posible. Víctor no inventó nada: recurrió a su habitual línea de cinco defensas, eligió a Álex Alegría antes que a Joaquín y colocó a Dani Ceballos en el eje de un trivote del que a menudo se descolgaba Jonas Martin. No ocurría nada, pero lo primero que sucedió torció todo. José Carlos se precipitó al ir a la presión, Vrsaljko se encontró un agujero por su flanco y centró, Donk se resbaló y convirtió su desafortunado rechace en una asistencia involuntaria y Piccini no reaccionó a tiempo de evitar que Gaitán aprovechase esa concatenación de hechos para marcar casi a portería vacía. Lo peor que le podía pasar al Betis, lo mejor que le podía pasar al Atlético.

El Betis no se desperezó con la desventaja y en otro mal despeje brindó un balón franco a Griezmann dentro del área, pero el francés remató con la derecha y el balón voló al cielo del Manzanares (11’). El equipo de Víctor, incapaz de traspasar la línea presionante que imponían Saúl, Koke y Gabi, tardó quince minutos en plantarse cerca del área atlética con el balón en su poder, pero como su anfitrión dio por buena la renta mínima y cedió espacio, al final terminó controlando el ritmo del encuentro. Gentileza del Atlético y de Dani Ceballos, cómo no.

Cuando el canterano, con más ayuda de Brasanac que de Jonas, fue capaz de igualar el litigio en la medular, apareció otro Betis. De hecho, acabó el primer tiempo mejor que su adversario, pero a la hora de la verdad sólo creó una ocasión digna de llamarse así. En el 42’, Piccini se internó en el área y Brasanac halló un hueco para asistir a Jonas Martin; su remate, desde cerca, pecó de tímido. Antes lo había intentado Rubén Castro en un par de ocasiones, ambas de lejos. El canario, a menudo escorado a la izquierda, trató de asociarse con Durmisi y Ceballos, pero el Atlético no ignoraba que esa es una de las principales fuentes de peligro del Betis e invadió aquella zona de defensores.

El descanso no modificó el guion por el que se desenvolvía el encuentro. El Betis, siempre alrededor de Dani Ceballos, mantuvo el control y la posesión. A los dos minutos, Rubén probó a Moyá con una falta desde la frontal, pero el meta rojiblanco no perdió la compostura. Tampoco Adán en el par de ocasiones que generó el Atlético en toda la segunda parte, primero por medio de Fernando Torres y más tarde con un chut centrado de Carrasco.

El problema para el Betis es que, aun teniendo el encuentro más o menos gobernado porque el Atlético se conformó con lo que tenía, no encontró la chispa ofensiva necesaria para pensar en serio que podía puntuar. Le suele ocurrir cada vez que sale del Villamarín, así que a Víctor le urge hallar un remedio. El que aplicó ayer consistió en meter a Joaquín, Nahuel y Zozulia y jugar los 20 últimos minutos con cuatro defensas y una cuantiosa acumulación de jugadores de ataque. En honor a la verdad, los cambios resultaron más perjudiciales que beneficiosos y el Betis no volvió a inquietar a Moyá, ni desde cerca ni desde lejos. El único que lo intentó en todo el segundo tiempo fue Rubén Castro, siempre con poca convicción. En el 64’, previo taconazo de Ceballos, lanzó flojo a las manos de Moyá. En el 67’ ensayó el remate desde más lejos y tampoco sorprendió al portero rojiblanco. Y ya no hubo más ocasiones para el Betis. El Atlético, incluso al ralentí, logró que su contrincante casi no pasase de la línea divisoria en el cuarto de hora final. Es la identidad indiscutible e indestructible del grupo de Simeone. El de Víctor todavía debe encontrar la suya.

ATLÉTICO DE MADRID: Moyá; Vrsaljko, Godín, Savic, Filipe Luis; Gabi, Saúl; Griezmann (Giménez, m. 91), Koke, Gaitán (Carrasco, m. 63); y Fernando Torres (Gameiro, m. 69).

REAL BETIS: Adán; Piccini, Pezzella, Donk, José Carlos (Nahuel, m. 70), Durmisi; Brasanac (Joaquín, m. 65), Dani Ceballos, Jonas Martin; Álex Alegría (Zozulia, m. 81) y Rubén Castro.

Gol: 1-0, m. 8: Gaitán.

Árbitro: Clos Gómez (Comité Aragonés). Amonestó a Piccini (61’), Vrsaljko (68’), Álex Alegría (79’) y Dani Ceballos (89’).

Incidencias: partido de la 18ª jornada, disputado en el estadio Vicente Calderón ante 46.043 espectadores.