El Sorteo de Navidad es el mayor sorteo de lotería de boletos del mundo, y en España es un acontecimiento nacional en el que se implica la sociedad, con compras individuales, repartos con familiares y amigos, distribución por asociaciones y clubes de diverso tipo que consiguen recursos para financiar sus actividades el resto del año.
Este arraigo en la sociedad lo demuestran las cifras que envuelven a este sorteo navideño. Más de 24 millones de residentes en España mayores de edad comprarán participaciones de El Gordo de Navidad, que vendió cerca de 2.900 millones de euros en 2018. Con este volumen de cifras se entiende que el 70,2% de los residentes en España entre 18 y 75 años recuerde haber comprado Lotería de Navidad, según recoge el estudio Percepción social sobre el juego de azar en España 2018 de la Universidad Carlos III de Madrid. Es un porcentaje tan elevado que reproduce las características del total de la población, con dos excepciones: a partir de los 18 años y hasta los 25 años sólo recuerda haber comprado Lotería de Navidad el 27,8%; entre los no jugadores declarados sólo el 11,5% recuerda haber comprado. Son los únicos sectores sociales que se sustraen al arrastre de este sorteo.
«La Lotería de Navidad tiene tal presencia en la cultura nacional que su sorteo es visto por más del 50% de los españoles como el comienzo de la Navidad. Esto lleva a considerar el intercambio de participaciones como un acto social, una forma de estrechar relaciones con amigos, familiares, compañeros de trabajo y, en general, con quienes nos caen bien», explica Josep Manuel Iborra, presidente de Anapal.
Casi todos los que participan en el Sorteo lo hacen comprando décimos o participaciones en papel si bien el porcentaje de quienes compran por Internet ha crecido hasta el 5,6%. La mitad de los jugadores juegan con décimos comprados a administraciones o vendedores ambulantes, mientras que el resto se divide entre quienes llevan décimos y también participaciones de asociaciones, colegios o clubes deportivos y un 7,5% que sólo juega participaciones de estas asociaciones, lo que sugiere cierto grado de compromiso social en la compra ya que estas participaciones son una fuente esencial de financiación de muchas asociaciones de las que depende su supervivencia el resto del año.
Se adquiere Lotería en Navidad por costumbre (89,8%), pero quienes la compran son conscientes de que hay algo así como una redistribución aleatoria de los recursos, más allá de que toque algún premio que solucione la vida, el 57,9% se reconoce en la idea de que con que tocase algo ya vendría bien. Otro 60,4% piensa que hay que tentar la suerte, por si acaso, según el mismo estudio de la Universidad Carlos III.
Frente a estos motivos sociales, el 35% afirma que jugó porque le gusta la lotería. Otra forma de implicación es la venta de participaciones de asociaciones o colegios. El 16% de los compradores declara haberlas vendido o intercambiado, lo que supone que buena parte de la población se convierte en “vendedor” más o menos voluntario de la Lotería de Navidad.