Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 17 oct 2016 / 20:56 h.
  • Como el buen samaritano
    Cada 24 de septiembre, durante el besamanos a la Virgen de las Mercedes de Santa Genoveva, la hermandad recoge alimentos para las personas necesitadas de la feligresía. / Pepo Herrera
  • Como el buen samaritano
    Hermandades como Santa Marta mantienen iniciativas solidarias en otros países. / El Correo
  • Como el buen samaritano
    Ignacio Valduérteles, responsable del ‘Informe sobre la caridad’. / Manuel Gómez

Tal fue la repercusión del llamado Informe sobre la caridad en las hermandades de Sevilla que hasta el periódico Expansión, ajeno por completo a las cuitas del mundo cofradiero, se hizo eco de sus resultados. Se intuía que podría tratarse de una ayuda importante, en algunos casos decisiva para la subsistencia de muchas familias, pero nadie se había atrevido a cuantificar antes de octubre de 2014, fecha de publicación del citado informe, el alcance real de las actividades de caridad que las hermandades de Sevilla vienen prestando a las personas necesitadas. El responsable de aquella rigurosa y contrastada investigación, respaldada por la Delegación diocesana de Hermandades del Arzobispado de Sevilla y el Consejo de Cofradías, es Ignacio Valduérteles, director del Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme y, a la sazón, teniente de hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo, quien «antes de Navidad» presentará una segunda edición, «actualizada, más madura y asentada» del Informe sobre la caridad en las hermandades de Sevilla.

«Se trató de un trabajo laborioso. Ahora ya menos, pero entonces existía un cierto pudor en el seno de las hermandades a airear y exponer públicamente sus actividades de caridad», expone Valduérteles. Con todo, más del 80% de las 124 hermandades de Sevilla capital –entre corporaciones de penitencia, gloria y sacramentales– respondieron al cuestionario que les fue enviado.

El estudio puso de relieve que las hermandades sevillanas dedican más 4,5 millones de euros al año a obras de carácter asistencial, un esfuerzo a veces poco reconocido del que se benefician directamente más de 28.000 personas. De la cantidad referida, más de 1,6 millones de euros son recursos en metálico; otro millón se contabilizó en ayudas en especie, como alimentos o ropa; a otras actividades, como centros de enseñanza o talleres, se dedicaron 1,6 millones de euros; en colaborar con otras instituciones como Cáritas y el Seminario Diocesano se emplearon 221.553 euros; mientras que se aportaron 38.790 euros en ayudas a otros países. En total: 4.518.331 euros.

Ésta es la cantidad que se pudo cuantificar, aunque a ello habría que añadir las 25.000 horas de voluntariado que suman las hermandades, atendidas por 1.250 voluntarios, que atienden personalmente a casi 5.000 personas.

Un dato «muy significativo» de este estudio es que los gastos de administración y gestión de toda esa ayuda apenas llegan al 0,21%, lo que quiere decir que de cada 100 euros que reciben las hermandades para destinarlos a caridad, un total de 99,79 euros van directamente a los destinatarios y sólo 21 céntimos a gastos de administración. No en vano, destaca su autor, las hermandades tienen una excelente imagen entre la población sevillana, solamente comparable a la que gozan las Hermanas de la Cruz, por su “rigor, transparencia y eficacia en la gestión de los fondos de caridad.

En total, el informe refleja que más de 28.000 personas reciben ayuda directa de las hermandades, sin contar las que la perciben a través de las instituciones con las que las hermandades colaboran (Cáritas, Fraternitas u otras organizaciones).

Un total de 9.083 personas fueron beneficiarias directas de los 1.639.289 euros que las hermandades dedicaron a ayudas en metálico. La mayor parte de los recursos en metálico se destinan al pago de recibos de agua, luz o alquileres (81,8%), el 67,8% para ayudas para la compra de alimentos, el 54,1% para gastos médicos y el 45,9% para el pago de becas o ayudas en material escolar. La suma de los porcentajes es superior al 100% porque una misma hermandad aplica sus recursos en metálico a más de una acción.

La procedencia de los recursos en metálico también es diversa. La mayor parte de este dinero se recauda mediante un porcentaje aplicado a las cuotas de los hermanos (91,5%), el 38,2% procede de una cuota específica de caridad, el 98% de actividades como tómbolas, festivales y rifas y otro 98% de donativos.

