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Actualizado: 10 oct 2021 / 04:00 h.
  • «¿Qué hay?» «Mucho y mal repartido»

Se decía en mis tiempos infantiles y mozuelos, era la respuesta que le daba mi padrino, el pequeño empresario heladero valenciano Ramón Ballester, a quienes le saludaban: “Ramón, ¿qué hay?”. “Mucho y mal repartido”. El dicho enlaza con el que nos decían nuestras madres a los subversivos para que no nos metiéramos en jaleos: “Hijo, siempre habrá ricos y pobres”. Era una sentencia científica, como científico es también no tenerla en cuenta, al menos cuando se es joven. Todo está en el cerebro y su evolución.

El paro ha vuelto a bajar en España, sin embargo, aún tenemos más de tres millones de parados. Como se sabe, en Inglaterra la falta de mano de obra emigrante ha llevado a que se necesite personal para conducir camiones, entre otras tareas. Lo peor es que algunos entendidos afirman que este problema puede llegar a otros países de la UE, España incluida. ¿Cómo? ¿Tres millones en el paro y demanda laboral al menos en el sector de los transportes por carretera?

Faltan camioneros

Pues sí. Diego Molpeceres desde el diario El Independiente nos comunicaba que España busca entre 10.000 y 15.000 transportistas, que “los jóvenes ya no quieren subir al camión” y que la media de edad del sector está en 50 años y apenas hay un 7% de menos de 25. Además, la presencia de mujeres en el colectivo apenas llega al 2%. La falta de conciliación y la inseguridad en las áreas de descanso, así como un descenso de los salarios que cobran explican la abundancia de vacantes.

Así es. Para estar toda la semana fuera de casa mal durmiendo y mal comiendo en áreas de servicio por 1.800 euros al mes, los jóvenes prefieren quedarse en su casa porque no les compensa. Encima no sólo ejercen como conductores y por tanto transportistas sino que no es raro que también deban ayudar a descargar el camión cuando llegan a destino, por voluntad de ciertos empresarios.

Afirma Juan José Gil, secretario general de la Federación Nacional de Asociaciones del Transporte (Fenadismer) que «es una profesión muy solitaria en la que pasas ocho o nueve horas en una cabina de tres metros cúbicos sin ninguna interrelación con nadie». Además, al coste que supone conseguir las licencias de conducción, se suma después la inseguridad que sienten los conductores cada vez que paran a descansar por la noche. Según denuncian los profesionales, en los últimos años se ha producido un incremento importante de los robos, tanto de mercancía como de las pertenencias de la cabina. Se deduce por tanto que son necesarios aparcamientos mucho más seguros y además más abundantes ya que, según las recomendaciones comunitarias, debería haber uno por cada 100 kilómetros en la red de alta capacidad. Sin embargo, en España apenas hay una treintena repartidos por los 15.000 kilómetros de autovías y autopistas cuando debería contarse con al menos 150.

Levanta, muchacho, y curra

Muy bien, hay mucho que mejorar pero permítanme que me haga una pregunta: ¿qué hacen estos jóvenes en su casa en el caso de esta profesión de camionero que tradicionalmente ha ido pasando de padres a hijos? ¿Quién los mantiene? ¿El Estado? ¿Habiendo trabajo, aunque sea duro, he de suponer que hay unos mozalbetes que se quedan en casa porque no quieren dormir en la carretera? Si así fuera, ¿esto qué es? ¿Ninis que renuncian a 1.800 euros? ¿Padres y Estado que lo consienten? ¿Gobiernos que no meten en cintura a los empresarios del sector para que el trabajo sea más digno?

Espero que el panorama no sea el que sospecho porque ahora hay bastante personal con los anillos bien flojos que se les caen con facilidad y encima ni protestan porque alguien los protege en exceso, ahora y antes, en la niñez. Debe ser que como soy de familia andaluza y valenciana inmigrante a Suiza, Alemania, Euskadi, Cataluña, Sevilla, comparo a mis tíos y tías maternas de la Sierra Norte de Sevilla y paterna de la Sierra Mariola de Alicante con este paisaje de ahora y me indigno algo, al tiempo que pienso que ni tanto antes ni tan calvo ahora.

