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Actualizado: 21 mar 2021 / 09:40 h.
  • Juan Manuel Martín en el Vía Crucis del Señor de la Salud del 2020 / Quique Pérez
    Juan Manuel Martín en el Vía Crucis del Señor de la Salud del 2020 / Quique Pérez

El capataz del misterio de la Hermandad de Bellavista, del de los Panaderos y del Señor de la Salud, entre otros, ha contado a El Correo de Andalucía como ha vivido este año de pandemia y como ha afectado esta a la función de estar al frente de un martillo, al igual que en su ámbito más personal.

D. Juan Manuel Martín Núñez, o mejor conocido como ‘Juanma’ por todos los que han tenido la suerte de tratar con él, ha pasado unos meses bastante duros por culpa de la situación de crisis sanitaria que atravesamos. En el ámbito cofrade, su autoestima se medía por picos, habiendo “días en los que no sé si estoy en Cuaresma, otros en los que te entra ese mono de Semana Santa que vienen seguidos de días de bajón en los que añoras el trato con tu cuadrilla y los actos de tu hermandad”, asegura. Aunque también se pueden sacar cosas buenas, como el poder haber pasado más tiempo con su familia en los meses de confinamiento, obviamente sin olvidarse de toda la gente que se ha quedado en el camino, además de todas las desgracias económicas que se están dando.

Todo cofrade que se precie sintió una enorme pena cuando se cancelaron los desfiles procesionales de la Semana Santa de 2020. A pesar de ser un secreto a voces, nadie era consciente de lo que eso iba a suponer. Nuestro entrevistado admite que se fue enterando paulatinamente cuando comenzaron a aparecer noticias sobre las cancelaciones de ensayos y demás actos, “ahí es cuando empiezas a ver la dura realidad”, asegura Juanma. Lo compara con “una de esas pesadillas que tiene un cofrade, pero realmente estaba ocurriendo. Lo peor llegó en los días de salida, cuando nosotros mismos nos martirizábamos en casa poniéndonos vídeos, quemábamos incienso, teníamos la bandejita de torrijas y pestiños...”, y esto sirvió para que lo que pasase por su cabeza fuese aquello de “es que me estoy machacando yo mismo”, se sincera el capataz.

“Más que ponerse el costal y meterse debajo, creo que lo que más añoramos es el estar juntos y tener esa convivencia con los tuyos”

El ver un palio de vuelta, un capirote, las manchas de cera en el pavimento, escuchar el solo de una corneta tras un misterio, son cosas que la pandemia nos ha arrebatado, al igual que “el abrazo de tu gente y el amor y cariño de tus hermanos”, como asegura Juanma que, para él, ha sido lo que más ha echado de menos en este largo año de crisis sanitaria. “Al final, quitando el confinamiento, a tus imágenes si vas a rezarle, pero es esa convivencia que tú haces la que más de menos echas. Hay mucha gente que contamos primaveras, no contamos años”. Por suerte, los actos y cultos de nuestras hermandades siguen adelante en la medida de lo posible, y “más que ponerse el costal y meterse debajo, creo que lo que más añoramos es el estar juntos y tener esa convivencia con los tuyos. Eso no quita que le tengamos unas ganas tremendas al palo, al olor y al crujir de la madera, a andar una marcha...”, asegura Juanma.

Una de las dudas que les han surgido a los cofrades es si el mundo del costal tendrá que adaptarse a las próximas Semanas Santas, ya que, en su día, salieron iniciativas, no muy convincentes, como sacar los pasos sobre ruedas o incluso reducir el número de costaleros, pero nuestro entrevistado espera que cuando se puedan retomar los ensayos sean con riesgo cero de contagio, para poder desempeñar la función sin ninguna preocupación sanitaria. Además, dice con firmeza que “Si no fuese así, lo vería un poco absurdo, porque estaríamos jugando con la salud pública”.

