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Actualizado: 06 jun 2022 / 12:13 h.
  • Foto: Juanma Labrador
    Foto: Juanma Labrador

Y, al fin, la extensa y difusa espera acabó. Todo volvió a su ser. Parecía que iba a tardar más en llegar, pero por fortuna no ha sido así, aunque tampoco ha sido escaso el tiempo que ha tenido que transcurrir desde esa última vez que tan lejos queda. Regresó el lunes de Pentecostés, y lo hizo con la Santísima Virgen del Rocío en su aldea, en su ermita, con sus hermandades filiales a su alrededor, sus simpecados y sus miles y miles de romeros y devotos en general arropando a la Señora en esa procesión que pone punto final a la romería más multitudinaria y con la que arranca una nueva cuenta atrás, pero... esa cuenta se inició demasiado pronto por el triste percance de la rotura de un banco que, a las tres horas de salir la Virgen, obligó a la junta que preside Santiago Padilla a suspender este sueño que, después de todo lo que hemos padecido, se ha quedado con un sabor agridulce.

Hubo más emoción que nunca en la Plaza Doñana recién pasada la media noche cuando allí se encontraban los simpecados de las 125 hermandades filiales, estrenándose como tal, por fin, la de Linares, así reconocida por la matriz en ese mes de diciembre previo a una pandemia que todo lo paralizó. Y en el centro, el simpecado de Almonte, aquel que es el único que llega a manos a la aldea portándolo un caballista y que cierra esta larga comitiva en la que va rezándose ese rosario que tiene más misterios y avemarías que ninguno, pues así de desorbitada es la devoción a la Virgen del Rocío. La temperatura fue, por cierto, agradable, sin que hiciese mucha «rasca», como solemos decir coloquialmente. No hizo demasiado frío por la noche cuando la brisa acariciaba la piel, y el ambiente fue muy fervoroso, reviviéndose todo como si de una primera vez se tratase en la vida de cada uno al ser este 2022 el año del reencuentro.

Imperó el recogimiento durante el rezo del rosario, a pesar de que los fieles que no fuesen de Almonte no pudieron acceder al santuario en las horas previas a la procesión de la Virgen. Igualmente, hay quien echó de menos la presencia de bengalas por parte de diversas hermandades junto a sus simpecados. Y pasadas las 3 de la madrugada, más tarde que en la última ocasión, apareció el simpecado almonteño, y estalló la impaciencia a las 3:13 horas para hacerse locura que se aferra con toda su delirante devoción a las andas de la Blanca Paloma.

Al tercer año, poco después de las tres... y sólo tres horas
Foto: Juanma Labrador

La procesión salió con fluidez y con un ritmo magnífico, pues en menos de veinte minutos llegó a la primera hermandad que visita la Virgen, Huévar del Aljarafe, y en poco más de otros diez minutos pasó por Villamanrique, alcanzando Pilas a los ocho minutos para arribar a Coria del Río recién pasadas las cuatro en punto de la madrugada. En el Acebuchal se vivieron momentos muy intensos con todas las hermandades que se acercan hasta aquel entorno con sus simpecados, y poco antes de las cinco y media pasaba por La Palma del Condado. A partir de entonces se entremezclan simpecados que acuden al recorrido de la Señora con los que permanecen en su casa, y entre El Puerto de San Juan, antes de llegar a Triana, tras los vivas ante Chucena, se partió el banco del nuevo paso, rompiéndose así esta salida procesional.

Al tercer año, poco después de las tres... y sólo tres horas
Foto: Juanma Labrador

Cesaron los repiques de campanas, imperó el silencio y brotó la inquietud. La Virgen volvía a casa, no quedaba otra, y buscando de nuevo el camino donde se halla Huévar, la Patrona de Almonte acudía rauda a la ermita, cruzando el dintel a las 6:23, casi a la hora del alba. En un principio se cerraron las puertas de la basílica, pero el pueblo volvió a abrirlas, y tras quedar depositada la Madre de Dios en el presbiterio y rezarse la salve, las hermandades que no han podido verla en su procesión marchaban con sus simpecados hasta las plantas de Ella, siendo la primera Las Cabezas de San Juan, seguida de Almensilla, Aznalcázar, Córdoba y todas las restantes. Después de tres años, y habiendo saltado la reja a las tres y poco... la Virgen ha recorrido su aldea sólo tres horas. Paradójico.

Al tercer año, poco después de las tres... y sólo tres horas
Foto: Juanma Labrador
Al tercer año, poco después de las tres... y sólo tres horas
Foto: Juanma Labrador

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