Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 03 ago 2022 / 04:00 h.
  • Diego Armando Maradona con la selección argentina.
    Diego Armando Maradona con la selección argentina.

A veces, lo más extravagante y pintoresco no tiene por qué ser lo mejor. A veces, lo más difícil es encontrar lo bueno en lo más básico.

“La compleja sencillez”, aquello a lo que tanto recurría Ortega y Gasset. “Jugar al fútbol es muy simple, pero jugar un fútbol simple es lo más difícil del mundo”, decía, al hilo, Johan Cruyff, en sus tiempos como entrenador. Pero ¿Qué significa jugar un fútbol simple? Y, sobre todo, ¿Por qué es lo más difícil del mundo? En el intento por descifrar esta frase del histórico jugador y técnico holandés, es obligado hacer hincapié en lo que significaba, para él, la simplicidad.

Un fútbol simple era, en su pensamiento, uno donde todo fluyera, uno divertido, donde los futbolistas jugaran de memoria, que potenciara el espectáculo e hiciera al espectador desear que llegara la segunda parte, la siguiente jugada, el siguiente pase, la siguiente ocasión. Un fútbol simple era, para el ex futbolista de Ajax y Barça, uno bueno. Cuando se hace parecer que algo es fácil, es porque se está haciendo bien, pensaría el bueno de Johan. Por eso, la segunda parte de su frase podría traducirse como: “un fútbol tan bien hecho que parezca fácil es lo más difícil del mundo”.

El principio, en cambio, es bastante claro: “jugar al fútbol es muy simple”. Y es que, literalmente, es muy fácil. Solo basta con no coger el balón con las manos, cogerlo solo dentro del área si se es portero, y poco más. Enhorabuena, de mejor o peor manera, ya se estaría jugando al fútbol.

Aprovechando esta afirmación, ya que ha quedado (más o menos) claro, lo que “el flaco” quería decir, llega la hora de introducir un concepto que marca la historia de este deporte y, por consiguiente, la línea argumental del reportaje: jugar bien al fútbol. ¿Cómo se hace?, ¿Significa jugar bien salir a atacar y marcar tres goles por partido?, ¿Significa jugar bien pasarse la pelota al primer toque sin que el rival “la huela”?,

¿Significa aprovechar los espacios y hacer contragolpes vertiginosos?,

¿Significa defenderse atrás con uñas y dientes?, ¿Hacerse fuerte en el balón en largo?, ¿En el balón parado?... Pues bien, la respuesta es sí. Pero también la respuesta es no.

Puede ser que jugar bien sea que “se caigan los goles de los bolsillos”, que el rival no la toque, o que se esté saliendo rápido a la contra. Pero también puede que, incluso haciendo eso, un equipo no esté jugando de la mejor manera. Todo depende de lo que el entrenador quiera para ese conjunto y considere mejor para ganar. Por lo tanto, se podría definir el concepto de “jugar bien” como la aproximación que un equipo tiene a la forma de jugar que su director técnico le exige.

Para ello, el míster pondrá a disposición de sus jugadores una táctica y una estrategia que crea más oportuna. Táctica que dependerá del tipo de jugador que tenga, de su mentalidad, del contexto del equipo, de la exigencia de su afición, de la historia del club, del tipo de partido... Un sinfín de elementos (de los cuales, muchos traspasan lo meramente futbolístico) que se han ido buscando a lo largo de las décadas. Un cúmulo de circunstancias que, aun teniéndolas a favor, no aseguran la gloria.

¿Por qué?, ¿Se tiene que dar algo más?, ¿Quién ha alcanzado la perfección?, ¿Quién se ha quedado en el camino?, ¿Depende todo de la táctica?, ¿Cuánto pesa lo emocional?, ¿Cuánto pesa lo científico?, ¿Es una mezcla de ambos elementos?

