Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 24 jun 2018 / 20:04 h.
  • Unai Emery da instrucciones a sus jugadores durante un entrenamiento, en 2013. / Raúl Caro (Efe)
    Unai Emery da instrucciones a sus jugadores durante un entrenamiento, en 2013. / Raúl Caro (Efe)

La aciaga temporada protagonizada por el Sevilla, con la irregularidad por bandera, ha llevado al equipo de Nervión a tener que acortar los plazos a la hora de planificar un equipo de garantías para la temporada que se avecina.

Una temporada que dará comienzo de manera oficial en poco más de un mes, el 26 de julio, con la disputa del partido correspondiente a la segunda ronda previa de la Europa League, de la que ya se conoce que tendrá que jugar ante el ganador de la eliminatoria entre el Újpest de Hungría o el Neftçi de Azerbaiyán.

Rivales que, a priori, no deberían suponer una seria amenaza para el equipo de Pablo Machín aun sabiendo de las dificultades que entrañan durante esas fechas este tipo de partidos, donde el nivel de los jugadores no suele ser el más óptimo, acompañado del corto plazo del que dispondrá el técnico para implantar su idea de juego, además de la aclimatación de los nuevos jugadores que lleguen a la entidad sevillista. Incluso tampoco sería favorable un emparejamiento con el equipo de Azerbaiyán por lo que conlleva un viaje hasta Bakú, ciudad pegada al mar Caspio, el cual separa Europa de Asia.

En cualquier caso, lo que mantiene en vilo al aficionado del Sevilla por encima de todo es la tardanza de la secretaría técnica para confeccionar una plantilla acorde a la exigencia que se avecina. Muchos han sido los nombres vinculados a la entidad pero sin concretarse ninguna operación, además de la marcha de Carlos Marchena, adjunto al director del fútbol y pieza clave en la dirección deportiva nervionense, a Rusia como conector de la Selección y el presidente de la Federación.

Aun así, Joaquín Caparrós quiso tranquilizar la ansiedad generada en torno a esta cuestión y aseguró hace varios días que «toca esperar un poco más para cerrar varios fichajes que tenemos apalabrados, pero el Mundial condiciona y retrasa todo». Y no sería de extrañar que una vez finalizada la cita mundialista empezaran a llegar los refuerzos en cadena.

Un precedente referente al prematuro comienzo de curso y que puede arrojar luz verde es el de la temporada 2013-14, que arrancó el 1 de agosto con la previa de la Europa League ante el Mladost Podgorica montenegrino y terminó con la consecución de la tercera Europa League, obtenida en Turín ante el Benfica.

Aquel curso, por estas fechas, Monchi únicamente había firmado a Rusescu y a Jairo, jugadores que tuvieron un papel testimonial a lo largo del año. Poco antes de acabar el mes de junio llegaron Marko Marin y Vitolo. El mes de julio fue el más movido, con hasta cinco incorporaciones: Nico Pareja, Bacca, Carriço, Diogo y Gameiro. Y para cerrar los últimos 30 días de mercado se firmó a Cristóforo, Iborra, Mbia y Cheryshev.

Esto denota que las prisas, en muchas ocasiones, no son buenas y que la paciencia puede ser un aliado que reporte éxito a largo plazo.