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Actualizado: 14 jun 2015 / 21:51 h.
  • Leche. Plegarse a la invasión de Irlanda o forjar el frente andaluz
    Cristina Capela, Vicente Pérez, Leoncio Medina, Víctor Yuste, Emilio de León y Juan Moreno, momentos antes de la jornada técnica. / Jesús Barrera
  • Leche. Plegarse a la invasión de Irlanda o forjar el frente andaluz
    Un momento de la jornada técnica sobre el conjunto de la cadena alimentaria del sector lácteo celebrada en la Hemeroteca de El Correo de Andalucía. / Jesús Barrera

¿De dónde viene la leche?

No es gratuita la pregunta. El niño respondería: de la nevera. El ya mayor diría: de la vaca. El industrial lácteo replicaría: del brik o de la botella. El supermercado agresivo saltaría: de mi tienda, e incluso te la regalo. Y el ganadero se quejaría: hoy de aquí, de Andalucía, y mañana quizás solo de Irlanda, o de Holanda, o de Dinamarca, menos de aquí.

Si analizamos las respuestas, ordeñaremos estas conclusiones: una, desconocimiento; dos, cada uno con su propia guerra; tres, qué poco vales; y cuatro, tenemos un grave problema. Mientras nos enfrascamos en tales frentes y guerrillas, asistimos impasibles a la desaparición de las cuotas lácteas que han regido la producción europea durante tres largas décadas y los países con mayores rendimientos –y lo son porque tienen verdes sus prados todo el año– están ya preparados para, sí, una invasión de la leche.

Hemeroteca de El Correo de Andalucía, ubicada en la sede del Grupo Morera & Vallejo, en Sevilla capital. Se reúnen el ganadero cordobés Leoncio Medina, adscrito a la cooperativa Covap; el director de Producciones Ganaderas y Compras de esta empresa, Emilio de León; el director gerente del Foro Interalimentario, Víctor Yuste; dos representantes de Asaja de Andalucía: su director general, Vicente Pérez, y Cristina Capela, de los servicios técnicos de esta organización agraria; y el presidente de la asociación de consumidores UCA-UCE, Juan Moreno.

Mírense a los ojos, tutéense, relaten problemas y soluciones y a ver qué pueden hacer entre todos, que este periodista levantará el acta del encuentro técnico para general conocimiento.

Como quien aquí manda es el consumidor, el que decide qué comprar y qué no, Juan Moreno habla el primero. En un entorno de crisis económica, sostiene, el precio, qué duda cabe, fue y es un factor decisivo al coger una u otra leche. Pero si el consumidor tuviera también una rigurosa información sobre los problemas del sector y fuera consciente de los mismos, podría cambiar su decisión de compra y, siendo «solidario y justo», contribuir a atajarlos, incluso en contra de sus propios intereses: pagando más.

«Yo quiero y puedo vivir de mis vacas, pero no ser un esclavo», salta Leoncio Medina, sentando cátedra ganadera y respeto por su edad, su campero lenguaje y su visión empresarial del agro, y unas manos que, a cada dos por tres e inconscientemente, cierra con el pulgar en vertical: es la posición de ordeño.

Tiene suerte, dice, de pertenecer a Covap, que marca la calidad desde la vaca: el bienestar, el tanque de frío, el control de las bacterias, la selección de los sementales, la gestión informática de la finca familiar, la inversión en maquinaria... «Somos más exigentes en calidad y trazabilidad que la propia legislación de la Unión Europea». El consumidor, agrega, tiene la garantía plena de qué leche está tomando. «Esto tiene un precio y tiene que ser justo. Ni más ni menos. Justo».

«La cadena alimentaria está rota. El consumidor se va hacia el producto más barato», tercia Vicente Pérez, quien incorpora al debate la ausencia de competencia real, dado que, al margen de Covap, que comercializa la producción de sus socios, tan solo hay otro comprador de leche a los ganaderos, y a eso se le llama monopolio. «Las autoridades de la Competencia deberían actuar. Y necesitamos acuerdos de (precios) mínimos», apunta al tiempo que Cristina Capela asiente. Pero el director general de Asaja-A abre la caja de los truenos al citar un país: Irlanda.