El emigrante entra en escena

¿Quién agarra lo que otros desprecian? Los emigrantes.Aproximadamente el 20% de los conductores de las empresas españolas son foráneos -afirma Diego Molpeceres- y solo el año pasado se convalidaron 10.000 permisos de conducir de personas de fuera de la UE; principalmente de Ucrania y Bielorrusia. Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, en 2018 los conductores rumanos que trabajaban para empresas españolas suponían un 61,55% de los chóferes extranjeros de dentro de la UE. Los búlgaros eran otro 20,16% mientras que los portugueses un 10,50%. Entre los chóferes de fuera de las fronteras comunitarias, los marroquíes representaban un 25,24%, los ecuatorianos un 17,03%, los ucranianos un 12,52%, los colombianos un 7% y los moldavos un 4,92%”.

Desde el diario El Confidencial, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, Ramón Mahía Casado, responde a las preguntas del periodista Ángel Villarino: “En España, alrededor del 70% del crecimiento de la población activa procede de la inmigración”. ¿Por qué? Porque rechazamos trabajos los españoles y además no parimos. ¿Por qué no parimos? En buena medida porque no podemos conciliar vida laboral y familiar y porque a veces llegan a echarle en cara a las mujeres que se queden embarazadas. Esto ya no lo dice Mahía, es cosecha propia. Consecuencia: población cada vez más vieja, veremos cómo nos arreglamos con las pensiones y con la irrupción migrante en la “raza ibérica”.

Lo que sí afirma el profesor Mahía es que lo que ha ocurrido en Inglaterra con los camioneros, etc., puede acontecer en España, si bien matiza: “Sí que puede ocurrir, pero no tiene por qué estar relacionado con la inmigración forzosamente. De hecho, los desajustes entre oferta y demanda de trabajo son habituales. En momentos específicos, la migración de reemplazo puede servir para compensar cosas concretas, por ejemplo, los temporeros. También puede ocurrir anecdóticamente con algunos sectores, sobre todo si se producen nuevas restricciones como en el Reino Unido. Pero esto forma parte de un proceso. Lo más preocupante es tener un desajuste entre los trabajadores disponibles y los trabajadores que tiene una economía. Eso lo que te indica es que algo no está funcionando bien y se produce al margen de que haya o no haya inmigración. Y eso es justo lo que ocurre en España”.

Los políticos no toman medidas por los votos

Para Mahía, la baja natalidad es “el aspecto más serio y más olvidado de la política española”. Y añade: “La inmigración puede servir para aliviarlo, puede interactuar con el problema, pero creo que no es la solución del problema. La política tal y como está planteada hoy no tiene incentivos para atajarlo, porque es el clásico problema a largo plazo que te obliga a tomar medidas impopulares a corto plazo ¿Quién va a hacer eso para perder unas elecciones? Nadie. El INE te dice que de aquí a 50 años un tercio de la población va a ser mayor de 65 años... Pero de aquí a 50 años no queda ni un solo político en activo”.

Hay pues una contradicción evidente en todo este tema: “España -sostiene Mahía- no solamente tiene que pensar en cómo absorber flujo de inmigración laboral cada año. Tiene que pensar en cómo es posible que tengamos un flujo migratorio tan alto en una economía donde la mayoría encuentra trabajo. Y que al mismo tiempo haya tantísima población nativa desempleada. La solución no es tan fácil como quitar a unos y poner a otros, porque, si fuese así, ya estaría sucediendo. Los desajustes son otros: salariales, de expectativas, de formación... Se pueden analizar fenómenos como el trabajo en negro también, así como otras razones. Pero a donde quiero llegar es a que es perfectamente posible que se necesiten trabajadores en muchos sectores y al mismo tiempo haya mucho paro”. Mahía remata sus reflexiones con esta frase: “Aquí se dicen muchas cosas, pero se hacen pocas. Yo ese presunto deseo de cambiar el modelo productivo no lo veo por ningún lado”.

Los golfos a lo suyo

Mientras unos trabajadores se ven obligados a desarrollar sus tareas haciendo frente a adversas condiciones, mientras no se puede procrear por salarios bajos, estrés y falta de tiempo, mientras nos preguntamos si va a colapsar o no el sistema de pensiones, ya sabemos que esta semana han sido protagonistas en la información los Papeles de Pandora. Una amplia lista de golfos oculta sus dineros al fisco, parece lógico pero también demostrativo del egoísmo humano y su golfería.

Álvaro Celorio constata en la web de La Sexta que, según uno de los documentos obtenidos en los Pandora Papers, entidades bancarias de todo el mundo pusieron en marcha al menos 3.926 sociedades offshore para sus clientes. Y que, según un estudio de la OCDE de 2020, se estima que hay 11,3 billones de dólares ocultos a través de sociedades offshore en todo el planeta. ¿Ven ustedes como hay mucho y mal repartido?