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Actualizado: 23 jul 2017 / 16:44 h.
  • Un Sevilla con dos caras y nuevo guiño de Correa
    Lenglet en un lance del juego. / El Correo
  • Un Sevilla con dos caras y nuevo guiño de Correa
    Grada sevillista en el Kashima Stadium. / Sevilla FC

El Sevilla de Eduardo Berizzo va tomando forma, aunque le falta para ser ese equipo que todo el mundo espera ver armado hasta los dientes en el playoff de la Champions. Este sábado, frente al Kashima Antlers, actual campeón de la Liga japonesa, demostró durarnte 45 minutos la seriedad que le está imprimiendo el nuevo técnico: un Sevilla implicado en defensa, tanto atrás como a la hora de que todo el mundo asuma esta tarea, desde Muriel, punta de lanza, hasta el último zaguero; y un Sevilla con calidad, mucha calidad, con la pelota en sus pies. Ver sobre el césped a futbolistas como Banega y Ganso juntos es una delicatessen. Cuando ambos se sintieron cómodos tras unos minutos iniciales en los que tocó apretar entre todos para sacudirse el ímpetu inicial del Kashima Antlers, el Sevilla comenzó a funcionar.


Primer gol del Kashima.

Poco a poco, los nervionenses fueron adueñándose del encuentro y vieron cómo Correa, ese talento llamado a explotar esta temporada, volvía a hacer un guiño a los aficionados. Espectaculares las condiciones de este joven futbolista: desborde, regate, potencia... y descaro, mucho descaro. Ese descaro propio de quien se siente distinto, de quien tiene algo especial. No marcó. pero rozó el gol en varias ocasiones. Le cuesta, está claro. No es nuevo esto en el argentino, pero si continúa así, puede ser uno de los grandes nombres propios de la temporada.

Correa fue el primero en tener en su mano un premio que se resistió hasta el pitido final. Una gran internada con pase de la muerte cortado por un defensa (19’); un disparo a placer fallido tras conectar con Muriel (35’); un remate forzado en inmejorable posición (56’); y un jugadón arrancando desde la izquierda, marchándose de varios rivales y disparando de rosca fuera por poco (59’) recordaron las posibilidades del joven argentino. Se le ve con hambre, hambre de verdad, y eso le hizo buscar la pelota por todos lados mientras estuvo en el césped.

No fue el único. Montoya también tiró de ganas mientras tuvo chispa para llevar peligro a la portería local, donde Sohagata evitó el gol siempre: hasta en tres ocasiones clarísimas en la primera parte, dos de ellas con Muriel por protagonista (23’ y 45’). El delantero llamado a ser titular tuvo presencia durante el tiempo que jugó, no así gol, aunque, visto lo visto, el premio al buen trabajo del equipo nervionense, con ocho jugadores repitiendo titularidad respecto al primer amistoso, parecía llamado a llegar. No fue así.

Berizzo movió ficha en el descanso. Retiró del césped a Nico Pareja, Escudero, Banega y Muriel, y dio entrada al Mercado, Khohn-Dehli, Ben Yedder y al canterano Matos. Pareja fue uno de los destacados de la primera parte junto a Corchia. Buenas sensaciones las que dejó el lateral francés, defendiendo, atacando... Necesita tiempo, como todos, pero su nivel invita a ser optimistas.

Los cambios continuaron. Borja Lasso, N’Zonzi y Sarabia relevaron de otra tacada a Ganso, Correa y Pizarro, pero el Sevilla comenzó a perder el sitio sobre el campo. El Kashima Antlers, que poco antes había presenciado un cabezazo peligroso de Sarabia a centro de Ben Yedder, se adelantó en el marcador tras aprovechar su segunda ocasión en todo el encuentro. David Soria había evitado un gol claro a disparo de Abe tras un error de ajuste defensivo, pero no pudo hacer nada ante Suzuki, autor del 1-0 en otra acción donde el nivel defensivo quedó en evidencia. Un instante de relajación, un gol. Así es el fútbol.

Con el marcador en contra, tocó encontrar ese tanto que se resistía y resistía. El problema fue buscarlo sin precisión en los pases y, sobre todo, con una fragilidad defensiva que hay que corregir cuanto antes. David Soria evitó el 2-0 con un paradón pero no la sentencia, ya en el tiempo de prolongación, tras un cabezazo de Suzuki en un saque de esquina. Error de bulto para cerrar la derrota y recordar la necesidad de seguir trabajando. Hay tiempo por delante pero hay que aprovecharlo.