A pesar de que la vuelta a las trabajaderas sea una auténtica incertidumbre, Juanma Martín argumenta que la preparación y el cuidado del costalero debe seguir adelante: “al que le guste correr debe seguir corriendo, al que practique deporte debe seguir haciendo deporte, el que trabaje en una obra debe seguir levantando kilos en el trabajo de construcción y el que va al gimnasio para prepararse físicamente debe seguir igual”. Aún así, es consciente de que, tras esta larga temporada sin ejercer el oficio, los cuerpos de los costaleros pueden resentirse los dos o tres primeros días, “y para eso debe estar la figura del capataz para saber qué tipo de ‘pretemporada’ debe hacer y cómo debe ir evolucionando la vuelta de la cuadrilla a los ensayos, para así ir adaptando poco a poco al costalero”.

El tan ansiado retorno a los ensayos será algo diferente a lo que estamos acostumbrados en cada Cuaresma. Juan Manuel explica que “se debe cuidar mucho el tacto en los primeros ensayos, sobre todo, y se debe procurar que sean más como una toma de contacto”. Entre otros pasos a seguir, indica que las chicotás no deben alargarse en exceso, y en ellas “hay que andarle sin tonterías para que se vayan adaptando poco a poco para que, cuando ya la gente esté un poquito rodada, empezar enserio”. Con todo ello, nuestro capataz augura que la ‘vuelta al trabajo’ sea para 2022, además de esperar que se pueda llevar a cabo de una forma segura y sin riesgo alguno, “pienso que es lo que deseamos todos”, comenta.

Uno de los momentos en los que más destaca un capataz es aquel en el que llama a sus costaleros para levantar el paso. Juanma asegura que “La primera levantá irá por tantas personas que se han quedado en el camino. Se la debemos a ellos a forma de homenaje, una fuerte al cielo, y al cielo va por nuestros difuntos”. Después de ello, un buen capataz debe ser capaz de ponerse al frente de un paso y saber levantar el ánimo a sus hombres cuando las fuerzas fallan, y si hay algún especialista en ello, es nuestro entrevistado. Debe ser poca la gente a la que no se le levante el bello al escuchar como alienta a los costaleros del Señor de la Salud, a los de Bellavista o a los de Los Panaderos.

“Con mi voz, intento alentarlo, ayudarlo e intento que se reponga, diciéndole cosas que ‘le toquen la fibra’ para que se venga arriba”

Él asume que es “consciente a posteriori cuando te llegan los mensajes de conocidos y ves algunas publicaciones en las que la gente lo comenta, pero yo no lo hago para vanagloria personal, ni por protagonismo, el protagonista es el de arriba”. Argumenta que “el grupo de personas que va debajo es como si fuera mi familia, yo vengo también de las trabajaderas y sé lo que se pasa ahí, entonces si yo noto que está pasando fatiga un costalero mío, que es un amigo mío, un compañero y un hermano mío, yo intento ayudarlo”, asegura el capataz. Al no poder meterse debajo del paso y tirar de los kilos para arriba, la única forma que tiene de alentarlos es a través de la palabra: “con mi voz, intento alentarlo, ayudarlo e intento que se reponga, diciéndole cosas que ‘le toquen la fibra’ para que se venga arriba”, afirma Juanma.

Juan Manuel Martín hace la comparación con un entrenador de fútbol que pone a botar a sus jugadores antes de salir a al césped, ya que “lo que busco es motivarlos”. Un capataz es consciente de cómo va la cuadrilla “con tan solo el olor que desprende, el sonido de las levantás, y cuando estas son lentas y piensas ‘uf, van cargados de kilos’, además de cuando le preguntas a uno de los tuyos cómo va ahí debajo y, pese a que la respuesta sea positiva, denotas que las fuerzas están fallando”. En ese momento es cuando uno debe acercarse al respiradero dándole la vuelta a prácticamente todo el paso, y en ella “cojo la mano a uno, le pego un pellizco a otro en la pierna, y le digo sus cuatro cosas al otro y se vienen arriba”, afirma.

