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Actualizado: 11 feb 2022 / 17:32 h.
  • En la finca Algaba de Ronda se puede pernoctar en casas concebidas como ejemplo de arquitectura rural, y todo lo que se come procede de la agricultura ecológica que allí se cultiva.
    En la finca Algaba de Ronda se puede pernoctar en casas concebidas como ejemplo de arquitectura rural, y todo lo que se come procede de la agricultura ecológica que allí se cultiva.

“Nuestra gran fortaleza es haber logrado que todas las personas que pasan por aquí, sea cual sea el modelo de actividad que eligieran hacer, con o sin estancia, consideran que Algaba de Ronda es una experiencia especial y personalizada”. Síntesis en boca de María Sánchez Elena, cofundadora y coordinadora de la cooperativa liderada por mujeres que en el año 2002 se atrevió a emprender el reto de convertir una finca de 50 hectáreas en un modelo de conservación del territorio, desarrollo rural, economía regenerativa, educación ambiental, patrimonio cultural y turismo sostenible. El Premio Europa Nostra es el principal de los galardones que han recibido durante sus primeros veinte años de fecunda trayectoria. La mayor satisfacción es hacer realidad el origen etimológico de la palabra algaba, que en árabe evoca bosque a modo de oasis. En este caso no piensen en palmeras, sino en quejigos, encinas y alcornoques que abrigan el bosque de vivencias en las que participar.

A cuatro kilómetros al sur de Ronda, junto a la carretera hacia Algeciras, en un hábitat de monte mediterráneo cuyo entorno es la fértil confluencia de la Sierra de Grazalema, la Serranía de Ronda, la Sierra de las Nieves y el Valle del Genal, la autenticidad y la tranquilidad son a diario el sístole y el diástole de Finca Algaba de Ronda. Solo es posible creerse que era un cortijo decimonónico totalmente en ruinas cuando se ven las fotos realizadas al iniciar esta aventura. Abierto todo el año, dispone de casas rurales para diverso número de personas (cinco, siete, diez, doce, quince,...), ya sean familias o grupos. Tanto quienes deciden pernoctar una o varias noches, como quienes acuden para experimentar durante unas horas el descubrimiento de un lugar muy atractivo, tienen a su disposición numerosas actividades en las que disfrutar y cultivarse, amén de comer y beber en su restaurante, donde todo es alimentación agroecológica, gastronomía serrana y dieta saludable. Una de las opciones más demandadas es combinar la visita o estancia con una degustación de productos ecológicos: verduras y hortalizas, quesos, vinos, miel, jamones, embutidos,...

Algaba de Ronda, donde la escapada turística es reencontrarse con la autenticidad
En sus 50 hectáreas hay numerosos senderos para disfrutar de la biodiversidad del monte mediterráneo.

En Algaba de Ronda hay senderos para descubrir lo que atesora el hábitat del monte mediterráneo. Y observatorios para iniciarse en la pasión por la ornitología, dada la amplia avifauna de la zona. Y áreas centradas en la riqueza geológica de la Serranía de Ronda, donde están categorizadas 72 tipos distintos de rocas.

El Poblado Prehistórico es uno de los hitos más singulares. Con la implicación de investigadores de especialidades diferentes, han creado la reproducción de un asentamiento neolítico en un área de 4.000 metros cuadrados, perimetrada por una muralla de piedra, con 16 cabañas dotadas de todo tipo de utensilios y enseres domésticos, para explicar y experimentar cómo se vivía hace unos 5.000 años en la serranía rondeña el primer modelo de sociedad sedentaria. “Tanto los adultos como los adolescentes o los niños que se inscriben a los talleres vinculados al poblado neolítico se lo pasan muy bien experimentando cómo se hace una excavación arqueológica, o cómo se trabaja el barro para hacer cerámicas primitivas, o cómo se fabricaban los utensilios del tipo hachas de sílex, o cómo se manejaba una hoz”, señala María Sánchez Elena.

Algaba de Ronda, donde la escapada turística es reencontrarse con la autenticidad
Los talleres para experimentar cómo se vivía en un poblado neolítico, por ejemplo manejando el barro para hacer cerámica, hacen las delicias de niños y mayores.

La vida en la finca no es un escaparate tematizado de la cultura rural. Es la gestión real de un territorio con bosque, con flora y fauna, con agricultura ecológica, con ganadería extensiva. Es la combinación de contenidos permanentes y de citas de temporada, como los momentos idóneos en el otoño para descubrir el mundo de las setas, o en primavera para solazarse con las flores. Uno de los grandes logros de Algaba de Ronda es su contribución a la recuperación de razas autóctonas de la biodiversidad del sur de España, como la vaca pajuna, la oveja merina grazalemeña, la gallina andaluza y, sobre todo, el cerdo ibérico rubio dorado. Así lo explica María Sánchez Elena: “Con esta raza de cerdo comenzamos hace 12 años. Con solo tres ejemplares, y ya tenemos cien, y a los visitantes les explicamos sus características y cómo se les cría. Todavía las administraciones públicas la tienen calificada como raza extinguida, estamos insistiendo para que cambien ese criterio y la reconozcan dentro de la denominación de origen del cerdo ibérico”.

Algaba de Ronda, donde la escapada turística es reencontrarse con la autenticidad
En un área de 4.000 metros cuadrados se ha creado un poblado prehistórico, con 16 cabañas, y se participa en talleres para descubrir y entender cómo fue el primero modelo de vida sedentaria.

