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Actualizado: 09 feb 2018 / 20:51 h.
  • El lío de todas las temporadas
    Espectacular imagen panorámica del estadio Wanda Metropolitano, del Atlético de Madrid. Salvo sorpresa, acogerá la final de la Copa entre Barcelona y Sevilla.

El fútbol español no ha faltado en 2018 a su cita con la desorganización, la improvisación, el anacronismo y, por qué no, cierto catetismo. El tema, como cada año, es elegir fecha, hora y sede para el partido más bonito del año: la final de la Copa del Rey. Sevilla y Barcelona repetirán como finalistas una vez más y todavía no saben ni cuándo ni dónde se jugarán el preciado trofeo. En principio, la final estaba fijada para el 21 de abril, aunque sin sede definitiva porque en España prevalecen criterios un tanto peculiares que se mezclan con otros lógicos toda vez que no se elige al principio de la temporada. Las preferencias de los finalistas, las negativas de otros clubes por no ver a su eterno rival triunfando en su estadio y el apretadísimo calendario en año de Mundial forman un puzle que deberá resolverse a partir de la semana que viene con la primera toma de contacto entre Barça, Sevilla y los diferentes organismos y entes televisivos, que quieren que la final sea en fin de semana.

El Sevilla, a través de su presidente José Castro, ya ha pedido que se juegue en la capital de Andalucía. No será así, pero por pedir que no quede. El Barça, como es lógico, se niega a darle ventaja al rival. «Ya jugué una final en el campo del rival y no quiero una segunda vez», dice Ernesto Valverde, técnico azulgrana, en referencia a la final que perdió dirigiendo al Athletic en el Camp Nou ante el Barcelona. El Real Madrid no permite que el Barça juegue en el Bernabéu, mientras que el otro gran estadio de Madrid, la ciudad equidistante en este país, el Wanda Metropolitano –con permiso del todavía existente Vicente Calderón– debe acoger el 22 de abril un Atlético-Betis.

Ahí entra otro de los grandes condicionantes del asunto: el apretadísimo calendario de fechas de esta temporada. Si finalmente se juega en el Wanda el día 21, como parece que será, el partido entre atléticos y béticos se tendrá que aplazar, como los compromisos de ese fin de semana para Barcelona (Villarreal) y Sevilla (Real Madrid). Pero es que, además, esos aplazamientos quedarían igualmente condicionados por las posibilidades existentes de que el Atlético y el Villarreal lleguen a las últimas rondas de la Europa League. Por si fuera poco, los dos finalistas podrían tener que jugar tres días después de la final de la Copa (si es el 21) las semifinales de la Champions League, con el consiguiente malestar para quien fuera. En 2016 el Sevilla ya se midió en la final al Barcelona habiendo jugado la final de la Europa League sólo tres días antes.

El Valencia ofrece Mestalla y el Athletic San Mamés. Incluso hay quien propone jugar en Lisboa. El caso es que el circo se repite un año más en el fútbol español, sin previsión alguna para facilitar el mayor desplazamiento de hinchas del año. No en vano, el Sevilla ya vio cómo en 2010 se decidió, sólo unos días antes de la final, que se jugara en Barcelona, a 1.000 kilómetros de Nervión. No descarten cualquier disparate.