LA “PREHISTORIA” DEL FÚTBOL

Antes de llegar a lo que es actualmente y ha sido durante años, el fútbol (si se le podía llamar así), tuvo una era “prehistórica”: juegos que se parecían a lo que hoy se conoce como tal, con distintas reglas, pero misma base y objetivo: golpear un balón. Por más que se hayan encontrado registros, tanto en Europa como en América o África, de juegos muy primitivos, se cree que su verdadero origen es China, hace más de dos mil años. En dicho lugar se practicaba un deporte que servía como entrenamiento militar en el que estaba permitido el daño físico y el capitán del equipo perdedor era azotado en público.

En la época medieval, en Japón se comenzó a popularizar el Kemari, un juego que consistía en impedir que un balón tocara el suelo, solo mediante el uso de los pies. Este momento significó la primera priorización de la técnica sobre la fuerza en un deporte de pelota. A la vez, en Europa, concretamente en las Islas Británicas y Francia, se empezaban a practicar juegos cuyo objetivo era trasladar una pelota de un punto a otro, pero la violencia seguía siendo el aspecto más característico. Tanto fue así, que en el siglo XIV se declararon ilegales en Inglaterra. Más adelante, se llegó a amenazar con la excomunión y grandes sanciones económicas a quien lo practicara.

En el siglo XVI, en Florencia, surgió el Calcio Fiorentino. Esta nueva actividad consistía en introducir una pelota en un agujero que había a cada lado del campo, con equipos formados por 27 jugadores.

Mencionados juegos fueron evolucionando por distintas partes del mundo, pero no fue hasta mediados del siglo XIX cuando formas mucho más parecidas al fútbol actual se pusieron de moda, sobre todo en las zonas más pudientes de las Islas Británicas.

Poco a poco, fueron apostando por crear un reglamento que no estuviera basado en golpear al rival para conseguir el control del balón. Además, practicado en escuelas privadas, este deporte tenía reglas distintas que variaban mucho de un colegio a otro (en unos se podía correr con el balón en las manos y en otros no; en unos había una línea de fuera de juego y en otros no, etc.).

Así pues, en 1848, se reunieron en el Trinity College de Cambridge representantes de varias escuelas y trataron de hacer un código que recogiera normas básicas para el ejercicio de ese deporte. Quedó reconocido como el “Reglamento de Cambridge” (según La razón: inicio y reanudación del juego tras cada gol, saques de meta y de banda, utilización de las manos para tocar el balón...), y fue tomado, junto al de Sheffield (que incluyó elementos como la utilización de un travesaño sólido para unir los postes verticales de la portería o la introducción del saque de esquina, banda y faltas), como base para la creación del actual.

Pero no fue hasta el 26 de octubre de 1863 cuando, en la taberna Freemasons’s de Londres, se realizó una reunión en la que se creó la Asociación de Fútbol (“FA”). En la asamblea se encontraban representantes de todas las asociaciones que practicaban dicho deporte, y todos se dispusieron a redactar el primer reglamento de fútbol, escribió Alfred López en un artículo para 20Minutos, en 2009.

De ese primer estatuto salieron catorce reglas, y, las demás, se fueron acordando durante los dos meses en los que se estuvieron viendo en asamblea hasta llegar a unas líneas generales de juego que perduran hasta el día de hoy. Aun así, no todos los clubes estuvieron de acuerdo con el escenario establecido, pues el Blackheath se opuso a reglas como que no se permitiera coger el balón con las manos o que las patadas a un jugador contrario estuviesen penalizadas. Su representante, poco tiempo después, fue uno de los fundadores de la Federación Inglesa de Rugby, afirma Alfred López en su artículo.

“EDAD ANTIGUA”

El fútbol (ya propiamente dicho) se fue expandiendo por las Islas Británicas y a lo largo de Sudamérica y Centroeuropa, y tan solo siete años después de la creación del primer reglamento oficial, nacieron los encuentros de selecciones. Entre 1870 y 1872, la inglesa, fundada en aquel 1863, y la escocesa, jugaron cinco partidos amistosos (no reconocidos por la FIFA como oficiales, ya que el combinado escocés estaba formado solo por jugadores que residían en Londres y los partidos fueron organizados por un jugador de Inglaterra, que era administrador deportivo) en los que el cuadro inglés salió invicto.

