Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 15 ago 2016 / 22:25 h.
  • El público arropó en todo momento a la Virgen. / José Luis Montero
    El público arropó en todo momento a la Virgen. / José Luis Montero

A sus 87 años Francisco de Asís Rodríguez Mejías, cirio en mano, es uno de los rostros más veteranos de la procesión. Integrado en las filas de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes, este año cumple nada menos que 54 acompañando a la patrona. «En vez de cirios, antes llevábamos un farol. Y ha habido años en que íbamos de brazos cruzados». Asegura que ha conocido procesiones en las que iban «40 personas de la Asociación», dice que ha escuchado novenas hasta en cuatro emplazamientos diferentes dentro de la Catedral y mantiene que no ha existido mejor predicador de los cultos que el cardenal Segura, «por muy frío que fuera». No entiende el 15 de agosto si no es junto a sus cuatro grandes macizos de nardos. Lo mismo le sucede al cura Francisco de los Reyes Rodríguez López, párroco de San Lorenzo, que nació el día de la Asunción, hace 59 años, y debe su nombre a esta imagen fernandina. «Celebro cumple y santo el mismo día». Antes de enfundarse la sotana, era un ferviente peregrino de los que venían andando desde Dos Hermanas. Ahora es un habitual en el Altar de Jubileo en la primera de las misas que se celebran de madrugada ante el palio de tumbilla. «La de las 5.30 horas es la misa de los peregrinos. Desde que me ordené de cura, hace 26 años, vengo asistiendo a esta misa, primero concelebrando, con el padre Estudillo y con Javierre, de los que he tomado el testigo, y ahora ya oficiando».

Los suyos son sólo dos testimonios de fidelidad inquebrantable a la Virgen a la que los sevillanos llevan rezando casi ocho siglos. Y así pueden seguir sumando nombres y rostros, biografías e historias personales a toda esa innumerable legión de devotos que, año tras año, no faltan a su cita agosteña con una de las devociones más sinceras, auténticas y profundas de la ciudad.

Sevilla volvió a renovar este lunes su vínculo de amor y devoción a la patrona. Apenas 90 minutos empleó el palio de tumbilla en recorrer las gradas bajas de la Catedral en su secular procesión de tercia, la primera tras la restauración a la que fue sometida la imagen el pasado mes de noviembre y cuyos resultados saltan a la vista. «Francisco Arquillo siempre es una garantía. Conoce muy bien la imagen», corrobora delante del paso el canónigo y capellán real de la Catedral, Francisco Ortiz. Y es que pareciera como si la Virgen hubiese recuperado este 15 de agosto en la calle el brillo de su candorosa sonrisa, una vez que el profesor Arquillo ha conseguido borrar de su rostro y de sus manos la huella descarnada del paso del tiempo.

Miles de sevillanos y devotos, muchos llegados en peregrinación desde los pueblos limítrofes a la capital, han arropado a la Virgen en su corto paseo por el perímetro catedralicio, un recorrido de apenas 18 chicotás que, como es tradición, fue seguido por los fieles en medio de un respetuoso silencio, sólo roto en ocasiones por las marchas de las dos bandas que acompañan al cortejo, por el rezo de las antífonas, por el toque de las campanas de la Giralda en cada una de las posas y por la versión coral del Dios te Salve María, integrado en el trío de la marcha Encarnación Coronada, que el público de la Avenida se atrevió a entonar cuando la tumbilla se acercaba a la esquina de Correos.

Pero no crean que la devoción a la Virgen de los Reyes se sustenta únicamente en rostros curtidos ya por el paso de los años y devotas de moño alto y abanico en tardes de novena. El fervor de los sevillanos por esta talla medieval se remonta, en muchos casos, a los años de infancia, cuando recibieron de sus mayores el legado de amor filial a una devoción que no precisa de grandes aditamentos para conquistar corazones. La del 15 de agosto es una procesión muy familiar y sólo hace falta pasear la vista más allá de las vallas que delimitan el recorrido de la procesión para percatarse de que es una tradición que se transmite de generación en generación. De abuelos que rezan en voz alta con sus nietos cuando los 25 pares de zapatillas blancas que asoman bajo los faldones transitan con paso decidido ante su presencia; de madres que aúpan a sus recién nacidos de sus carritos de bebé para que reciban la bendición de su mirada; de padres que encaraman a sus hijas a los hombros para que no pierdan detalle; de niños con cara de madrugón que pegan la cara a la valla y abren bien los ojos para apreciar cómo cabecea la imagen del Niño sobre la falda de su Madre; de muchachetes que inmortalizan el momento con sus teléfonos móviles; o de infantes que se encaraman en las columnas de la Catedral o en las ventanas del Palacio Arzobispal para aprehender los ritos inalterables de la mañana de la Asunción.

A las 9.23 horas el palio de tumbilla queda arriado ante el cancel de la Puerta de los Palos. Es hora de que las tropas del Ejército que han cerrado la comitiva rindan honores a la patrona. Se echa de menos en la delantera del paso al capataz titular, Eduardo Bejarano Uceda, al que sus achaques de salud le han impedido acompañar a su hijo en esta mañana. El comentario es generalizado: ha habido más público que otros años en la procesión que ha servido de estreno a los miembros de la nueva junta superior del Consejo, presidida por Joaquín Sainz de la Maza. Suena la Marcha Real. La mañana del 15 de agosto ya es historia. ~