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Actualizado: 24 ene 2022 / 11:03 h.
  • Foto: E.P.
    Foto: E.P.

En el fútbol existen partidarios de la victoria como objetivo inamovible y partidarios del deleite visual, que priorizan el juego vistoso por encima de los resultados. Combinar los dos conceptos de forma regular resulta una hazaña para la que únicamente los más grandes están capacitados. Sin embargo, este deporte es impredecible, y en él pueden existir períodos marcados por el completo éxtasis o el hundimiento total de un equipo. En este contexto, la mayoría de los clubes pasan alguna de esas etapas cuando se reúnen ciertas variables.

El partido que enfrentó el pasado viernes al RCD Espanyol contra el Real Betis en Cornellá ilustró un concepto inusual: una alineación de factores en la que los jugadores de un equipo, el staff técnico y el entrenador están completamente unidos. Cuando una plantilla atraviesa este tipo de rachas no sólo se lleva los tres puntos con frecuencia, también deja ver asistencias como la del tacón de Canales, un fútbol de pases excelso como el ejecutado por Fekir y William Carvalho y el rendimiento total de un delantero con una técnica ciertamente criticable.

El mérito de mantener una situación similar a la que vive el Betis, vivo en las tres competiciones y ocupante de un inusual puesto liguero, suele recaer en los jugadores de la entidad. Aunque es cierto que estos son los que juegan los partidos y forjan gran parte del logro, siempre existe una cabeza pensante que lo dirige todo. Ya se vió en su día con Simeone (Atlético), Ranieri (Leicester), Erik Ten Hag (Ajax) o el injustamente criticado Lopetegui (Sevilla FC). Aquellos capaces de sacarle el máximo partido a una plantilla equiparable a la media de los equipos de su liga y llevarla a los puestos donde predominan los grandes adinerados valen oro. Y Pellegrini es uno de ellos.

Experiencia, temple y maximización de recursos son tres cualidades que le vienen como anillo al dedo al ‘ingeniero’. Su veteranía viene precedida por su currículum en titanes como el Manchester City o el Real Madrid, y su histórico papel en el Málaga de Champions. Digno del concepto más básico de cualquier empresa, también consigue el mayor rendimiento posible de sus recursos (en este caso, sus jugadores). Dudo que en un contexto diferente Juanmi pudiera llevar una docena de goles en liga, la actual defensa del Betis lograse encajar cifras relativamente bajas de goles y el equipo se situase en puestos de Champions. Sin embargo, el aspecto que más sorprende del chileno es su calma ante la adversidad. El clímax de esto se vio durante la primera semana de noviembre del año pasado, en la que su plantilla sufrió tres derrotas seguidas, siendo una de ellas ante el máximo rival. Pellegrini afrontó un varapalo que haría temblar la posición de cualquier entrenador con una constante confianza en su proyecto que le permitió seguir sumando puntos. El fútbol se lo acabó compensando poco después, algo que no siempre se da.

A pesar del dulce momento que vive la entidad, el aficionado bético debe tener en mente que nada es para siempre. La etapa de Pellegrini, como la de cualquier entrenador, finalizará en algún momento y el equipo debe ser capaz de adaptarse a los tiempos venideros. Evitar a toda costa el tránsito constante de entrenadores, propio del momento en el que un técnico reconocido abandona la entidad, se debe convertir en una de las máximas del club. No obstante, la prioridad del Betis a corto plazo consiste en continuar con esta consecución de victorias y seguir confiando en el fútbol que está maravillando a toda su afición.