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Actualizado: 17 mar 2017 / 19:54 h.
  • Jorge Sampaoli, en el banquillo local del Sánchez-Pizjuán en los momentos previos al comienzo del partido que enfrentó al Sevilla con el Atlético de Madrid, en octubre. / M. Gómez
    Jorge Sampaoli, en el banquillo local del Sánchez-Pizjuán en los momentos previos al comienzo del partido que enfrentó al Sevilla con el Atlético de Madrid, en octubre. / M. Gómez

Anda el Sevilla buscándose a sí mismo justo una vuelta después de que diera uno de los primeros golpetazos de la mano de Sampaoli. Era 23 de octubre de 2016 y el Sevilla se medía en el Sánchez-Pizjuán a un Atlético de Madrid que era líder y al que visita mañana cinco puntos por encima. Aquel era un Sevilla que ha desaparecido en el último mes, justo cuando se jugaba hacer ruido en una Champions League que ahora añora. Tan bien jugó aquella lluviosa tarde en Nervión que Sampaoli sólo hizo dos cambios para perder tiempo en los instantes finales. Es claramente el espejo en el que se debe mirar el equipo nervionense para recuperar sus señas de identidad, ahora perdidas.

Y es que aquel triunfo lo basó el Sevilla en la consolidación de la posesión, dominio que lo fortalecía en defensa, y en una presión y movilidad llena de chispa, circunstancia que ahora flaquea y que le impide avasallar a los rivales como antes hacía, más allá de la puntería. Aquel Sevilla no era muy distinto en hombres al que fracasó en Leicester hace unos días: Sergio Rico; Mercado, Pareja, Rami; N’Zonzi; Mariano, Nasri, Escudero; Franco Vázquez, Vitolo; y Vietto. Todos menos éste y el Mudo estuvieron en el césped del King Power Stadium –Mariano salió tras el descanso por Sarabia–. Sin embargo, en tierras inglesas faltó esa movilidad imprescindible para convertir la posesión en peligro para el rival. Hasta el punto de que el equipo hispalense se quedó sin marcar por sexta vez en 21 partidos de foráneo.

Para la cita de mañana en Madrid, Sampaoli tiene dudas. Las que le provoca el estado de alguno de sus jugadores –Nasri o Franco Vázquez–, las que le originan los problemas musculares de otros tantos –Rami, Correa y Pareja– y la obligatoria baja de Kranevitter y Vietto, propiedad ambos del Atlético de Madrid. Sin estar condicionado por ningún resultado como en Leicester y empecinado en seguir presionando a Real Madrid y Barcelona, Sampaoli trabaja para recuperar la mejor versión del Sevilla cuanto antes. Esta, normalmente, se ha visto con un dibujo de tres centrales y dos carrileros. Así tumbó también hace cinco meses al conjunto colchonero.

La chispa que le falta a N’Zonzi, Vitolo, Vázquez y Nasri, por diversas circunstancias según los casos, sí que influye en la respuesta del equipo en general a los mandatos del entrenador. El Mudo sí apunta a titular, toda vez que no disputó ni un minuto en Inglaterra. Los otros tres, imprescindibles, apenas cuentan con sustitutos: Correa anda con problemas físicos, Ganso no juega ni contra el Leganés en casa mediando todas las rotaciones posibles, y nadie tiene el perfil de N’Zonzi más que él. Nasri, a pesar de su baja forma y su error con Vardy, no sale de los planes de Sampaoli.

El técnico ha visto cómo los rivales ven la luz ante el Sevilla presionando la salida de balón, dificultada por eso y por la falta de movilidad propia. Además, los recursos diferentes al libro de estilo de Sampaoli apenas se usan: por falta de instinto asesino para chutar a puerta, por tener delanteros bajos y no centrar por arriba al área, o no hacerlo en córneres –como pasó en Leicester– no se sabe bien el porqué. De las tres maneras le hizo daño el Sevilla de octubre al líder Atlético. He ahí el cristal por el que debe mirar el Sevilla.