Explicado fríamente, la policromía es el arte de pintar o decorar con varios colores tanto las obras bidimensionales (pictóricas) como ciertas partes de obras tridimensionales (escultóricas o arquitectónicas). Sin embargo, este procedimiento tiene una significación especial en el ámbito de la imaginería, corazón cultural y patrimonial de la Semana Santa. Restaurar la policromía es uno de los procedimientos más habituales a los que están muy habituados los cofrades que ven cómo sus imágenes titulares son restauradas con este objetivo. Porque, el principal problema de toda imagen procesional es justamente el oscurecimiento de la policromía.
Para la restauración de una escultura en madera policromada es fundamental conocer la ejecución de la obra, es decir, como esta realizada. Además, como consecuencia de limpiezas inadecuadas muchas obras escultóricas de nuestro patrimonio presentan una abrasión de la policromía. También puede suceder que se haya abusado de un repinte generalizado, lo que denominaremos repolicromía. Los barnices oxidados, la suciedad generalizada y la falta de adhesión entre los estratos son otras de las complicaciones con las que puede encontrarse un restaurados ante la tarea de volver a hacer brillas la policromía original de una talla.
Hay ocasiones, sin embargo, en las que las hermandades no quieren intervenir en este sentido. El pasado mes de febrero la Hermandad de la Esperanza de Triana rechazó un informe de intervención del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico que planteaba recuperar la policromía original del Cristo de las Tres Caídas. La corporación optó por un procedimiento menos invasivo que tuviera en cuenta «la importancia del paso del tiempo sobre la imagen» porque estamos ante imágenes devocionales, no únicamente obras de arte.