Hablar de Jose Manuel García Bautista es hablar de uno de los rostros y firmas más reconocidas y prestigiosas de España en cuando a la divulgación del misterio y la Historia heterodoxa se trata, de una persona que aúna su experiencia al periodismo para, cargado de argumentos, hacernos ver que “hay otros mundos pero están en este”. Hoy descubrimos, de la mano de la periodista Laura Montes, al otro Jose Manuel García Bautista.
Llevas más de 20 años en la profesión, ¿cuál es la clave para mantenerse?
En cierta ocasión un buen amigo, mi querido Juan Antonio Cebrián, director y alma de “La Rosa de los Vientos”, me dijo que la constancia era la clave de todo. Constancia, perseverancia, perseguir los sueños y hacerlos realidad. El ánimo por divulgar, por comunicar, por hacer llegar la esencia del misterio, de todo lo que desconocemos a las personas que se interesan por estos temas.
Otro buen amigo, Alejandro Rubio, me decía aquello de “lo difícil no es llegar sino mantenerse”; para mí cada día es un examen en el que yo mismo me evalúo, no hay un pasado ni un mañana, sólo un presente que es hoy y sólo me cuenta lo que hago hoy y hoy trato de dejarme el alma en ese mismo empeño, aunque muchas veces te dejes el alma y una vida en ello.
Quizás el secreto, la clave, sea esa constancia y mantener viva la llama de la pasión por todos estos temas, aunque yo soy un curioso de la vida, no sólo del misterio.
¿Cómo empezó tu interés por el misterio?
Pues hace ya mucho tiempo, demasiado, más de 30 años, cuando en el pueblo de mi madre, en Constantina, en plena Sierra Norte de Sevilla, nos contaban historias de fantasmas, de OVNIs, del tesoro perdido de los tartésicos en aquella zona, de la Santa Compaña, del juego del vaso, la ouija, y muchas más cosas que a un niño le abría los ojos, como platos, que luego le quitaban en sueño y no se atrevía a ir a un “lejano” aseo pero que, con el tiempo, aquella semilla sembrada germinaría en alguien que adquiriría un compromiso con todos estos temas, más allá de cualquier consideración y libre de los siempre malos prejuicios.
Ese fue el momento en el que comenzó el “veneno” del misterio a hacer su efecto, bendito veneno que tantas satisfacciones (y algún disgusto) me ha proporcionado.
¿Quién o quiénes te dieron la primera oportunidad para empezar en este mundo de la divulgación y la comunicación?
Tendríamos que viajar muy atrás en el tiempo, mediados de la década de los 90 cuando llegó a mis manos un caso y me contestó, en aquella época, un redactor de la revista “Más Allá”, llamado Javier Sierra y sería él quién me orientara en saber con quién podría hablar e, incluso, algunos contactos de interés como sería Ignacio Darnaude (que sería luego un buen amigo y que falleció hace no demasiado). Al fin y al cabo sería algo más que un inicio, él me enseñó el valor del compromiso y el espíritu de ayuda, desinteresada.
Con el tiempo escribiría en aquella mítica “Más Allá” y mi camino estaría hecho como lo está ya, hoy creo que tuve suerte que alguien como él –al que considero un amigo- se pusiera a contestarme y aconsejarme, a llamarme por teléfono y hablar con aquel sevillano que llevaba ya pasos dados pero que él se encargó de dar el empujón definitivo.
¿Hay alguna historia de misterio que te haya marcado especialmente?
Hay varias, sobre todo aquellas que he tenido la oportunidad de vivir más de cerca como el caso del restaurante “Viandas” donde estuvimos un año y ocho meses investigando y nos pasó de todo. Algunos dijeron que se trataba de un fraude pero los que allí investigamos somos los que podemos hablar de su realidad o no y a mi aquello me impresionó, desde los testigos que prestaron testimonio hasta nuestras propias vivencias en un lugar en el que decían que se aparecía un fantasma y dejaba sentir sus efectos en todo aquel que trabajaba o visitaba aquel lugar de restauración. Su grado máximo de apogeo fue cuando en el transcurso del programa “Milenio3” –del cual era jefe de corresponsales- se desató todo en directo. Fue muy impresionante el caso y guardo muy buenos recuerdos de él y de todos los amigos que participamos en aquella aventura maravillosa.
Hay otros casos como el de la Facultad de Bellas Artes o el Sanatorio de los Muertos, de Tiro de Pichón en Huelva o los casos que, actualmente, estoy investigando junto a mi gente de confianza y que, desde luego, no nos deja indiferentes.
Quizás los casos privados en domicilios particulares son los que más inquietud provocan por el ambiente familiar crispado, por las confidencias, por la privacidad propia y por qué se viven, en directo, hechos a los que nos cuesta mucho trabajo encontrar explicación racional, que son siempre las primeras que barajamos.
Cuando tratas casos paranormales, ¿pasas miedo o para dedicarse a esto no se pueden tener temores de ningún tipo?