Otras 9.746 personas recibieron ayudas en especie. El 54,3% fueron alimentos, el 28,2% ropa y un 15,5% otros artículos. De los 1.615.981 euros contabilizados en el apartado de otras actividades se beneficiaron 7.419 personas, mientras que los 221.5553 euros destinados a otras instituciones se dedicaron a Cáritas (62,4%), el Seminario Diocesano (47,8%) y otras (70,4%). Por último, los 38.790 euros destinados a iniciativas solidarias en el extranjero se distribuyeron entre nueve países.

Otro dato significativo es que de la cantidad que aportan las hermandades a caridad, algo más del 25% procede de ayudas en especie aportadas por las empresas sevillanas, lo que da una idea de la responsabilidad social corporativa de esa firmas.


Sin discriminación

Subraya Valduérteles que las hermandades reparten muy bien las ayudas y lo hacen además con una extraordinaria eficacia a la hora de llegar al pequeño detalle. Así, por ejemplo, si una persona se dirige a un organismo público en busca de ayuda para que no le corten la luz, la resolución de su caso puede tardar hasta cuatro meses; si recurre a una hermandad, después de las comprobaciones oportunas, esa persona puede tener el recibo pagado en el mismo día.

Valduérteles destaca asimismo la ausencia total de discriminación a la hora de conceder las ayudas. Las hermandades atienden a todas las personas, cualquiera que sea su procedencia, religión, ideología o cualquier otra circunstancia.

En opinión del director del informe todas estas cifras pueden ser aún mayores, ya que hay donaciones en especie y horas de voluntariado que las hermandades no contabilizan.

Acallar muchas bocas.

El Informe sobre la caridad en las hermandades de Sevilla vino a desmentir esa creencia generalizada de que las cofradías invierten gran parte de sus recursos en renovar su patrimonio material. «En ocasiones se critica a las hermandades por sus signos externos. Era necesaria la presentación clara y objetiva de esa otra realidad intuida, pero no bien conocida», expone el responsable de la investigación, Ignacio Valduérteles.

La cuantificación final de las ayudas en metálico, en especie y en horas de voluntariado que las hermandades de Sevilla emplean en ayudar al prójimo sorprendió al propio autor del estudio. «Sin duda, esos 4,5 millones de euros que las hermandades dedican al año en caridad es una cifra superior a la que yo pensaba. Es una cantidad realmente importante, referida a Sevilla capital exclusivamente, lo que sin duda se debe notar. El informe ha acallado muchas bocas», valora.

De todas formas, Valduérteles insiste en la verdadera fundamentación de la acción social de las hermandades, más allá de las actividades que éstas realizan, identificando los principios que la sostienen y dan sentido. En esta línea, subraya que «las hermandades no pueden ser las responsables subsidiarias del estado de bienestar ni pueden constituirse en agencias sociales», sino que deben estar en otra dimensión. «La acción social de las hermandades tiene una característica diferencial, propia de una asociación impregnada del espíritu cristiano, que la hace singular: el reconocimiento de la dignidad personal de los asistidos. No se trata sólo de remediar necesidades materiales más o menos urgentes, sino de que cada uno se sienta escuchado, atendido y valorado como persona».

El autor del informe distingue además entre dos términos que se prestan a veces a la polémica. «Las hermandades no ejercen la caridad, sino que la practican sus hermanos. La caridad es una virtud teologal que, como tal, radica en las personas, no en las organizaciones. Son los hermanos, cada hermano, quienes ejercitan la caridad. Esa caridad se manifiesta externamente, en su caso, en aportaciones de recursos materiales que la hermandad gestionará y canalizará hacia su entorno social».

A pesar de que las hermandades introducen filtros en sus diputaciones de caridad para evitar posibles fraudes, se viene observando en ocasiones la aparición de personas que juegan con la buena fe de los cofrades para hacer de estas peticiones de ayuda su medio de vida.

La cantidad total repartida es objetivamente importante, más aún si se tiene en cuenta que las ayudas concedidas suelen ser de importe reducido, lo que permite atender a un mayor número de personas. No obstante, Valduérteles asegura que «los 4,5 millones de euros en los que se han cuantificado la labor caritativa que realizan las hermandades son sólo un indicador». «Siempre se pone como ejemplo la actividad que despliega la hermandad del Buen Fin con el centro de estimulación precoz, pero ¿acaso es cuantificable la labor que está realizando la hermandad de la O con su proyecto Esperanza y Vida de ayuda a mujeres gestantes en situación de exclusión social? ¿Cuánto vale la vida de un niño?».