En el primer partido, los ingleses salieron a jugar con gorras (“cap”, en inglés), por eso, en Inglaterra se usa esa palabra para referirse a las internacionalidades de cualquier jugador. El 30 de noviembre de 1872 se disputó, por fin, el primer partido internacional oficial, en el que ambos conjuntos empataron a cero ante 4.000 espectadores.

En medio de la disputa de esas cinco primeras internacionalidades, tuvo lugar la fundación del torneo más antiguo de la historia del fútbol, la “Football Association Challenge Cup” (FA Cup). Su primera edición fue en la temporada de 1871-1872, donde el Wolverhampton Wanderes acabó campeón. Sigue vigente en la actualidad.

La FA Cup abrió la puerta al profesionalismo en el fútbol. Hasta la fecha, este deporte “se consideraba una diversión, no un negocio”, expone Álvaro Oleart, en la página web de La Media Inglesa. Pero el cobro de las entradas para asistir a los partidos de esta nueva competición hizo que los futbolistas comenzaran a recibir ofertas económicas para jugar. Además, las multitudes que atraía, provocó que muchas empresas se unieran a él para buscar un beneficio económico. En un comienzo, los partidos eran promocionados por dueños de bares y casas de apuestas, principalmente. ¿He aquí el inicio real del “fútbol moderno”? (fútbol moderno como aquel que se trata como un negocio).

La “Football Association” no vio con buenos ojos el hecho de que los jugadores cobraran por jugar, por lo que varios clubes formaron una asociación independiente: la British Football Association (¿La SuperLiga del siglo XIX?). Finalmente, la FA cedió y oficializó el profesionalismo en el fútbol en julio de 1885.

“EDAD MEDIA”

Para lograr una mayor y más regular financiación, los clubes vieron con buenos ojos la creación de una liga, pues los amistosos acabaron sabiendo a poco. En 1888, por iniciativa de la directiva del Aston Villa, se creó la Football League, la primera liga de la historia, formada por, además del organizador, once equipos, todos situados en la mitad norte de Inglaterra. En la siguiente campaña, otros doce equipos del norte (de menor nivel) decidieron crear otra liga: la Football Alliance. Al final, en la temporada 1892-1893, ambas terminaron por fusionarse bajo el nombre de Football League, con dos divisiones, “First” y “Second Division” (en la segunda es donde se adentraron la mayoría de equipos de la Football Alliance), cuenta La Media Inglesa.

A pesar de que ya existía un reglamento unificador por aquel entonces, las cuatro asociaciones del Reino Unido disputaban sus encuentros con reglas levemente diferentes, por lo que los partidos se jugaban con las normas del equipo local. Aunque se desarrollaban sin especiales problemas, en 1882, estas cuatro asociaciones decidieron crear la International Football Association Board, con la principal misión de crear un único reglamento que pudiera ser utilizado por las cuatro, y con él, el primer torneo internacional a nivel de selecciones: el British Home Championship. La nueva competencia abarcó los años entre 1883 y 1984 y, durante mucho tiempo (hasta que el fútbol comenzó a ser disciplina olímpica) fue considerado el más importante del mundo (motivo por el que, en fút-

bol, a diferencia de los demás deportes salvo rugby y crícquet, estas asociaciones juegan por separado y no como Reino Unido, según Colgados Por El Fútbol).

“EDAD MODERNA”

En 1913, la Football Association Board, adquirió la adhesión de la FIFA. En la actualidad, sigue siendo la encargada de definir las reglas del fútbol mundial y sus futuras modificaciones. Y es que el siglo XX estuvo marcado por la fundación de asociaciones y confederaciones regidoras del fútbol internacional y por la creación de más competiciones que magnifi-caron todo lo que se venía fraguando en el siglo anterior: profesionalismo, aficionados, audiencias, patrocinios, globalidad, alcance...(Infografía en la siguiente página).

