La Semana Santa cuenta con distintas escenas movidas por el fervor popular. Una de ellas es la que se define como petalá o petalada y que explicaremos en esta nueva entrega de la guía de El Correo de Andalucía. En el mundo cofrade se conoce con este nombre a la actividad de lanzar pétalos de flores a modo de lluvia sobre el paso de una imagen sagrada.
Este rito tiene una explicación histórica. Tradicionalmente se tiraban flores a los reyes, así como a los héroes de guerra en la época medieval. La religiosidad popular incorpora esta tradición con el sentido de rendir honores y realizar una ofrenda de amor a su Cristo o a su Virgen en un momento concreto de la procesión. Las petalás más habituales son de rosas, claveles o buganvillas y tienen un proceso determinado. Previamente un grupo de hermanos o devotos se encarga de desmembrar los pétalos del clavel o de la rosa para almacenarlos en cajas de cartón, que servirán de recipiente desde donde ir tirando, a base de puñados, los fragmentos de estas flores desde un punto alto cercano en un canto de alabanza a Dios y a su Bendita Madre. Aunque en un principio se empezaron a usar rosas y flores del tiempo de los patios de vecinos, de un tiempo a esta parte se recurre a las floristerías para hacer un pedido con el que obtener una cantidad determinada de materia prima.
En Semana Santa suelen ser tradicionales las petalás que reciben la Esperanza de Triana en la calle Pureza y O’Donnell, la de la dolorosa del Cerro en Tetuán, la de la Esperanza de la Trinidad al entrar en la Campana o la de la Redención al poco de salir. Suelen ser más habituales entre las cofradías de barrio, donde las promueven sus vecinos desde los balcones o terrazas de sus casas. También se arrojan pétalos al paso de Jesús Sacramentado en las procesiones eucarísticas y en el Corpus, alfombrando el discurrir del Señor.