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Actualizado: 09 may 2021 / 04:00 h.
  • Ansiedad y depresión: la sociedad insomne

No dormimos o dormimos poco, España parece que va a la cabeza de esta especie de sociedad vampira a la que las noches le son cada vez más ajenas para el sueño. Somos campeones en el consumo de pastillas. A ver si ahora que acaban bastantes limitaciones nos desfogamos más por ahí y caemos rendidos en la cama o bien aparece el otro insomnio por exceso de disipación.

España, el mayor consumidor de ansiolíticos

Una investigación de María Álvarez del Vayo, Ángela Bernardo, Carmen Torrecillas, Olalla Tuñas y Eva Belmonte publicada en la web civio.es arranca afirmando que “en España, como en algunos países de la Unión Europea, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos sigue creciendo. Tanto, que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes señala a España como el país del mundo con mayor consumo legal de benzodiacepinas. La falta de acceso a tratamiento psicológico no ayuda a que la situación mejore”. Curioso, porque España se sitúa entre los primeros 25 países más felices del mundo, concretamente está en el puesto 24, puede que la química cerebral tenga algo que ver en eso.

Dice El Confidencial que junto con Portugal y Croacia, España ya se situaba en el pódium en datos en consumo de ansiolíticos, como el diazepam o el lorazepam (Valium y Orfidal en sus versiones comerciales más famosas), antes de 2020. Un ejemplo: el lorazepam —uno de los principios activos que pertenecen a este grupo— ya se encontraba en el séptimo puesto entre los medicamentos de la familia de las benzodiacepinas que más se habían vendido en España en el año 2017.

Alma y cuerpo

Oh, las benzodiacepinas, ¡qué haríamos sin ellas!, ¿hubiera perdido tantísimas horas Freud desarrollando psicoanálisis -empezando consigo mismo- si llega a disponer de estos fármacos y de los que han llegado ya y llegarán en el futuro? En la falta de sueño y en la ansiedad crónica que padecemos -ambas van unidas- hay causas físicas y psíquicas, vamos a expresarlo así para entendernos aunque separar alma y cuerpo sea algo falto de rigor que nos acerca a las simplificaciones de la Escolástica y de la filosofía aristotélico-tomista.

Todo es cuerpo, todo es materia y el alma está en el cerebro como afirmaba Eduard Punset, qué le vamos a hacer, lo otro es lo más bonito pero la ciencia es fea y aguafiestas. Ahora bien, si alguien desea que existan alma y cuerpo y que el alma pese 21 gramos no nos vamos a enfrentar por eso, no obstante, si el alma es espíritu no puede pesar porque, pesar, pesa la masa que es materia. Insisto, sin embargo: quien tenga entre sus convicciones la existencia de alma y cuerpo cuenta con todos mis respetos, salvo que no respete mis conclusiones.

Lo primero es lo primero

Repito: ansiedad e insomnio son asunto del cuerpo y lo primero que quiere uno es mejorarse y curarse, para eso están las pastillas y otras yerbas naturales que no suelen servir de poco en crisis más o menos severas. Quien padece un enorme dolor de muelas y le hablan de una operación de ingeniería bucal responde “vale, vale, pero primero quíteme este dolor terrible y luego hablaremos de lo otro”. Pues primero vamos a dormir algo y luego lo combinamos con terapia psicológica. Y ahora viene el problema que he señalado en otras ocasiones. Los médicos terapeutas y los psicólogos en general experimentan un desdoblamiento de personalidad, son bipolares, según vaya uno a verlos por la Seguridad Social-Muface o pagando. En el primer caso la consulta dura poco y te vas a casa con pastillas y con consejos de poca monta. En el segundo, arrásquense el bolsillo. Una sesión de terapia va desde los 60 a los 160 euros y más. ¿Cuántas compras puede hacer usted en Mercadona, Día, Lidl..., con ese dinero? Es que va uno a que le arreglen el insomnio y lo que hacen es quitarle el sueño con el sablazo. De manera que venga unas pastillas y ya veremos.

Errejón estuvo en Las Cortes repasando la lista de benzodiacepinas más populares pero se le olvidó dar detalles. La mentada investigación afirma evidencias puras: la pandemia del coronavirus no ha ayudado a combatir la ansiedad, depresión, insomnio, estrés: “tras una década de moderación en el consumo de medicamentos para tratar la ansiedad y el insomnio -los conocidos como ansiolíticos- el 2020 ha dejado un nuevo récord en España. El citado último informe del Centro Europeo de Monitoreo de Drogas y Adicción apunta a que este crecimiento en el consumo “puede explicarse por la necesidad de los usuarios de combatir la ansiedad que sufren en respuesta a la pandemia y al confinamiento”.

Uso limitado en el tiempo

Los ansiolíticos suelen prescribirse para tratar el insomnio y la ansiedad, pero se aconseja que su uso sea limitado en el tiempo, ya que pueden crear adicción. Los datos demuestran que ese consejo no se suele seguir. “Se aconseja no alargar su prescripción más allá de 3 semanas, hay gente que lleva con esas pastillas tres meses o diez años, es el tipo de fármaco que más se consume”, explica Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid. Cuatro de cada 10 pastillas ansiolíticas tomadas en España en 2020 eran Lorazepam.

Una investigación en Portugal señala que estos números tan altos se pueden deber a un "efecto acumulativo, revelando la existencia de pacientes que toman ansiolíticos por periodos más largos de los que se les había prescrito", dice el informe. El perfil más común de persona que recibe tratamiento con estas pastillas es una mujer de más de 65 años con ansiedad o depresión. Dicen que esto conlleva, por ejemplo, riesgos cognitivos para las personas mayores. En efecto, las prescripciones de este tipo de fármaco crecen conforme aumenta la edad de los pacientes, especialmente en las mujeres. Y aunque este sea el patrón que más se repite, no por eso es el más adecuado. El uso de benzodiacepinas en gente mayor de 65 años "comporta riesgos evitables de deterioro cognitivo y aumento de mortalidad por caídas".

¿Soluciones?

¿La solución? Terapias de entrenamiento en el manejo de las emociones, suena muy bien pero no es para el bolsillo de cualquiera, así que o te curas solo -a base de ejercicio y de acostumbrarse a lo malo que a se acostumbra uno- o te tomas pastillas o esperas a los famosos 140.000 millones de la UE que vienen para mitigar los efectos perversos de la pandemia. ¿Habrá un pellizco para nuestras almas doloridas o será casi todo para el paro, las pensiones y las industrias? Pero, ¿cómo vamos a trabajar si somos unas almas en pena, unos vampiros de la noche eterna del alma? Tal vez de porteros y porteras de discoteca, a la vejez viruelas.

Países Bajos, en 2009, sacó a las benzodiacepinas de la lista de medicamentos reembolsables, por lo que las personas tenían que costearse de su bolsillo la compra de estas pastillas. Países Bajos es mucho más feliz que nosotros, los sextos del mundo. En España, hay programas de desenganche que por ahora poco efecto están teniendo. Un último detalle: frente al “amor” por las benzodiacepinas, hay un rechazo a los antidepresivos, a pesar de lo cual cada año que pasa, el uso de antidepresivos en la Unión Europea crece, incluido en España. El crecimiento del consumo de antidepresivos puede deberse al "incremento en la prevalencia de trastornos mentales comunes, la preferencia de tratamiento con fármacos en lugar de otros tipos de tratamientos, el mayor acceso a los antidepresivos o la baja inversión en innovación terapéutica".