Ha sido poco más de dos meses en los que la Virgen de los Dolores se ha ausentado de su altar en la parroquia de Santa Cruz. Durante este tiempo, la dolorosa ha sido sometida a un proceso de restauración por Enrique Gutiérrez Carrasquilla.
Los trabajos se han centrado en reparar «algunos desgastes de abrasión y pérdida de policromía», que han sido reintegradas en las zonas afectadas. Igualmente se ha realizado «una limpieza superficial» en manos y rostro de esta obra que tallara Antonio Eslava ante la suciedad que se había ido acumulando.
La intervención, que comenzó tras el besamanos anual de la Inmaculada el pasado mes de diciembre, se ha completado con la colocación de un protector de cuero en determinadas zonas de la talla para mejorar y reforzar su protección de los llamados alfilerazos a la hora de vestir a la imagen.