Las arenas del coto de Doñana no se lo ponen fácil a los Simpecados ni a los rocieros. / Rafael Avilés
Para pasar por las arenas, botos y gafas de sol, para que el polvo moleste lo menos posible. / Rafael Avilés
Romeros al lado de su Simpecado. / Rafael Avilés
Romeros caminando por la Raya Real. / Rafael Avilés
Nube de polvo al paso del Simpecado. / Rafael Avilés
Pañuelos contra el polvo. / Rafael Avilés
El espíritu rociero se inculca desde pequeños. / Rafael Avilés
Comienza el camino por la Raya Real... / Rafael Avilés
Paso por la Raya Real. / Rafael Avilés
Ya está más cerca la aldea. / Rafael Avilés
Los pies se resienten estos días de romería. / Rafael Avilés
Al Rocío se va con bata rociera. / Rafael Avilés
Un alto en el camino, que el cansancio aprieta. / Rafael Avilés
Una paradita para charlar un poco y coger fuerzas para seguir caminando. / Rafael Avilés