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Actualizado: 14 may 2017 / 22:37 h.
  • Jovetic y Correa se felicitan tras el gol del Sevilla. / Efe
    Jovetic y Correa se felicitan tras el gol del Sevilla. / Efe

El Sevilla estará en la próxima Liga de Campeones, un premio que debe ser valorado en su justa medida, sin la contaminación de fobias personales ni demagogia barata. Un cuarto puesto en la Liga que, sin embargo, va a quedar totalmente manchado por los dos meses que lleva el Sevilla agonizando, salvo un repunte momentáneo que ha sido suficiente para asegurar la plaza Champions. Y es igual de justo maldecir este triste final de la temporada por varias razones. Argumentos alejados del hablar por hablar.

Cuando durante dos tercios de la Liga aguantas el ritmo de los dos colosos del campeonato, aligeras tu calendario tirando la Copa del Rey –ese planteamiento en la ida, al margen de los dos arbitrajes...– y te toca en los octavos de la Champions un Leicester en crisis, la ilusión se dispara con razón. Pero si a Sampaoli hay que aplaudirle muchas cosas por esa primera parte del curso –lectura de partidos, mentalización de los jugadores, capacidad de adaptación de sus esquemas en función del rival, etc–, es de recibo señalarlo por la gestión de esta crisis: el ostracismo de un recurso como Ganso, ideal para muchas situaciones a las que se enfrentó el Sevilla, las habituales suplencias de Jovetic, la titularidad indiscutible del peor Nasri... y los cuernos puestos –y retransmitidos– con Argentina.

Un final decepcionante por el cómo. No es lo mismo caer en la Champions contra un grande de Europa que ante el Leicester y de la forma en que se inmoló el Sevilla. No es igual quedar cuarto –lugar lógico del Sevilla– desperdiciando partidos como el del Sporting o el de Málaga que simplemente cediendo ante el mayor potencial del Atlético. Es diferente perder ante el Real Madrid como lo hizo en la Supercopa de Europa que ofreciendo el sainete del 1-0 de este domingo y volviendo a desperdiciar ocasiones clarísimas a favor, por mucho que Undiano volviera a manchar sus calzones. Un resumen perfecto, el del Bernabéu, de estos dos últimos meses: acierto paupérrimo de cara al gol, debilidad extrema en defensa y síntomas de que el entrenador está en otra cosa –¡esos dos cambios que pedía el partido realizados cuando ya no había nada que hacer...!–. Al final para Sampaoli no habrá ni Puerta del Príncipe ni enfermería, sino una insulsa puerta de atrás mientras que será el Sevilla el que jugará la Champions.