Los sistemas de retención infantil (conocidos popularmente como sillitas de bebés) salvan vidas. Una conclusión que avalan las estadísticas. La Dirección General de Tráfico (DGT) alerta de dos hechos directamente relacionados: los accidentes de tráfico son la principal causa de muerte entre los menores de 14 años y el 40 por ciento de los niños fallecidos no utilizaba ningún sistema de protección. Pese a ello, todavía hay padres que viajan con sus hijos sin las reglamentarias medidas de seguridad. Hasta el pasado mes de octubre un total de 3.534 personas fueron sancionadas en la provincia de Sevilla por no llevar el cinturón y/o dispositivos homologados para niños con la correspondiente pérdida de 10.890 puntos.
No obstante, el camino recorrido en las dos últimas décadas ha sido largo pero efectivo: entre los años 1990 y 2015, el número de menores de 0 a 14 años fallecidos cada año como consecuencia de accidentes de tráfico se ha reducido desde 307 hasta 25, según el balance que la Fundación Mapfre publicó este mismo otoño, lo que constituye una nada despreciable reducción del 92 por ciento. O lo que es lo mismo, por cada 10 niños que perdían la vida en accidentes de tráfico en España en 1990, hoy únicamente pierde la vida uno.
En esta ardua tarea las campañas de concienciación social han jugado un papel capital, unido a los distintos estudios que advierten de que un 75 por ciento de las muertes y un 90 por ciento de las lesiones podrían sortear con el uso (correcto) de los sistemas de retención infantil. Y aquí entramos en otro punto vital: porque si tan importante es la utilización de los mismos, igual de fundamental es saber cómo hacerlo. La DGT asegura que el 43 por ciento de los niños viaja usando erróneamente estas sillitas. Una misión para la que es sumamente trascendental elegir bien el dispositivo teniendo en cuenta siempre tres parámetros: peso, altura y edad del usuario. A continuación detallamos los principales pormenores que no se deben pasar por alto.
LOS TIPOS DE SUJECIONES
En sillita hasta los 12 años o los 135 cm de altura
Como decimos el peso, la altura y la edad son claves a la hora de elegir el sistema de protección más apropiado para cada usuario. Unos dispositivos que son obligatorios hasta los 12 años o bien hasta que el menor alcance los 135 centímetros de altura, aunque la Dirección General de Tráfico (DGT) recomienda que se utilicen hasta que los pequeños tengan una altura de 150 centímetros. Las propias marcas se ajustan a unos parámetros establecidos que se dividen en cinco categorías: el grupo 0 se emplea en los recién nacidos de hasta un año o 10 kilos, el grupo 0+ está indicado para los bebés de hasta 18 meses o 13 kilos, el grupo 1 es para los niños de uno a cuatro años o de 9 a 18 kilos, el grupo 2 corresponde a los menores de tres a seis años o de 15 a 25 kilos y el grupo 3 es para los niños de cinco a 12 años o de 22 a 36 kilos. A partir de los 12 años, si el cinturón de seguridad toca el cuello o pasa bajo el mentón, el niño debe seguir utilizando un asiento elevador.
Desde octubre de 2015 los menores deberán viajar en los asientos traseros, salvo que las plazas estén ocupadas por otros niños que midan menos de 135 centímetros o que se trate de un vehículo biplaza. Esta posición refuerza la seguridad y evita lesiones de gravedad.
LAS LESIONES MÁS FRECUENTES
Cabeza, cervicales, pecho, las partes más afectadas
La Fundación Mapfre destaca en un estudio que las regiones del cuerpo más afectadas en los accidentes son la cabeza y cara, cuello y columna vertebral, pecho, abdomen y extremidades. Hasta los dos años las lesiones de cuello son las más frecuentes entre los más pequeños generadas por el tamaño de la cabeza y la fragilidad de la columna vertebral. Las fracturas de las extremidades superiores e inferiores producidas por el rebote también son habituales entre los recién nacidos tras un siniestro. Una buena sujeción de los arnés o cinturón y la colocación del asiento en la posición contraria a la marcha pueden reducir el impacto del choque que pueden llegar a producir incapacidad permanente.
Entre los niños de dos y cuatro años los golpes en la cabeza tras una colisión suelen ser los más habituales debido a que las vértebras no son suficientemente fuertes para soportar las desaceleraciones bruscas que se producen después de un golpe. El abdomen suele ser la parte del cuerpo más afectado entre los pequeños de cuatro y diez años ya que tienen mayor riesgo de sufrir hemorragias internas o lesión abdominal porque los órganos no están suficientemente fijados a su estructura.
LOS ERRORES MÁS HABITUALES