“Nuestra gran fortaleza es haber logrado que todas las personas que pasan por aquí, sea cual sea el modelo de actividad que eligieran hacer, con o sin estancia, consideran que Algaba de Ronda es una experiencia especial y personalizada”. Síntesis en boca de María Sánchez Elena, cofundadora y coordinadora de la cooperativa liderada por mujeres que en el año 2002 se atrevió a emprender el reto de convertir una finca de 50 hectáreas en un modelo de conservación del territorio, desarrollo rural, economía regenerativa, educación ambiental, patrimonio cultural y turismo sostenible. El Premio Europa Nostra es el principal de los galardones que han recibido durante sus primeros veinte años de fecunda trayectoria. La mayor satisfacción es hacer realidad el origen etimológico de la palabra algaba, que en árabe evoca bosque a modo de oasis. En este caso no piensen en palmeras, sino en quejigos, encinas y alcornoques que abrigan el bosque de vivencias en las que participar.

A cuatro kilómetros al sur de Ronda, junto a la carretera hacia Algeciras, en un hábitat de monte mediterráneo cuyo entorno es la fértil confluencia de la Sierra de Grazalema, la Serranía de Ronda, la Sierra de las Nieves y el Valle del Genal, la autenticidad y la tranquilidad son a diario el sístole y el diástole de Finca Algaba de Ronda. Solo es posible creerse que era un cortijo decimonónico totalmente en ruinas cuando se ven las fotos realizadas al iniciar esta aventura. Abierto todo el año, dispone de casas rurales para diverso número de personas (cinco, siete, diez, doce, quince,...), ya sean familias o grupos. Tanto quienes deciden pernoctar una o varias noches, como quienes acuden para experimentar durante unas horas el descubrimiento de un lugar muy atractivo, tienen a su disposición numerosas actividades en las que disfrutar y cultivarse, amén de comer y beber en su restaurante, donde todo es alimentación agroecológica, gastronomía serrana y dieta saludable. Una de las opciones más demandadas es combinar la visita o estancia con una degustación de productos ecológicos: verduras y hortalizas, quesos, vinos, miel, jamones, embutidos,...

En Algaba de Ronda hay senderos para descubrir lo que atesora el hábitat del monte mediterráneo. Y observatorios para iniciarse en la pasión por la ornitología, dada la amplia avifauna de la zona. Y áreas centradas en la riqueza geológica de la Serranía de Ronda, donde están categorizadas 72 tipos distintos de rocas.

El Poblado Prehistórico es uno de los hitos más singulares. Con la implicación de investigadores de especialidades diferentes, han creado la reproducción de un asentamiento neolítico en un área de 4.000 metros cuadrados, perimetrada por una muralla de piedra, con 16 cabañas dotadas de todo tipo de utensilios y enseres domésticos, para explicar y experimentar cómo se vivía hace unos 5.000 años en la serranía rondeña el primer modelo de sociedad sedentaria. “Tanto los adultos como los adolescentes o los niños que se inscriben a los talleres vinculados al poblado neolítico se lo pasan muy bien experimentando cómo se hace una excavación arqueológica, o cómo se trabaja el barro para hacer cerámicas primitivas, o cómo se fabricaban los utensilios del tipo hachas de sílex, o cómo se manejaba una hoz”, señala María Sánchez Elena.

La vida en la finca no es un escaparate tematizado de la cultura rural. Es la gestión real de un territorio con bosque, con flora y fauna, con agricultura ecológica, con ganadería extensiva. Es la combinación de contenidos permanentes y de citas de temporada, como los momentos idóneos en el otoño para descubrir el mundo de las setas, o en primavera para solazarse con las flores. Uno de los grandes logros de Algaba de Ronda es su contribución a la recuperación de razas autóctonas de la biodiversidad del sur de España, como la vaca pajuna, la oveja merina grazalemeña, la gallina andaluza y, sobre todo, el cerdo ibérico rubio dorado. Así lo explica María Sánchez Elena: “Con esta raza de cerdo comenzamos hace 12 años. Con solo tres ejemplares, y ya tenemos cien, y a los visitantes les explicamos sus características y cómo se les cría. Todavía las administraciones públicas la tienen calificada como raza extinguida, estamos insistiendo para que cambien ese criterio y la reconozcan dentro de la denominación de origen del cerdo ibérico”.

Algaba de Ronda, donde la escapada turística es reencontrarse con la autenticidad
Las ovejas merinas grazalemeñas son una de las razas autóctonas recuperadas desde la finca Algaba de Ronda.

Una de las claves fundamentales del éxito de Algaba de Ronda es su capacidad de articular redes de economía social. Su atractivo turístico, el bienestar que aporta, es consecuencia de ser una finca experimental donde muchos ingresos proceden de la interacción con diez empresas locales, con numerosas asociaciones, y con cuatro universidades. Mediante la gestión de los recursos naturales, la consultoría técnica en desarrollo rural, los servicios pedagógicos de patrimonio cultural, los proyectos de investigación sobre la biodiversidad, los programas de educación ambiental, su idoneidad para el rodaje de escenas de películas y documentales, su capacidad para acoger y organizar seminarios o celebraciones. Todo ello permite reverdecer la belleza de un lugar que está en las antípodas del turismo desmadrado e inconveniente. Algaba de Ronda, además de horizonte de esperanza para el equilibrio demográfico del medio rural, es turismo de hoy y de mañana.

Ver más en: https://www.algabaderonda.com