Estas expresiones que podemos escuchar decir a Juanma cada vez que se pone delante de un paso no las trae pensadas de casa: “Si las trajese pensadas no saldrían como salen. Son cosas que tú sueles tener en tu argot popular o de lo que leas o en lo que te inspires y demás, pero sí, suelen salir en el momento”. Con ello, se han llegado a dar circunstancias que nuestro entrevistado recuerda con cariño: “Hay veces que no sé lo que he dicho, hubo una vez que vino un auxiliar y me preguntó ‘¿Qué has dicho del caliche de las paredes?’ y mi respuesta fue ‘Ni idea, ¿he dicho un disparate?’, pero luego me dijo que no, que al revés, había quedado muy bonito”. Con esta breve anécdota, Juanma intenta hacer ver que son cosas que salen en el momento “como el baile, si no estás inspirado suena mal, suena a descompás”. Argumenta incluso que se asemeja a como cuando le sueltas un piropo a alguien, que es algo que te sale del corazón, teniendo mucho que ver “el momento en el que se esté, la música, el sitio, la cara del Señor o de la Virgen... pero no, no son preparadas, si lo fuesen pienso que no gustarían tanto, ni llegarían donde tienen que llegar”.

«La primera levantá irá por tantas personas que se han quedado en el camino»
Juanma se dispone a dar una levantá del paso de misterio de la Hermandad de Bellavista / Manu Socarrás

“Para mí, el mejor capataz de Sevilla es mi padre”

Si ahondamos un poco en el lado más personal de Juan Manuel Martín Núñez, podemos divisar a un hombre muy familiar y apegado a su gente. Un pilar fundamental en su vida son su niña y su hijo, al que espera cederle el testigo como capataz algún día, aunque es consciente de que “el relevo generacional nunca está garantizado”. Nuestro entrevistado asegura que él está poniendo todo de su parte para transmitir las bases, valores y conocimientos necesarios, al igual que la ilusión, el respeto y el cariño necesario para ello. “A partir de ahí pues depende de él y de las personas que eligen a un capataz, que en este caso son las Juntas de Gobierno, las que le den esa confianza. Yo haré con mi hijo lo mismo que mi padre hizo conmigo, y si saliese todo como espero, sería una gran ilusión”, dice Juanma esbozándosele una sonrisa.

Si nos trasladamos de generación, tenemos a Juan Manuel Martín padre, quien ha sido el encargado de inyectarle ese veneno a nuestro entrevistado. “Para mí, el mejor capataz de Sevilla es mi padre”, aunque admite no se ha parado nunca en una única figura, e intenta ver de diferentes maestros lo que le gusta y lo que no de ellos, y en base a eso ir aprendiendo. “La mejor copia de un Van Gogh no vale nada, es decir, mi padre tiene un don que es esa garganta, esa voz y ese arte que él tiene y que yo no lo tengo. Cada uno tiene sus cosas y sus técnicas para mandar”, admite. Sí es cierto que la mayor inspiración para Juanma ha sido su padre, aunque, como él mismo asegura, no es el mismo Juanma que hace quince años. “Hay capataces que me gustan mucho, como Antonio Santiago, Manolo Villanueva y su hermano Carlos me parecen grandes capataces, Ismael Vargas también es un hombre a adquirir muchos conocimientos de él, al igual que Antonio López. ‘¿Qué me gusta todo de ellos?’ Pues no, hay cosas que sí y cosas que no, aunque como te digo, cada maestrillo tiene su librillo”, sentencia.

«La primera levantá irá por tantas personas que se han quedado en el camino»
Juan Manuel Martín dando una levantá con su hijo al paso del Señor de la Salud

Resulta difícil preguntarle a un capataz cuál es el día en el que más disfruta de la Semana Santa, pero más ardua resulta la tarea de responderla. Juanma asegura que donde realmente disfruta es durante la Cuaresma, porque en ella gozas en los actos que organizan las hermandades, en las convivencias de los ensayos, pero “cuando llega el Viernes de Dolores, llega el momento de la responsabilidad; horarios fijados, cofradías en la calle... Además, pasa muy rápido, porque cuando estoy sacando el misterio de Bellavista y me quiero dar cuenta estamos en Domingo de Resurrección”. Sin embargo, y seguro que todos los capataces han sentido alguna vez esa sensación, y que para nuestro entrevistado es una de las mejores, es aquella en la que “dejo el último paso con sus cuatro zancos en el mármol, y si todo ha salido bien, sin ningún incidente, es cuando disfruto muchísimo, digamos que es el momento del descanso y disfrute”.