“EDAD CONTEMPORÁNEA”

Y así se llega al siglo XXI. Aunque el deporte es el mismo que aquel fútbol prehistórico, lo que lo rodea ha cambiado muchísimo. Si cuando se profesionalizó pasó a ser administrado como un negocio, para la década de los 90’, este proceso se elevó de manera vertiginosa, y ya no solo eran la venta de entradas y la publicidad de los bares lo que movía el dinero en el mundo del fútbol. ¿Cómo ha llegado un deporte que se jugaba por diversión a este punto?,

¿Cuándo sucedió?, ¿Ha habido puntos de inflexión, hechos significativos que dieron un vuelco a la situación anterior?, ¿Cuáles han sido?

Álex Delmas, exfutbolista que disputó más de 200 partidos con el Club Deportivo Europa de Cataluña, piensa que el momento a partir del cual el fútbol pasó definitivamente a ser dominado por el dinero, fue la entrada de las televisiones privadas.

Este fenómeno comenzó, en España, en la temporada 90-91’, cuando Canal+ pagó un total de 18.000 millones de pesetas para retransmitir un partido de liga cada domingo. Viendo que la audiencia no decrecía, la empresa fue incrementando el pago hasta que, en la tempo-

rada 97-98’, consiguió retransmitir una jornada completa, según detalla Alfredo Relaño en un artículo para el Diario AS en 2016.

La importancia de los derechos televisivos en los clubes es tal que, para entidades de gran envergadura, como Real Madrid o Barcelona, suponen alrededor de 1/3 de sus ingresos anuales. Pero es que, para los equipos menos mediáticos, esta cifra sube hasta un 80% de la recaudación de un año. En la liga española, una media del 67% de las ganancias de los clubes proceden de los derechos televisivos. Habiendo dado cuenta de estos datos publicados por El Confidencial en 2010 (tras más de una década, los ingresos son aún mayores), es fácil deducir que los directivos y mandatarios de los clubes harían todo lo posible por adaptarse a lo que las televisiones demanden, poniendo al espectador por delante del aficionado. De esa forma, los equipos comenzaron a adquirir, con la entrada de la década de los 90’, unas cantidades de dinero muy superiores de las que había hasta entonces.

Además, este efecto coincidió con la entrada en vigor de la Ley Bosman (1995), una sentencia judicial que erradicó los cupos de extranjeros por equipo. Antes de ese año, un club de fútbol tenía la capacidad de negociar el traspaso de un jugador suyo hacia otro equipo, aunque el futbolista hubiera terminado el contrato que lo unía con su club. Esta sentencia, en la opinión de Albert Morén, desencadenó la llegada a la liga española de cantidad de futbolistas de mucho nivel, porque ya se podían incorporar a tantos comunitarios como se quisiera (antes estaba restringido a tres por equipo).

No es casualidad que ese año llegaran jugadores como Ronaldo al Barcelona; o Roberto Carlos, Davor Suker, Predrag Mijatovic o Clarence Seedorf al Real Madrid. Los equipos comenzaron a aspirar a un tipo de jugador al que antes no llegaban. A la larga, la Ley Bosman significó un descenso en el número de aportaciones de jugadores que las canteras hacían al primer equipo y una progresiva desigualdad en la confección de plantillas entre los grandes y no tan grandes clubes.

Bien es sabido que, cuanto más se tiene, más se quiere tener. Y por esta fecha (finales de los 90’) los clubes comenzaron a ser más poderosos que las asociaciones que lo regían. De ese modo, se empezó a producir un “chantaje”

de “los grandes” hacia los que organizaban sus competiciones, en busca de un trato más favorable.

