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Actualizado: 14 may 2017 / 23:47 h.
  • El antídoto surtió efecto
    Los jugadores del Betis, con el colegiado, Álvarez Izquierdo. / Manuel Gómez
  • El antídoto surtió efecto
    Aficionados reunidos junto a Monumento a la Afición, antes del partido. / Manuel Gómez
  • El antídoto surtió efecto
    La afición vio a un Betis que dio la cara ante el Atlético. / Manuel Gómez

Temía la directiva verdiblanca la reacción de sus aficionados tras los dos bochornos consecutivos que el conjunto entrenado entonces por Víctor Sánchez del Amo perpetró ante Alavés y Leganés, respectivamente, y se libraron de ella, en parte gracias a la reacción que llevaban prometiendo meses.

En un ejercicio de astucia desconocido hasta la fecha, los señores Haro y López Catalán recurrieron a un mito como Lorenzo Serra Ferrer para poner orden y, de paso, anestesiar el dolor de una afición hastiada por la falta de competitividad que venía mostrando su equipo. Lo consiguieron. Sembraron la duda en muchos de los que llegaban a Heliópolis con la intención de protestar al palco y el conocido cántico pidiendo la dimisión de la directiva se difuminaba entre los asistentes al Villamarín.

El mallorquín llegó y besó el santo. Acudió a ver al filial y, casualidades del destino, los de José Juan golearon para proclamarse campeones. Poco o nada incidió la visita de Serra Ferrer, pero ahí está el dato. Como puede servir también el hecho de que éste acudiera al palco de Heliópolis junto al hombre que desde ahora será su sombra, Miguel Torrecilla, para que el equipo cambiase sideralmente la imagen mostrada en los últimos compromisos.

Algo tendrá que ver la presencia de otra leyenda del beticismo en el banquillo como Alexis. Tiró de lógica y puso sobre el verde a los jugadores que más amor propio han demostrado esta temporada. Los Adán, Joaquín, Dani Ceballos o Rubén no sólo son mejores que el resto sino que, además, sienten los colores y el escudo. Les duele el Betis y volvieron a demostrar que con un puñado de jugadores como ellos este equipo sería otro. Una pena que alguno como Dani haya estado casi media temporada defenestrado ante la impotencia del beticismo y la indolencia del presidente y el director deportivo. Pero eso ya pasó y el utrerano se ha convertido en un cheque en blanco para los dirigentes y la gran esperanza para los que se sientan en la grada. Lógica y cordura que bien podría haber llegado mucho antes, pues se ha perdido un tiempo precioso.