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Actualizado: 28 feb 2022 / 16:03 h.
  • Jugadores del Sevilla celebrando la victoria. / E.P.
    Jugadores del Sevilla celebrando la victoria. / E.P.

En el derbi que protagonizó la jornada 26 de LaLiga se respiró una alta tensión. Los acontecimientos que marcaron aquel fatídico encuentro de Copa del Rey semanas atrás fueron un claro precedente de la actitud que tomaron los jugadores ayer. Desde el pitido inicial concurrieron tanganas, entradas a destiempo y discusiones continuas. A fin de cuentas, comportamientos propios de jugadores conscientes del significado de tal partido para las entidades que defienden. Si por la mentalidad fuera, el partido habría estado igualado. Sin embargo, el fútbol decantó la balanza hacia un lado.

La primera parte del Betis fue propia de temporadas en las que el equipo verdiblanco ha terminado por debajo del décimo puesto de la tabla. Impreciso en la salida de balón, sin oportunidad de crear juego y con un ritmo inferior al del equipo local. El problema más grave: la defensa. La línea defensiva de los de Pellegrini fue un desastre; un camino de rosas para las internadas del Sevilla, comandadas por un lúcido Tecatito. El más señalado fue Bartra, que forzó a Bravo a cometer un penalti tras una espantosa acción defensiva contra En-Nesyri. A pesar de que los ánimos estaban caldeados en ambos lados -prueba de ello fue la doble cartulina amarilla que zanjó la pelea entre Canales y Jordán- el Sevilla dominó por completo la primera mitad.

Había dudas en la portería bética. La apuesta de Pellegrini consistió en la titularidad del veterano portero chileno. Obviando el penalti anteriormente mencionado, en el que el fallo principal proviene de la defensa, este cometió un grave error ante un disparo cruzado de Munir. El marroquí, que llevaba una temporada sin pena ni gloria, batió con facilidad a un Bravo que pudo hacer más de lo que mostró. O quizás no. El caso es que el 2-0 del Sevilla hizo preguntarse a media afición bética el porqué de la decisión de sentar a Rui Silva.

Pese a las carencias del Betis, el Sevilla jugó un fútbol magnífico en varios tramos del partido, y pudo haber generado más goles de los que indicó el resultado final. El cuadro de Lopetegui sabe lo fuerte que se puede hacer en casa, y de nuevo, no falló. El sol de Sevilla iluminaba las constantes acometidas que realizaban los de Lopetegui por las bandas, aprovechando la espesura de los laterales béticos. Un espectáculo que, aunque sólo duró 45 minutos, le valió al local para hacerse con el partido.

La segunda parte tuvo un guion distinto. Parecía que el Sevilla le había cedido el balón al Betis, como si de una especie de puesta a prueba se tratara. El Betis aprovechó esto y generó peligro, aunque con cuentagotas. Las llegadas más claras fueron solventadas por el fiable portero del Sevilla, o falladas por el propio equipo verdiblanco. En el momento en el que Alex Moreno falla una ocasión manifiesta de gol, con la portería casi vacía, el aficionado de un equipo se olvida de que su lateral lleva cuatro goles y tres asistencias en lo que va de temporada, y se limita a condenar al jugador por el fallo. Es comprensible, pues en ese instante todo se reduce a meter la pelota en la red, a recortar distancias con el eterno rival, a escapar de la pesadilla que sufre durante meses el equipo que pierde el derbi. El ejemplo perfecto de esto lo realizó Canales con su gol de falta en los minutos finales, que de nada sirvió para darle la vuelta al encuentro.

El Sevilla se llevó el encuentro liguero más importante para los equipos sevillanos, con argumentos de sobra. Ocho son los puntos que distancian en la actualidad a los clubes hispalenses, lo que agrava la euforia y el desazón de cada uno. En el global de los derbis de esta temporada domina el Sevilla, con dos partidos ganados frente a uno del Betis. Al igual que la eliminatoria que ganó el Betis en Copa eliminó al Sevilla del torneo, este partido parece haber sentenciado la segunda plaza de LaLiga. Sin embargo, un hipotético encuentro en UEFA podría cambiar este resultado global, para bien o para mal de cada equipo. En cualquier caso, como dice Pellegrini, el Sevilla será el ‘dueño’ de la ciudad hasta el siguiente derbi.