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Actualizado: 21 abr 2018 / 20:23 h.
  • ¿Otra vez de fiesta? Sí, otra vez
    Aficionados del Sevilla FC en la zona reservada para la afición de Nervión en Madrid. / El Correo
  • ¿Otra vez de fiesta? Sí, otra vez
    Manuel Marchena posa junto a sus amigos en el tren camino de Madrid.
  • ¿Otra vez de fiesta? Sí, otra vez
    José Luis García y su familia, en los prolegómenos del encuentro.
  • ¿Otra vez de fiesta? Sí, otra vez
    Manuel Marchena posa junto a sus amigos en el tren camino de Madrid.

«¿Otra final? Sí, otra final». La frase, en boca de un aficionado que se dirigía a ver a su equipo haciendo con ella un guiño a la coletilla que suele usar el presidente José Castro, ilustra un día señalado en el calendario para el Sevilla. Por décimo séptima vez en los doce últimos años, el sevillismo vuelve a animar a su equipo con un título en juego, en esta ocasión el de la Copa del Rey.

Miles de aficionados llegados desde los más diversos puntos del planeta pusieron color rojo y blanco a las calles de Madrid con la ilusión de celebrar una victoria frente al Barcelona en el Wanda Metropolitano. Estación de tren de Santa Justa, aeropuerto de San Pablo, autobuses, vehículos particulares... Las caras de alegría se podían ver por todos lados camino de Madrid, donde, poco a poco, la marea sevillista fue haciéndose notar. Y si alguien tuvo cualquier problema para viajar, ahí estaban otros sevillistas para ayudar desinteresadamente. Nadie podía quedarse sin vivir este día.

A poco más de un kilómetro y medio del escenario del encuentro fue ubicada la fan zone para la afición del Sevilla, punto de encuentro en el que se dieron cita miles de seguidores para disfrutar de las horas previas a la final. Abuelos, padres e hijos. Nadie quiso perderse la fiesta, amenizada con música y barras con bebida y comida para que la espera fuese lo más grata posible. Y, como es tradición, con los mensajes de aliento del presidente.

La afición del Sevilla sabe muy bien el papel que desempeña. Se siente partícipe del propio juego y su aliento ha sido siempre fundamental. Este sábado, dos años después de la última final, con la Feria aún en ebullición, el sevillismo volvió a demostrar que su equipo podrá ganar o perder pero, haga lo que haga, se sentirá siempre orgulloso de una afición cuyo sentimiento no tiene límites.