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Actualizado: 01 oct 2019 / 09:04 h.
  • Los jugadores del Sevilla celebran el gol marcado por Ocampos ante la Real Sociedad. / EFE
    Los jugadores del Sevilla celebran el gol marcado por Ocampos ante la Real Sociedad. / EFE

El extremo Lucas Ocampos, uno de los refuerzos del Sevilla, se ha ganado a la afición sevillista a base de exhibir, en cada lance, en cada partido, su carácter, su condición de 'purasangre' argentino, que le ha permitido consagrarse en LaLiga Santander y, además, con dos goles de bella factura en sólo cuatro días.

Lucas Adrián Ocampos (Quilmes, 11 de julio de 1994), firmó este verano un contrato por cinco campañas, hasta junio de 2024, con el Sevilla como una de las apuestas de su director deportivo, Ramón Rodríguez 'Monchi', y se ha aclimatado a su nuevo destino europeo, en una liga tan exigente como la española, casi a la velocidad de la luz.

Sólo ha jugado seis partidos -únicamente se perdió uno (Celta) por la lesión que le impidió estrenarse a comienzos de septiembre con su selección-, pero, con su calidad, implicación y potencia, ha demostrado un crecimiento exponencial desde su debut oficial el 18 de agosto en el estadio del Espanyol, ahora jalonado con sus dos tantos en las dos últimas jornadas.

Titularísimo para el exseleccionador español Julen Lopetegui, que confía en él ciegamente, Ocampos no ha defraudado ni a su técnico ni al sevillismo, que este domingo, en medio de una gran ovación, coreó su nombre al ser sustituido por Pozo en el minuto 71 del choque contra la Real Sociedad en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.

No era para menos, pues el extremo de 25 años, formado en el River Plate y por quien el Sevilla abonó unos quince millones de euros al Olympique de Marsella francés, hizo un gran partido, de raza y de técnica, de fuerza y profundidad, logró el gol de la remontada (2-1) tras el descanso y fue clave para el triunfo de su equipo (3-2).

En una acción exquisita e inapelable, recibió un pase del internacional español Jesús Navas, su compañero de batallas en el carril derecho, y con un rápido movimiento recortó de espuela al realista David Zurutuza, se perfiló con el exterior del pie derecho y batió con un fortísimo chut con el empeine a Miguel Ángel Moyá.

"Estoy muy contento por mi primer gol en este estadio. Si sirve para ganar, aún mejor. El partido de hoy demuestra que damos pelea hasta el final", declaró Ocampos a los medios oficiales de su club.

Cuatro días antes, y aunque no le sirvió de nada al equipo del barrio de Nervión al tirar por tierra un 0-2 al descanso y perder por 3-2 en una esperpéntica segunda mitad, el argentino también anotó en el campo del Eibar.

En su debut goleador con el Sevilla, el fornido jugador de Quilmes (1,88 metros), abrió el marcador sacando a relucir su velocidad, temple y puntería. Tras un pase de Joan Jordán que dejó correr sobre el verde, batió de tiro cruzado con el interior del pie derecho al serbio Marko Dmitrovic y luego sirvió en bandeja el 0-2 a Óliver Torres.

Ocampos destaca por su potencia física y su empuje en la presión ofensiva, además de por su calidad técnica. No se arredra ante nadie, entra sin miedo, presiona, asfixia y es solidario ayudando a los suyos. Va siempre hacia adelante con el balón, y a veces se precipita, pero es profundo y vertical. Todo un aval en el balompié moderno.

Con Lopetegui está actuando en la banda derecha, a la que se ha aclimatado sin problemas tras haber jugado habitualmente en la izquierda, a pierna cambiada.

Tras dar sus primeros pasos en el River Plate, Ocampos, que tiene la condición de jugador comunitario al tener su esposa la nacionalidad española, ha desarrollado casi toda su carrera en Francia, adonde llegó en 2012 para jugar en el Mónaco y desde 2015 en el Olympique de Marsella (27 goles y 15 asistencias en 132 encuentros), salvo una campaña cedido en el Génova y el Milan italianos.

Aún no se ha estrenado con el Sevilla en la Liga Europa, a falta de saber si descansa el jueves o Lopetegui tira de él para la cita de la segunda jornada con el APOEL chipriota en el Sánchez Pizjuán y antes de la visita al Barcelona. Aún así, la espinita que tiene clavada y quiere sacarse cuanto antes es la de debutar con la Albiceleste.

Su gran arranque en LaLiga le valió a comienzos de septiembre para ser llamado por primera vez por Lionel Scaloni para los amistosos ante Chile y México en Estados Unidos, pero no pudo acudir por una lesión muscular que superó acortando plazos al entrenarse incluso el fin de semana.

Ahora, y tras haber jugado con la Albiceleste sub-17, le aguarda la selección de los mayores, la absoluta, los días 9 y 13 de octubre ante Alemania en Dortmund y Ecuador en Elche, como premio a su magnífico trabajo.