Image
Actualizado: 16 sep 2017 / 23:11 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado

No parece haber esperanza alguna para una solución ordenada respecto al problema planteado por una parte importante de catalanes. Como no nos gusta el fácil recurso de buenos y malos, ahí va una consideración.

Desde hace unos años, con mayor virulencia desde la sentencia del Tribunal Constitucional del 2010 sobre el Estatuto, ha sido patente el descontento de una buena parte del pueblo catalán y de sus dirigentes con la situación. El problema se ha ido agravando con posturas muy rígidas (más por una parte que por otra) que no han propiciado ningún acercamiento para reducir la tensión en orden a un acuerdo.

La vía de un ilegal referéndum decisorio no creemos que pueda llevar a ningún resultado. La independencia de una parte del territorio de un Estado europeo consolidado democráticamente, no parece que pueda resolverse con un instrumento tan proclive a la visceralidad y el apasionamiento como este. La democracia requiere procedimiento, legalidad y garantías y, al no existir estas, no hay razones para reclamar que el resultado sea aceptado por todos.

Sería bueno que, antes del día 1 de octubre, se impusiese la cordura y se abriese una vía de solución. Pero, en cualquier caso, hay algo que será lento y difícil: restaurar la convivencia ciudadana en Cataluña y vivir en paz que es la máxima responsabilidad de los gobernantes con su pueblo. Hace unos días dijo Iñaki Gabilondo: «Hay dos cosas que no se pueden olvidar en el problema de Cataluña: que no se puede ignorar la calle y que la calle no hace las leyes». Pues eso.

ETIQUETAS ►