No os engañéis. Por muchos seguidores y desparpajo que se gaste La Pelo (Sevilla, 1993), la youtuber sevillana del momento sigue siendo la misma de siempre: «mi vida no ha cambiado tanto. Me paran por la calle y me piden fotos, pero luego yo sigo desayunando y haciendo lo mismo que siempre en mi barrio, Torreblanca. Tampoco es que de un día para otro sea Beyoncé, simplemente me reconocen y poco más». Aunque sí que ha confesado que varias veces se ha llevado un susto cuando se ha encontrado a gente por la calle que, al verla, llora y chilla. «Esas situaciones tan surrealistas me chocan en mi mundo de persona normal y corriente», añade. Así es La Pelo, una sevillana de 27 años que lleva 3 años inmersa en el mundo de YouTube con un público «muy fiel», sus ‘pelowers’, como ella llama a sus fans. Siempre ha estado sumergida en el mundo audiovisual y, de hecho, ha estudiado el grado superior de imagen y ha trabajado como fotógrafa durante muchos años. Una artista de nacimiento que confiesa que cuando era pequeña quería ser presentadora de Art Attack -un programa de televisión infantil sobre manualidades-. Ahora, se gana la vida haciendo vídeos para YouTube, un sitio web en el que ella cuenta con 196 mil suscriptores; todo ellos usuarios de distintas partes del mundo como Estados Unidos, Australia, Japón, Latinoamérica, España o incluso, de países que, según La Pelo, no «sabía ni que existían».
Sumida en su creatividad y siendo ella misma, el 11 de octubre de 2017 cruzó la frontera de la fama y subió su primer vídeo: «Semanas de sequía», un boom con casi 600 mil visualizaciones que ha supuesto un antes y un después en su vida. La Pelo asegura que pensaba que la figura del youtuber la había inventado ella y de repente se dio cuenta de que «ya había gente antes», afirma entre risas. Ella lo mismo sube un vídeo de manualidades y, con unas tijeras y una cartulina te hace reír hasta evadirte de la realidad, que lo mismo te planea un viaje low cost en pocos minutos, te restaura un traje de gitana o te da consejos para «ponerte guapa por 1 euro». «Aquí no se tira nada» es su lema.
Esta chica tiene una gracia natural cuando cuenta las cosas y denota espontaneidad y alegría cuando responde al teléfono para hablar con este periódico. Todavía no ha querido desvelar su nombre real y, según ella, la razón es que su nombre casi que ha desaparecido desde que la empezaron a llamar ‘La Pelo’. «Es el típico mote que te ponen por ponerte y al final cuaja y se apodera de ti». Esta andaluza no sabe cómo definirse ni se identifica con etiquetas como influencer o youtuber: «Yo que sé, yo soy La Pelo y ya está». La Pelo, sin adjetivos y etiquetas, nos cuenta un poco más sobre la persona que hay detrás de la pantalla y profundiza en esta entrevista sobre el movimiento que hay en redes sociales para naturalizar y dar visibilidad a todos los tipos de cuerpos de mujeres. Qué mejor que hablar con una mujer que empodera para recapacitar sobre los cánones de belleza.
- ¿Esperaba llegar a tener el éxito que tiene?
Para nada me esperaba llegar a tener el éxito que tengo. Yo soy muy fan mía y a mí me hace mucha gracia lo que hago porque si no, no lo haría. Los vídeos que grabo los subo porque a mí me gusta el resultado final y, además, me divierto haciéndolos. Eso fue lo que me hizo lanzarme a subir el primer vídeo. Pensé que, si a mí me hacía gracia, seguro que habría más gente a la que también y a lo mejor con el tiempo llegaría a tener mi público. Pero lo que no me esperaba es que, de un día para otro, mis vídeos tuviesen un boom tan bestial.
- ¿Percibe el mundo de YouTube y de redes sociales igual que antes de ser tan popular?
Yo no sabía ni que existían los youtubers cuando comencé, te lo prometo. Yo me metí ahí y luego vi que había más gente que hacia lo mismo que yo. No llegaba a ser consciente de lo que suponía ser un influencer, pero ahora sí que lo soy. Creo que, en ese sentido, hay mucha gente que no sabe tampoco lo que es ser influencer. Tener un millón de seguidores no presupone que lo seas. Tienes que influir y cambiar la vida de las personas que te siguen, ya sea cambiándole la forma de ver la vida o haciendo que la gente vea que, de todo lo malo, se puede sacar algo bueno. Esa es la clave. Yo antes no lo concebía así, pero cuando me di cuenta de que podía cambiarle la vida a la gente, mi percepción cambió y me di cuenta de que no solo me dedicaría a subir vídeos.
- ¿Y cómo le cambia usted la vida a sus ‘pelowers’?
Muchos de mis ‘pelowers’ me cuentan que están pasando por situaciones malas, están tristes o tienen serios problemas y, para desconectar, se ponen mis vídeos, se ríen y ven que yo me tomo la vida de otra forma. Si algo sale mal, me río y me da igual. Hay mucha gente que no se toma la vida de esa forma. Por eso, cuando mis seguidores me ven a mí, que me da igual las cosas malas e incluso, intento sacarles partido a esas situaciones difíciles, les abro un mundo nuevo de cómo tomarse la vida.
- Ahora las influencers os estáis implicando en redes sociales para dar visibilidad a todos los tipos de cuerpos de mujeres, ¿es una necesidad social?
Yo es que no tengo otra cosa que mostrar, salvo yo. ¿De qué sirve inventarte un personaje que no es real y decir que eres perfecta? Si tienes un cuerpo perfecto es estupendo, pero si no es el caso, ¿por qué hay que ocultarse? Me da pereza tener que ser perfecta, por eso me muestro tal y como soy. Yo soy fotógrafa y entiendo que las fotos tengan retoques por estética de la imagen en cuanto a contraste, saturación, etcétera. Pero de ahí a ponerte la cara de otra persona o modificar tu cuerpo entero hay un límite. Entiendo que haya personas que se borren, por ejemplo, un granito, pero otra cosa es que subas una imagen que no se corresponde contigo. Por tanto, una cosa es retocar una fotografía y otra es operarte tú misma en Photoshop. Es intentar engañar.
Además, soy consciente de que soy una referente para muchas niñas. Hay que tener dos dedos de frente a la hora de subir contenido a las redes sociales y hay que saber qué es real y qué no lo es. Yo siempre intento empoderar a mis seguidoras y lo noto muchísimo en los mensajes que recibo. Siempre estoy diciendo que tengo los muslos gordos y expresiones así para naturalizar cualquier cuerpo de mujer y, en este sentido, muchas personas que me siguen me mandan mensajes diciéndome que, en lugar de acomplejarse, se ríen de tener muslos gordos. La vida hay que tomársela así. En este tipo de casos es donde veo la influencia que tenemos los influencers y veo que el cambio se está generado, ya no solo por mi parte, sino que soy consciente de que hay otras influencers que también están por la labor de mostrar los cuerpos reales. Es muy necesario. Me parece una tontería fingir ser alguien que no soy, pero cada uno vive en su mundo de fantasía. Yo vivo en el mío, que es la realidad.