El nuncio del papa Francisco en España, Bernardito Azúa, ha impuesto el palio arzobispal a José Ángel Saiz Meneses, pastor de la Archidiócesis hispalense, tras su toma de posesión el día 12 de junio, una insignia o prenda eclesiástica de lana virgen que portan exclusivamente los arzobispos y que evoca su plena adhesión a la Iglesia y su comunión con el Santo Padre.
A la celebración eucarística en el Altar del Jubileo de la Catedral de Sevilla, que se ha celebrado este sábado, han acudido el cardenal arzobispo emérito Carlos Amigo; el también arzobispo emérito Juan José Asenjo y los arzobispos y obispos de las diócesis sufragáneas de la Provincia Eclesiástica de Sevilla: José Rico, de Asidonia-Jerez; Rafael Zornoza, de Cádiz y Ceuta; Demetrio Fernández, de Córdoba, y Santiago Gómez, de Huelva. De su lado, José Mazuelos, de Canarias, y Bernardo Álvarez, de Tenerife, no pudieron estar presentes en esta ceremonia.
Al inicio de su homilía, Saiz ha explicado que el palio "expresa la comunión y la colegialidad de los obispos; es símbolo de unidad y vínculo de comunión y de caridad entre las Iglesias particulares". Agradecido al Santo Padre por su nombramiento y entrega del palio el 29 de junio en la basílica del Vaticano, el arzobispo de Sevilla ha expresado sus sentimientos "de fidelidad y de obediencia" al obispo de Roma, tal como informa el Arzobispado en un comunicado.
"El palio, por tanto, nos recuerda a Cristo mismo, que como buen pastor carga sobre sus hombros a la oveja perdida, para llevarla de nuevo a casa. Cuando se impone el palio sobre los hombros se recuerda al pastor que pone sobre sus hombros la oveja perdida, la cual por sí sola ya no encuentra el camino de retorno a casa, y la devuelve al redil. Los padres de la Iglesia vieron en esta oveja la imagen de toda la humanidad. El pastor que la devuelve a casa solamente puede ser Cristo, que nos carga a cada uno de nosotros sobre sus hombros y que por el camino de su sacrificio redentor en la cruz nos lleva a casa", añade.
"El palio se convierte en símbolo de nuestro amor a Cristo y de que, unidos a él, debemos amar a todas las personas, en particular a los heridos que están caídos al borde del camino, a los cansados y agobiados, a los que están desorientados, a los que buscan sentido y se plantean interrogantes, a los pobres y humildes, a todos", agrega.
Según manifiesta, "el Señor asigna esta tarea a algunos como deber primordial de sus vidas; los escoge para que cuiden de sus ovejas, con corazón de buen pastor".
En este sentido, Saiz advierte de que "no es propio de un pastor bueno huir de la cruz, sea por miedo, por comodidad o por intereses particulares", al contrario "el gran servicio de Cristo es dar la vida por nuestra salvación".