En efecto, aunque dijo que okey a la supresión de las cuotas lácteas –repartía la producción de leche por Estados, siempre deficitaria en el caso de España–, Pérez matizó que tal desaparición tendría que haber sido «escalonada», porque a quienes producen menos –España y, dentro de ésta, la seca Andalucía– «nos van a arruinar». Se espera un reguero de leche desde Irlanda –«y, ojo, no es nuevo, ya lo estaban advirtiendo»– y un descalabro de los precios. «Pero que nadie, ningún consumidor piense que la leche barata va a durar mucho tiempo. Una vez que acaben con nosotros, serán ellos quienes fijen los precios», sentenció, mientras, cual reflejo unánime, Leoncio Medina, Emilio de León, Víctor Yuste y Cristina Capela asintieron con la cabeza y los ojos de Juan Moreno denotaron sorpresa: «No, lo de Irlanda no lo sabía, ni creo que los consumidores lo sepan», reconoció.

La cadena sostenible

«No podemos permitirlo. Todos, absolutamente todos, tendremos que ponernos las pilas». Parapetarnos exige primero que nos conozcamos a nosotros mismos, «nuestra propia casa», alegó textualmente Emilio de León. Saber nuestros costes para reforzar la eficiencia porque solo siendo competitivos se podrá armar una barrera de entrada. Los costes del ganadero, sí, pero también extender la implicación a los agricultores, que suministran los cereales para los piensos, y al conjunto de la cadena agroalimentaria en la búsqueda de la «sostenibilidad». Un modelo donde todos ganen, y no solo unos a costa de los otros, y aquí el eslabón más débil es Leoncio, el ganadero.

«Cuando ordeño, quiero creer en esa cadena sostenible, y si alguien falla, por ejemplo cuando una cadena vende a pérdidas (es decir, por debajo de los costes de producción), hay que ir a por él», agregó este último.

En el encuentro de El Correo, organizado gracias a la colaboración de Asaja, UCA-UCE, el Foro Interalimentario y algunas de las empresas que lo integran, como Covap y Mercadona, Emilio de León desgranó el proyecto de la cooperativa bautizado como Covap 45, que rastrea la máxima eficiencia en las explotaciones de vacuno de leche. «Uno de nuestros éxitos es reunir lo bueno de la empresa familiar, pues al fin y al cabo la mayoría de las ganaderías socias son familiares, con la dimensión de una gran empresa», arrancó. Tal mezcla lleva a la implicación de los ganaderos, que son los primeros en ser conscientes de que ganar competitividad empieza por ellos mismos.

Covap 45 no es otra cosa que indagar cuánto cuesta producir, dónde se va el dinero. El coste medio –explicó– está en 32 céntimos por litro de leche, pero hay quienes lo obtienen con 27 y otros llegan a 36. ¿Por qué? Eso es precisamente lo que se trata de averiguar. Dónde radican las ineficiencias para atajarlas. Parece sencillo, y no lo es. La explotación ganadera de Leoncio Medina es una de las analizadas, «y el tío lo está haciendo bien». Miró entonces a Vicente Pérez: «Sí, la cadena alimentaria está rota, salvo excepción».

¿Excepción? Sí, la experiencia de Covap. No le duelen prendas al presumir de un modelo que trata de buscar la rentabilidad en todos los eslabones –ganadero y cooperativa y dentro de éstas sus fábricas, entre ellas la láctea– y que se quiere extender al agricultor, una relación de «márgenes rentables» que mantiene con la cadena de supermercados Mercadona, de la que es interproveedor (proveedor estable) para la leche (marca Hacendado). «Nuestro modelo vale: no quiere decir que sea el mejor, pero nos funciona». Y el dirigente de la patronal agraria no tuvo más remedio que reconocerlo: «Sí, sois un ejemplo».

De León consideró que las administraciones públicas deben ser contundentes al perseguir las ventas de leche por debajo de coste y resaltó el «papel fundamental» que está llamada a jugar la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA). Porque esa leche sin precio, además de quebrar al conjunto de la ganadería, ¿qué garantías de seguridad alimentaria y trazabilidad tiene?, se cuestionó. Los consumidores, dijo, tienen que hacerse la misma pregunta y poner en valor al ganadero andaluz. «Sí, tiene que haber más información, porque hay establecimientos que incluso te regalan la leche si compras otras cosas o si el importe del carro supera tal o cual cantidad», precisó Juan Moreno.

