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Actualizado: 18 dic 2016 / 00:49 h.
  • Rubén Castro lamenta una ocasión fallada ante el Granada. Fue la primera vez que el Betis tropezó después de ganar / Manuel Gómez
    Rubén Castro lamenta una ocasión fallada ante el Granada. Fue la primera vez que el Betis tropezó después de ganar / Manuel Gómez

El Betis carga desde el principio de la temporada con dos pesadas cruces de las que no se deshizo con Gustavo Poyet y, de momento, tampoco se deshace con Víctor Sánchez del Amo. Una es su incapacidad para dar una mínima continuidad a sus victorias, lo que significa que todavía no ha ganado dos partidos de Liga seguidos. La otra es su ineptitud para ser un equipo medianamente temible fuera de su estadio, que sin ser un fortín sí suele ofrecer la versión buena, o la que más puntúa, de este Betis de la mitad baja de la tabla. Son dos tendencias perjudiciales que los verdiblancos deberían corregir cuanto antes si de verdad se han planteado quedar entre los diez primeros.

Primera cruz: ganar dos partidos seguidos. Dos o más, claro. Es la consigna de cualquier aspirante a metas serias que se precie. El Betis todavía no lo es porque a estas alturas de campeonato, cuando la primera vuelta está a tres jornadas de su conclusión, ganar es poco menos que un acontecimiento que le ocurre de vez en cuando, no de forma sistemática. Son cinco victorias en lo que va de campaña liguera. ¿Y cuáles fueron los resultados a continuación? Cuatro derrotas y un empate. Es decir, un punto de quince. Después de vencer al Valencia (2-3) empató con el Granada en casa (2-2) pese a jugar buena parte del segundo tiempo con un hombre más; después de imponerse al Málaga (1-0) viajó a Anoeta y perpetró una de sus peores actuacione del curso (1-0); después de derrotar a Osasuna (1-2) regresó a casa y regaló otro encuentro para el olvido ante el Espanyol (0-1); después de ganar a Las Palmas en el prometedor estreno de Víctor (2-0) se fue a Eibar y volvió a desaparecer del mapa (3-1); y después de protagonizar acaso su mejor partido de la campaña, ante el Athletic (1-0), dio un nuevo paso atrás en Vitoria (1-0).

Dice Víctor que el halago debilita. Quizás, pero hasta esos extremos... Parece más creíble que la debilidad es congénita en esta plantilla y que no necesita elogios para contagiarse. Si no, es inconcebible que los jugadores repitan una y otra vez ese pésimo comportamiento cuando más favorable les sopla el viento. Lo cual implica otra triste conclusión: el Betis, que difícilmente se sobrepone a las adversidades (esta temporada sólo ante el Granada y el Celta puntuó después de ir perdiendo), tampoco aprovecha la inercia positiva de un buen resultado.

Segunda cruz: el nivel como visitante. El balance heliopolitano hasta ahora es de dos triunfos (Valencia y Osasuna) y seis derrotas. En puntos, 6 de 24 (en los cinco últimos viajes, 3 de 15). Junto a la Real Sociedad es el único equipo que todavía no ha empatado fuera de su campo, con lo útil que puede resultar una igualada de vez en cuando... Pero con esa identidad de conjunto frágil y fácil es imposible. Otra prueba: ha encajado goles en todos y cada uno de sus ocho desplazamientos fuera de La Palmera: seis en el Camp Nou, dos en Mestalla, uno en el Sánchez-Pizjuán, uno en Anoeta, uno en El Sadar, dos en El Madrigal, tres en Ipurua y, por último, uno en Mendizorroza. En cambio, se quedó sin marcar en la mitad de esos choques, cuatro. De momento le salva el Villamarín, y eso que allí ha ganado los mismos puntos que ha dejado escapar: 12 de 24.