La dependencia excesiva que las fundaciones tienen de los dividendos emanados de los bancos en los que participan como accionistas resulta «preocupante» para su financiación futura y, por tanto, para la Obra Social y Cultural. «Esta situación podría verse agravada para las fundaciones ordinarias que se han quedado sin participación en la entidad bancaria, o en caso de tenerla es poco relevante».
Al menos así lo entienden los autores del reciente informe de la CECA sobre el mapa de las fundaciones surgido tras la reestructuración financiera en España, expertos que lanzan una serie de recomendaciones al respecto. «De la misma manera que ha ocurrido dentro del sistema financiero, cabría esperar una tendencia orientada hacia la fusión con fundaciones de mayor dimensión por parte de aquellas fundaciones más pequeñas que se han quedado sin vías visibles de ingresos, con la finalidad de aumentar el impacto que puedan generar con su Obra Social sobre el territorio en el que operan», reseñan.
Es más, consideran «fundamental» la búsqueda de alianzas dentro y fuera del ámbito financiero. «La construcción de un mapa colaborativo podría ser una herramienta sumamente útil que plasme objetivos comunes, recursos disponibles y conocimiento del territorio donde actúen. Y para ello, haría falta pasar de un modelo tradicional competitivo a otro basado en relaciones cooperativas y de colaboración».
Pero los peligros, advierten, incluso podrían llegar para las fundaciones bancarias, puesto que, «a tenor literal de la exposición de motivos de la ley (de diciembre de 2013)», la intención del legislador es persistir en la reestructuración financiera reduciendo la participación de aquéllas en la banca.