Víctor Yuste lleva un buen rato alzando la mano. Si no habla, revienta. «Fíjense. Están hablando aquí distintos eslabones de la cadena agroalimentaria que hasta hace poco tiempo se pegaban. Y solo por ello vale muchísimo la pena venir a este encuentro». Dicho esto, el directivo recuperó la afirmación de la ruptura de la cadena agroalimentaria para introducir un matiz: la necesidad de «alianzas estables y transparentes, con márgenes y riesgos compartidos y a largo plazo». Su dedo apuntó a Leoncio Medina al sentenciar: «El resto de los eslabones debe hacer fuerte al sector primario. Cualquier ganadero andaluz debe vivir dignamente y ojalá algún día pudiera prescindir de la PAC porque esta no fuera siquiera necesaria, señal de que todos sus ingresos vendrían del mercado».

Para Yuste, la supresión de las cuotas lácteas podría ser una oportunidad siempre y cuando sea un camino de todos. «O todos a una o estamos perdidos ante Irlanda». Y por supuesto, agregó, hay que luchar contra «la banalización de la leche», en referencia a las ofertas agresivas que la convierten en mero producto reclamo para llenar el carro de la compra. «Es un agravio, es una estafa al consumidor. Y a quienes hacen las cosas bien hay que tenerlos en cuenta». Para este representante del Foro Interalimentario, la AICA y la Ley de la Cadena Alimentaria tienen «un gran recorrido. Están arrancando y su actividad, sí, ya se nota».

«La AICA es nuestra tabla de salvación», suelta Leoncio Medina, mientras Juan Moreno espeta un «esperemos», y recuerda cómo en Andalucía se creó una Mesa del Sector Lácteo que, tras parirse, no cató más reunión. El presidente de UCA-UCE, asimismo, hace hincapié en que los consumidores desconocen las relaciones entre los distintos eslabones de la cadena. «En la leche hoy no existe precio, se regala, y me preocupa eso que decís de que los irlandeses se conviertan en los dueños del mercado español a largo plazo». Moreno incide, además, en la urgencia de que las administraciones públicas garanticen la justicia y la competitividad en los mercados. El libre albedrío no vale.

«Los enfrentamientos entre eslabones no conducen a nada», comenta Víctor Yuste. «No. No podemos dejar que entren los irlandeses, o los holandeses, o los daneses, o quienes sean, mientras aquí seguimos con la guerra de guerrillas», apostilla Leoncio Medina. «No, nuestros ganaderos no están juntos, y aquí no tanto, pero en Galicia lo están ya pasando mal», apunta Vicente Pérez. Y Cristina Capela remata: «Al ganadero hay que mimarlo. Se ha dicho aquí que el jefe es el consumidor. Para mí, el jefe es el ganadero. Pero, sí, es cierto que se pueden hacer las cosas mejor. Así, la supresión de las cuotas sería una oportunidad, no una debilidad».

Llegados aquí, pregunta el periodista. Si Covap es el modelo, ¿por qué los ganaderos andaluces no se adscriben a la cooperativa? «Estaríamos encantados de asumir toda la leche de Andalucía y, de hecho, tenemos un importante plan de crecimiento para la producción láctea de aquí al año 2018 pero...». Sí, siempre hay un pero. El modelo de la cooperativa –argumenta De León– hay que asumirlo de forma estable, y no hoy sí porque me conviene el precio, y mañana no porque me voy a la competencia y te doy la puñalada trapera. El ganadero refuerza el comentario del directivo. «Por un solo céntimo en el litro de leche hay quienes se cambiaban de empresa. Lo hemos vivido. El pelotazo es el gran error. Nosotros hemos creído en lo nuestro, en este modelo».

Emilio de León, mirando a Vicente Pérez, le repite y concluye: «Sí, toda la leche de Andalucía. Y si no lo hacemos nosotros, lo harán otros y nos barrerán a todos».