El mejor ejemplo se da entre varios clubes europeos y la UEFA. Y es que hay equipos que llevan mucho tiempo queriéndose asegurar jugar la Champions, ya que es la competición que más repercusión tiene y en la que más se ingresa por derechos televisivos. Por este motivo, varias han sido las peticiones de estos equipos hacia la UEFA de cambios de formato en el torneo para garantizarse la clasificación, dejándolo menos alcanzable para equipos modestos, y para aumentar el número de partidos con el fin de que suban los ingresos.

Todas estas “peticiones” ha sido otorgadas gracias a la “amenaza” de desvincularse de la asociación y formar una competición cerrada y organizada por ellos mismos en la que prevalezcan sus intereses, y porque a la UEFA tampoco le interesa organizar una competición donde no estén clubes como Madrid, Barça o Bayern de Múnich, que son los que más audiencia garantizan.

La principal amenaza con la que se ha jugado ha sido la creación de una Superliga Europea. Una liga cerrada donde la mayoría de los mejores equipos de Europa se enfrentarían entre sí, y donde solo podrían descender y ascender ciertos clubes de menor nivel.

Aunque el “efecto Superliga” estallara el pasado año, no es un concepto de nueva invención, pues varios clubes importantes de Europa (Real Madrid y Barcelona a la cabeza), llevan tiempo intentando intimidar con esa iniciativa . La primera fue a principios de los 2000’, cuando la ECA (Asociación de Clubes Europeos) abogó por crear una liga con las mismas características que la Superliga. Curiosamente, ese año se comenzó a utilizar el coeficiente UEFA en la Liga de Campeones, para asegurar la estancia de los grandes equipos.

La infografía de la derecha muestra cómo en la temporada 92-93’ se produjo el gran cambio a favor de “los grandes” en la Copa de Europa. A partir de ahí, los clubes no tardaron en seguir pidiendo concesiones con la conminación de abandonar.

El segundo amago fue en 2016, cuando el presidente del Bayern de Múnich, Karl-Heinz Rummenigge, propuso una nueva liga cerrada de 20 equipos, esta vez auspiciada, también, por el presidente de la Juventus de Turín, Andrea Agnelli. Pues bien, ese mismo año, se acordó un nuevo cambio en la Champions para la temporada 18-19’ (infografía de la derecha).

La última y más contundente fue en 2021, cuando, Florentino Pérez y Agnelli, presidentes del Real Madrid y Juventus, sentenciaron la creación de esta competición, bajo el nombre de Superliga, sellada en un documento firmado por varios clubes de toda Europa. El rápido revuelo que se formó y la protesta de aficionados y jugadores, hizo que el proyecto durara muy poco, aunque, formalmente, aún no está del todo acabo, pues el contrato sigue rubricado por los tres principales promotores: Real Madrid, Barcelona y Juventus.

“A mí me gustaría imaginar que no es inevitable una Superliga, pero tiendo a pensar que sí”, afirma Albert Morén. “Yo no soy partidario de la Superliga, pero probablemente se la enfrenta a un fútbol que ya no existe. Que es elitista, es evidente; que privilegia a los poderosos, es evidente; pero futbolistas y la gente de a pie, hace 30 años... Hoy son, prácticamente, extraterrestres a los que es imposible acercarse. Pero, por desgracia, creo que es algo absolutamente irremediable, que va con el desarrollo de la humanidad y de la tecnología. El mundo evoluciona, y, si evoluciona el mundo, el fútbol no va a estar aparte”, data.

Además de la afición, hay dos sectores fundamentales sobre los que la creciente influencia del dinero en el fútbol puede repercutir de manera relevante. Uno de ellos son los entrena-

dores. El catalán Albert Ballesteros, autor del libro Pep Táctico, es director técnico del equipo sub20 del Asociación Liga Deportiva Alajuelense, de Costa Rica. Mediante llamada telefónica, opina sobre esta cuestión. “La influencia del dinero repercute en el sentido de que varias de las decisiones que toman muchos clubes tienen un fondo económico. Por ejemplo, en cuanto a ventas de jugadores, muchas tienen como fin recaudar más dinero para hacer el club más viable y estable. Eso, en lo deportivo, influye al entrenador”.