Tampoco ha sido fácil para Juanma elegir una banda de Sevilla, ya que para él “depende de dónde, en qué momento y para qué. Por ejemplo, yo con Cigarreras en el Salvador alucino, es una auténtica sinfonía, pero es que después escucho a Tres Caídas tocando La Pasión y se me caen dos lágrimas, y luego escucho a mi Sección Musical de los Gitanos con Mi Ángel de la Madrugá y me muero... al igual que escucho a Virgen de los reyes tocando Caminando va por tientos y exactamente igual me pasa. Después escucho a Redención y es simplemente espectacular, la Encarnación de San Benito también tienen unas marchas maravillosas...” argumenta sobre algunas de las bandas de nuestra ciudad.

Menor es el cupo de bandas cuando se le pregunta por una banda de fuera, teniendo en cuenta que no es fácil elegir solo una: “Igualmente te digo, depende del momento, la Hermandad, el sitio... Rosario de Cádiz es una gran banda, Pasión de Linares también, y no lo digo yo, es que están ahí, porque se lo han ganado a base de esfuerzo”, asegura Juanma, además de mostrar su admiración por la profesionalización y el trabajado que muestran estas corporaciones musicales, que ensayan durante todo el año para mostrar unos resultados espectaculares.

La historia se repite cuando es preguntado por una marcha de música procesional: “Según el momento –ríe–, a mí de agrupación musical Gitano de Sevilla me encanta, de cornetas y tambores Ave María me disloca, pero es que escucho Costalero del Soberano y también me encanta. Luego, de palio Amarguras me vuelve loco”, aclara Juanma.

«La primera levantá irá por tantas personas que se han quedado en el camino»
Juanma abraza la manigueta del paso de misterio del Señor de la Salud / Manu Socarrás

“Cuando voy por la Plaza de San Pedro y veo que mi hijo y mi niña se acercan a verme ahí se me cae todo”

Siendo esta igual de difícil que las anteriores cuestiones, cuando a Juan Manuel Martín le toca elegir un momento de la Semana Santa nos abre su corazón: “Son tantos momentos... esos nervios del Viernes de Dolores, ese Domingo de Ramos con los niños en la Borriquita con sus palmas, con esa alegría bajo un radiante sol en Sevilla, son tantos momentos...”, aunque posteriormente se sincera y admite que “cuando voy por la Plaza de San Pedro y veo que mi hijo y mi niña se acercan a verme ahí se me cae todo”, dice Juanma visiblemente emocionado.

Para concluir, Juan Manuel Martín Núñez manda un mensaje a todos los cofrades, en el que pone en valor la esperanza en estos duros momentos, asegurando que debemos mantener intecta la ilusión, porque “nuestro momento de volver a lo que nos gusta, llegará”. Además, hace hincapié en que “no debemos olvidarnos de las labores sociales que hoy en día son más necesarias que nunca; hay muchos padres de familia que se han quedado parados, muchos comedores sociales que no dan abasto, y para ellos debemos contribuir a que las bolsas de caridad de nuestras cofradías funcionen”, finaliza nuestro capataz.

Sin duda, ser los pies del Señor, o los de la Virgen, es un gran privilegio, ya que tienes sobre ti el deber de evangelizar por las calles la Palabra de Dios, pero mayor aún es el privilegio cuando tienes al frente de tu cuadrilla a una persona como Juanma, que derrocha cariño y amor a cada costalero que tiene a su cargo, que como el mismo cataloga “es un amigo mío, un compañero y un hermano mío”.