La bufanda de Jaime ha aparecido. La encontró un sevillano del Aljarafe en la turbamulta de la noche del pasado sábado al salir del estadio Benito Villamarín, donde se había colocado una pantalla gigante para que 40.000 béticos siguieran la gesta de su equipo en la Cartuja, donde se enfrentó al Valencia y terminó ganando la Copa del Rey en la tanda de penaltis después de un partido de infarto. El primer milagro es que este chico –que ha preferido no hacer declaraciones a los medios- la cogiera, porque después de estos dos años marcados por la pandemia, muchísima gente duda a la hora de coger algo que se encuentre en el suelo. Pero el caso es que el chico se agachó y cogió aquella bufanda tan especial del Betis, de cuando el equipo de Heliópolis estaba todavía en Segunda División. De hecho, en la bufanda se lee aquel lema de entonces en referencia al regreso a Primera: “Volveremos”. Lo que no podía haber imaginado el chico es que detrás de aquella bufanda se solaparan varios milagros más.
El segundo milagro es que Aurora Lancha, la madre del propietario de la bufanda, hubiera acudido al Villamarín con la firme convicción de que iba con su hijo. Jaime, tan bético como su madre y murió hace tres años, de cáncer. Hoy tendría 17 años. “Mi hijo estaba en el cuarto anillo del campo”, ha explicado Aurora a este periódico, en referencia a ese cuarto anillo de gradas que coincide ya con el cielo y donde están “todos los béticos que se han marchado”, ha dicho Aurora en referencia a una explicación que había dado hace poco también el presidente de la entidad verdiblanca, Ángel Haro. “Todos esos béticos que están en el cielo, en el cuarto anillo, estarían animando a su equipo el sábado con más fuerzo incluso que nosotros”, dice convencida Aurora, emocionada por el milagro de que la bufanda haya aparecido por fin.
“La perdí torpemente”, contó ella misma en la red social Facebook el domingo, después de que la noche anterior se percatara, ya en la Avenida de la Palmera, de que había perdido la bufanda que desde hace tres años lleva siempre al campo para que, así, su hijo la acompañe. No comprende todavía cómo se le cayó, ni dónde exactamente ni en qué momento, “porque yo la llevaba fuertemente cogida en la mano”, pero el caso es que en un momento dado se dio cuenta de que no la llevaba y se volvió. “Rastreamos de vuelta por el camino que veníamos, pero fui consciente enseguida de lo difícil que era que apareciese”. El domingo hizo un llamamiento en la conocida red social “sin mucha esperanza”, porque tampoco esperaba que su mensaje se hiciera viral. Pero ocurrió otro milagro, el cuarto, y, en pocas horas, la llamada desesperada de Aurora se compartió decenas de miles de veces. Los comentarios, tanto en público como en privado, se multiplicaron, por miles, dando ánimos para que esta madre no perdiera la esperanza.