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Actualizado: 11 jul 2022 / 18:18 h.
  • Sudáfrica y el beso a Sara Carbonero: 12 años de aquel sueño

La Selección Española de fútbol cumplía hasta bien entrado este siglo el adagio de no pasar de cuartos de final, jugara lo que jugara. Cada español –y bien pronto cada española-, uno a uno, sentía en algún momento que debería ser él –o ella- el seleccionador. Como le pasó a Luis Aragonés cuando se vio rodeado de periodistas comentando el batacazo inicial de los hombres de Vicente del Bosque. “Esto se veía venir”, dijo, sin saber aún –como el resto de España- que aquel partido iba a ser la mejor señal de que España estaba trabajando su lucimiento absoluto. Entre aquella primera derrota ante Suiza por 1-0 y el beso que el héroe Casillas le robó a su novia, la reportera Sara Carbonero, nuestro país vivió, sufriendo, una transformación en la percepción de su fútbol más grande que la ocurrida durante el último medio siglo. Y no fue tanto cuestión de técnica como de confianza en nosotros mismos. El portero y la reportera configuraron el 11 de julio de 2010 la estampa de final feliz más globalizadora que hubiéramos podido soñar al comenzar el campeonato.

Del Bosque se vio obligado a cambiar varias cosas después de haber perdido aquel primer encuentro que nuestra selección controló absolutamente. Con un 75% de posesión del esférico por parte de España y un solo balón largo que aprovecharon los suizos, ¿qué podía hacerse sino plegarse al mal fario? Del Bosque confió a continuación en Xavi y cosechó un rotundo 2-0 ante Honduras con goles de Villa que nos hicieron a todos mirar de reojo las pantallas, sin ninguna esperanza todavía. Tampoco la tuvimos cuando ganamos a Chile por 2-1 con goles de Villa e Iniesta. Y ni siquiera cuando le ganamos a la Portugal de Cristiano Ronaldo con otro golazo de Villa. No bastaba, porque demasiada gente no quería a Fernando Torres en el terreno de juego. Y, al fin y al cabo, solo estábamos en cuartos. Como siempre.

El partido con Paraguay, que salvaron Casillas parando un penalti y Cesc con una de esas jugadas de tiqui-taca que tan bien se le daban a Xavi, Pedro e Iniesta, quebró la desesperanza de España. Cuando el día de San Fermín nos vimos frente a Alemania, nadie se esperaba que Puyol –grandioso defensa- resolviera el partido con un cabezazo.

Una final trabajada por Navas

Los elegidos para la final contra Holanda fueron, además de Casillas, Sergio Ramos, Puyol, Piqué, Capdevila, Xabi Alonso, Busquets, Xavi, Pedro, Iniesta y Villa. Luego entrarían Torres, Silva, Marchena y Jesús Navas. Y sería el duende de Los Palacios el responsable de la jugada decisiva arrancándose por la banda, desde bien abajo. Cuando logró llevar el balón a las puertas de la defensa holandesa, ya fueron Cesc, Torres e Iniesta quienes se encargaron de concluir el sueño inesperado. Al día siguiente, un millón de españoles recibía a la Selección en Madrid con la irrevocable convicción de que estábamos entre los grandes.