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Actualizado: 17 mar 2018 / 23:03 h.
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La Cuaresma apura su última semana. Hoy José Ignacio del Rey Tirado se pondrá ante el atril del Maestranza para anunciarnos una nueva Semana Santa y nos contagiará esa alegría con la que ha vivido su nombramiento y todos estos meses preparando este encargo ante la inminencia de una nueva Semana Santa. Mientras, en los templos, se intensifica la actividad y volverán a formarse las colas, pese a la lluvia, para cumplir con el rito de besar los pies o las manos a nuestros titulares en este Domingo de Pasión, en el que, además, ya tendremos el primer Programa de Mano en casa para ir eligiendo sitio y hora para el encuentro con cada uno de nuestros pasos.

Pero antes de que todo esto suceda, este ha sido el sábado de los niños y estas han sido las noches de las meditaciones. Ante sus titulares, ante sus pasos, los más pequeños van aprendiendo a rezar, empiezan a hacer tímidamente sus primeras peticiones y susurran sus acciones de gracia. Todo viene del Señor, le llamen Corona o Caridad, Silencio, Pasión o Gran Poder. Y van haciendo hermandad, ayudando en la priostía, coloreando sus pasos o recorriendo entre juegos los templos, las casas hermandad, familiarizándose hasta sentir como propia esa iglesia que es la casa de todos. En una semana, estos niños se revestirán de monaguillos o de nazarenos, con roquete y esclavina o capa y cíngulo, o esparto y cola... saldrán a repartir estampitas, caramelos, nazarenos de gominola, con la alegría y la ilusión que los mayores recuperamos bajo el antifaz emocionados como niños, o intentarán ir en silencio, ajustándose a la compostura de su hermandad, pero haciendo público el compromiso, a su medida, con una fe recibida que, poco a poco, aprenden a poner en práctica.

Pronto veremos los primeros nazarenos cumpliendo con una tradición de siglos en una ciudad mariana y religiosa que ellos perpetuarán.

La semana que viene veremos nazarenos y monaguillos por las calles, saldrán nuestros titulares en sus pasos, exornados con el cariño y la devoción de sus hermanos, pero esta aún estamos a tiempo de llenar todo esto de sentido, profundizando en nuestra fe, removiendo nuestros pilares y centrando nuestra vida, como nos invitó anoche la madre Belén Soler de San José en su meditación ante el Cristo de la Caridad de Santa Marta o vaciándonos por completo, reconociendo nuestra debilidad, ante el Cristo de la Corona, de la mano de Víctor García-Rayo el viernes en el Sagrario. Exprimamos estos días para que la próxima semana nuestras estaciones de penitencia no sólo conformen la Semana Santa que a todos entusiasma por su belleza artística y su valor folclórico. Que nuestra fiesta sea la celebración de un año de trabajo por los otros, del compromiso que significa ser cofrade, que lleva implícito ser cristiano.

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