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Actualizado: 26 oct 2016 / 21:08 h.
  • Un respeto a Jorge Sampaoli
    Jorge Sampaoli, en el Ramón Sánchez-Pizjuán. / Manuel Gómez
  • Un respeto a Jorge Sampaoli
    Dos aficionados se fotografían con la nueva fachada principal del estadio de fondo / Manuel Gómez
  • Un respeto a Jorge Sampaoli
    Vitolo, uno de los destacados del encuentro. / Manuel Gómez
  • Un respeto a Jorge Sampaoli
    El sevillismo disfrutó en una tarde de lluvia en la que su equipo le dio una gran alegría ganando. / Manuel Gómez

La inquietud generada este verano por la marcha de un entrenador leyenda como Unai Emery y de un grupo de futbolistas de enorme peso específico ya es historia. El nuevo Sevilla, el de Jorge Sampaoli, vuelve a demostrar que no va de mentira. Para ganar al hasta este domingo invicto e intratable Atlético de Madrid del Cholo Simeone hay que matarse en el campo y, además, ser muy bueno. Y el Sevilla hizo ambas cosas. El gol de N’Zonzi premió el increíble esfuerzo de unos jugadores que pusieron en pie al Sánchez-Pizjuán cuando el colegiado decretó el final del encuentro y el fútbol decidió que el equipo que más méritos había hecho en una tarde de perros, el Sevilla, se llevase la victoria.

La posición de auténtico privilegio tanto en la clasificación liguera como en la de la Champions confirman lo indiscutible: Jorge Sampaoli y sus hombres –muchos de ellos semidesconocidos cuando llegaron– vuelven a hacer soñar a la afición. No era fácil ganarse el respeto después de ver las cotas a las que había llegado su antecesor y los títulos conquistados, pero el técnico argentino está demostrando que la apuesta de Monchi no era ni tomada a la ligera –pese a que las circunstancias invitaban peligrosamente a ello– ni fallida. Sólo el tiempo dirá si el Sevilla de Sampaoli gana títulos, algo para lo cual hay que recorrer largos y tortuosos caminos en los que muchos rivales tienen las mismas aspiraciones. Lo que sí se puede decir a las claras es que esta idea, este proyecto ha echado raíces y que éstas se han agarrado con fuerza a un suelo nada fácil.

Sampaoli tuvo primero que ganarse el respeto de sus hombres, muchos de ellos campeones y apostando por un club donde llegar lejos es costumbre desde hace más de una década. Y Sampaoli se ha ganado tanto a éstos como a los que han llegado para ser también campeones. Luego, tocaba ganarse a la afición y a todo lo que rodea a un club de élite. Y Sampaoli se la ha ganado: con la posición de privilegio del equipo, fruto de su buen hacer –una sola derrota desde la Supercopa de España–; con su filosofía valiente y arriesgada de ir a por el rival sin esperar a ver si éste falla; y con su discurso, porque llama a las cosas por su nombre y si cuando gana en Butarque avisa de que falta acierto ante el marco rival, cuando pierde no se escuda en nada ni en nadie.

El sevillismo se siente orgulloso de su técnico y de sus jugadores. La alegría sigue reinando en Nervión, donde ni la lluvia pudo con un día de fiesta que comenzó con numerosos aficionados fotografiándose junto a la espectacular fachada del Sánchez-Pizjuán y que terminó con la victoria sobre el Atlético y ese liderato provisional en ese momento.

Todo ello con pitada y también aplausos en el regreso de Kevin Gameiro a Nervión, donde Vietto, cedido por el club madrileño, fue más determinante que el francés mientras N’Zonzi –gol a lo Kanouté– y Vitolo tiraban del carro un día más, demostrando que valen su peso en oro y que la afición puede seguir soñando.