Un rociero sonríe tras haber podido portar a la Virgen. / Pepo Herrera
El sacerdote de una de las hermandades filiales lanza vítores y vivas a la Virgen. / Pepo Herrera
La Blanca Paloma, ante la casa hermandad de Triana. / Pepo Herrera
Reflejos azules sobre el paso de la Virgen del Rocío al despuntar el alba de Pentecostés. / Pepo Herrera
Cualquiera no puede atreverse a portar a la Virgen. / Pepo Herrera
Varios romeros aguardan la llegada de la Virgen del Rocío. / Pepo Herrera
Aunque pudiera parecer caótico a simple vista, los almonteños saben bien el ritmo que tienen que marcar en el camino de la Virgen. / Pepo Herrera
La Reina de las Marismas se recorta sobre la multitud de fieles. / Pepo Herrera
Una niña vuelve con los suyos tras recibir la bendición de la Blanca Paloma. / Pepo Herrera
El paso de la Virgen, ante una de las casa de hermandad más multitudinarias: Huelva. / Pepo Herrera
Vivas y bendiciones en la plaza de Doñana. / Pepo Herrera
Un sacerdote llama a la Virgen hacia los suyos. / Pepo Herrera
El paso de la Virgen, a punto de volver a entrar en su ermita. / Pepo Herrera
Párrocos y camaristas, sobre el paso de la Virgen del Rocío, una vez ésta ha sido devuelta al presbiterio. / Pepo Herrera
Dos romeros se abrazan tras recibir la «visita» de la Virgen. / Pepo Herrera