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Actualizado: 16 mar 2017 / 17:07 h.
  • Sampaoli, en Leicester. / Efe
    Sampaoli, en Leicester. / Efe

El brillante primer tramo de temporada del Sevilla, superando el total de puntos de la pasada Liga con muchas jornadas por disputar y logrando el pase a los octavos de final de la Liga de Campeones, ha chocado contra un escollo inesperado: la eliminación a manos del Leicester. El mal momento que vivía el actual campeón de la Premier contrastaba con el imparable caminar del conjunto de Jorge Sampaoli, pero a la hora de la verdad... ha sido éste el que dice adiós al sueño de ser protagonista en la máxima competición. Las grandes expectativas generadas por el propio Sevilla gracias a su buen hacer han provocado que la caída sea más dolorosa si cabe. Y, tal como sucede con las alegrías, las decepciones también tienen su explicación.

¿Qué le pasa realmente al Sevilla? ¿Por qué el equipo ha cambiado tanto? Las preguntas son numerosas y cada persona tendrá su propio punto de vista sobre el problema y sus posibles soluciones. En cualquier caso, los hechos son innegables y urge ponerles remedio cuanto antes.

Una de las razones con más peso en este bajón del Sevilla es su autoexigencia. Por méritos propios, el equipo lleva luchando toda la temporada con el Real Madrid y el Barcelona por el liderato. Palabras mayores. El problema es que mantener ese pulso exige rendir a un altísimo nivel sin margen de error... y eso no siempre es posible. Si a ello se une la autoexigencia de llegar lejos en la Champions, la carga es todavía mayor. Una carga tanto física como mental en la que ambos aspectos se combinan hasta el punto de frenar la marcha del equipo.

El gol de Vardy en el Sánchez-Pizjuán fue, sin duda, una clara rémora anímica que ha tenido al Sevilla mirando siempre de reojo al choque de vuelta con preocupación. En cualquier caso, parece evidente también que el pico de forma del plantel no es el óptimo en la actualidad. La acumulación de partidos se ha dejado notar, si bien cabe recordar que el Sevilla fue eliminado pronto de la Copa y tuvo más respiro que, por ejemplo, Real Madrid y Barcelona.

Paralelamente, el equipo ha pasado de marcar goles con facilidad a firmar tan sólo tres en sus cuatro últimas citas. El acierto de antes ha desaparecido a la hora de la verdad... al tiempo que el nivel defensivo bajaba de forma preocupante. La eliminación de la Champions responde a estos dos lastres, aunque hay más razones.

Como no puede ser de otra forma, Sampaoli tiene su cuota de culpa en los éxitos y en las decepciones. El técnico fue señalado tras caer en la Copa y lo es también ahora por su decisiones. ¿Afectan tantos cambios al equipo? Si es así, ¿qué motiva que sus decisiones no den el resultado de antes? ¿Por qué, más allá de que no estuvieran los más cualificados, no había un lanzador claro en el campo cuando N’Zonzi falló el enésimo penalti? ¿Es de recibo lo visto a la hora de decidir quién lo tiraría?

Las preguntas son numerosas. Al Sevilla sólo le queda una competición a la que agarrarse y es la Liga. ¿Podrá luchar por ella hasta el final? Lo único claro es que este Sevilla de Sampaoli está en deuda con su afición. Una deuda de verdad y que está obligado a saldar.