El otro grupo es el de los propios futbolistas. Luismi Gutiérrez, nombrado recientemente mejor jugador de los cinco grupos de la Segunda División RFEF española, piensa que hay categorías con más repercusión que otras y eso va a determinar la visión empresarial del club. “En mi categoría, el propio jugador le da mucha más importancia al dinero porque su sueldo no es uno sostenible, para vivir cómodamente”, finaliza.

¿Qué más ha hecho evolucionar al fútbol? Aparte de la definición del juego, de la reglamentación unificada, de su conversión en profesional, de la creación de torneos, ligas, asociaciones que lo administran y la creciente influencia del dinero. Aparte de lo que lo rodea, ¿Qué puntos de inflexión han incidido para que este deporte haya ido tomando distintos rumbos?

La respuesta es rápida, lo que ha cambiado al fútbol es lo que se vive dentro de él. El fútbol puro, fuera de despachos y dentro de terrenos de juego. Lo que es intrínsecamente este deporte: la táctica, las formaciones, la estrategia, las innovaciones y, sobre todo, los nombres propios. De selecciones, de equipos, entrenadores o jugadores que han cambiado, a base de influencias e innovaciones, la travesía de este deporte durante el tiempo. En la larga lista de grandes combinados a lo largo de la historia se pueden vislumbrar muchos. Unos dejaron su sello por haber ganado; otros, por no ganar, pero legar una influencia gigantesca. “Los mundiales, antes, sí se veían por la televisión, entonces, las selecciones eran las que más influían. Seguramente la historia del fútbol más

todo eso ya ocurre hoy en día, la Champions League no deja de ser eso. Creo que la Superliga lo enfatiza, pero, al final, es hija de los tiempos en los que va el fútbol. A mí me gustaría que fuera otra cosa, pero tampoco soy iluso y no pienso que esté rompiendo un fútbol de los aficionados o un fútbol romántico que, probablemente, no tengamos ya”.

Se podría llamar causa, pero en realidad es consecuencia. Otro movimiento que ha traído consigo el creciente peso del dinero en el fútbol es la entrada de grandes fortunas a los clubes. Albert Morén recuerda que, aunque siempre las ha habido (como el Milán de Sacchi con el Imperio Berlusconi), ahora se trata de la mayoría de los casos y de cantidades mucho mayores. El ejemplo más claro es el de Román Abramovich con el Chelsea FC. Un club que, aunque no fuera pequeño, no estaba en la primera élite, ha pasado a ser uno ganador de dos Ligas de Campeones y ha terminado llegando a jugadores que antes no podía. En la Primera División Española, por ejemplo, menos los cuatro clubes que son de propiedad anónima, el resto es propiedad de alguien con dinero.

Además, para rizar el rizo, en los últimos años, esas grandes fortunas no están vinculadas con personas, sino con países, que lo dimensiona todo muchísimo más. Es el caso del Manchester City con Mansour bin Zayed Al Nahyan (su familia, tercera mayor fortuna en el fútbol, para Forbes, gobierna Abu Dabi); PSG con Nasser Al-Khelaifi (contacto con el Emir de Qatar); o Newcastle con Mohammed Bin Salman (príncipe heredero de Arabia Saudí). Irati Prat, periodista e historiador deportivo, habla del tema y trata de relativizarlo todo un poco, ya que, en los 80’, en Italia, cualquier equipo tenía una estrella internacional gracias a las grandes fortunas. Y es que, entonces, el fútbol moderno era eso en comparación con lo que se había vivido antes. “Es tremendamente relativo”, reitera.

¿Recuperaremos la esencia de que lo que realmente importa es el deporte, el espectáculo y la afición? “Yo creo que, del dinero, el fútbol, seguramente haya sido siempre. Lo que pasa es que, probablemente, lo que ha ocurrido a lo largo de la historia, es que el dinero ha salido de sitios diferentes”, afirma.