Si te digo que no paso miedo te estaría mintiendo, se pasa miedo, claro que sí. Nunca se sabe dónde te estas metiendo ni donde te metes, quién –físico y no un fantasma- te puede sorprender o si, llegado el caso, ese mismo suceso inexplicable te puede afectar o atacar. Todo es posible.
Siempre se debe tener miedo pues el miedo protege, es un mecanismo de defensa, es una herramienta que tenemos para no ser inconscientes, para no arriesgar de forma alocada. El pellizco, como se dice, siempre se lleva dentro, es ineludible no tenerlo. Cuando vas pasando más tiempo en un sitio se va aplacando todo, se va calmando todo, pero cada nueva investigación supone reiniciar ese mismo estado.
Si tenemos, o tengo, la suerte de vivir algo ya es difícil de describir lo que se siente, es un disparo de adrenalina fortísimo que te pone en contacto con emociones que, seguramente, jamás soñaste en tener pero que ahí estás... Sintiendo, viviendo. Es la grandeza del misterio: por muy mal que lo pases siempre quieres volver a encontrar respuestas.
¿Por qué la información de misterio genera tanto interés entre la audiencia?
En los últimos años ha cobrado un gran auge, mucha fuerza. Si hace unas décadas (no hace tanto) estos temas eran minoritarios, casi marginales, dedicados a un sector mínimo, donde ver un documental de Fernando Jiménez del Oso o Juan José Benítez parecía relegado a unos pocos hoy, hoy día, se ha constituido como uno de los nichos de audiencia con mejores resultados más allá de la información general. Un nicho de audiencia, de radio o televisión, que viene formada de un trabajo hecho años atrás en radio y en prensa que con el salto a televisión, con programas como “Cuarto Milenio” o todas las series que implican un punto de misterio, han hecho que los resultados en los índices de audiencia sean más que dignos y destacados.
Hay un cambio de mentalidad, los jóvenes de ayer interesados en estos temas son los adultos de hoy y eso arrastra a muchas personas que han dado un relevo generacional en los gustos. Es muy curiosa la sociología de todos estos temas a nivel de medios de comunicación, digna de estudio, donde todo es un compendio de factores que van más allá de la simple curiosidad por ver un programa (o escuchar) de estos temas, ya es seguir todo lo que se pueda aportar en una Era, la de la Comunicación, en la que tenemos canales en la red y las redes sociales, para debatir y cansarnos de leer, escuchar y ver.
Es una suma de todo, todo ha ayudado, desde aquellas primeras semillas que pusimos desde la radio hasta el germinar de esa flor que es el resultado que estamos viviendo hoy.
¿El periodismo es un buen vehículo para contar y transmitir la historia?
El mejor, por qué tenemos la capacidad de saber contar esas mismas historias desde muchos puntos de vista, desde la asepsia del periodista, la subjetividad de un testimonio, la reserva escéptica del que duda, la credulidad del que se deja llevar, el espíritu científico del que trata de encontrar respuestas racionales. Tenemos una “atalaya” incomparable.
No se trata de escribir, se trata de transmitir, de comunicar, de expresar, de hacer sentir, de emocionar... Eso lo da los años de oficio y escribir con el alma, más aún si el que lo narra lo ha vivido con años de experiencia a su espalda. No hay mejor vehículo que esta bendita profesión a la que nos dedicamos, dura, ingrata a veces, pero que tiene sus recompensas.
Sabes que yo me dedico durante mi día a día a ser redactor de temas propios de una redacción y luego, cuando me quedo libre, llega el momento de contar –si la hay- una buena historia donde lo inexplicable esté presente y hacer efectivo aquello de “la realidad siempre supera a la ficción”.
¿Sevilla es una ciudad enigmática?
Sevilla es ciudad de misterios, de leyendas y de historias secretas. Es algo que me llamó mucho la atención en su día. Con motivo de escribir mi primer libro, fíjate que fue por qué no encontré ninguno que hablara de misterios, eso que dejó anonadado y me dije aquello de “esto hay que arreglarlo” y me puse a ello. No quedaba otra.
Sevilla tiene una gran cantidad de hechos sobrenaturales, en su Historia, documentados, y luego los que hemos ido sumando los que hemos dedicado parte de nuestro tiempo a investigarlos, que parece que no pero hay muchas personas dedicadas a ello.
Los misterios de hoy pueden ser las leyendas del mañana, como la eterna de Susona en el Barrio de Santa Cruz u otras muchas que podemos “coleccionar” al pasear por Sevilla.
Yo le pediría al sevillano, o al que visita nuestra ciudad, que se deje llevar por las callejuelas perdidas y que respire hondo... Huele a azahar y tras ese aroma puede estar Ithimad o una “dama de blanco” que pasea agarrada a una barandilla de una desvencijada casa... ¿Quién sabe? Sevilla tiene esas cosas, esa magia.