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Actualizado: 17 feb 2022 / 07:37 h.
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  • Absuelto el periodista y vuelta a las trincheras

Están ocurriendo cosas muy estúpidas y muy, muy, peligrosas. Y no me refiero a los movimientos de tropas rusas en su frontera con Ucrania. Miro más cerca, miro a los de aquí, a buena parte de los españoles.

Un juez ha absuelto a un periodista que estaba siendo juzgado por ser acusado de acosar a los hijos de Pablo Iglesias e Irene Montero. Las razones más técnicas se me escapan, pero la sentencia es muy clara. Se podrá discutir lo que dice el juez aunque las decisiones judiciales se deben acatar. Sin embargo, en España ni se acatan ni se asumen; en España no somos pocos las que las agarramos para lanzarlas contra los adversarios políticos; en España todo se politiza. El juez absuelve al periodista y unos y otros se lanzan al ataque desde las fronteras que marcan ideologías tan baratas y tan vacías que solo invitan a eso, a la confrontación.

Los de una parte (incluidos los padres de las criaturas) gritan que si los acosados (que según el juez no lo son) hubieran sido los hijos de otros el trato hubiera sido distinto. Por supuesto, el sistema judicial es facha, los jueces son fachas, y todo es facha y horrible, salvo ellos. ¿Qué hacen los de las trincheras contrarias? Recuerdan a los padres de los niños (que, hay que recordar, son un ex vicepresidente del Gobierno y una ministra del Gobierno) que fueron ellos los que comenzaron con esto de los escraches y que, ahora, lo que tienen que hacer es estar calladitos y asumir que el karma siempre hace de las suyas. Les recuerdan los acosos a Cristina Cifuentes o Begoña Villacís. Ojo por ojo; diente por diente.

Ni se debe caminar sobre la línea que separa lo legal de lo que no lo es; ni hay que involucrar a los menores en las cosas de adultos (descerebrados e incapaces de dialogar o conseguir objetivos sin atacar, gritar o poner en peligro la convivencia), ni hay que acosar a los mayores, ni hay que buscar venganzas. Ya está bien.

Pablo Iglesias e Irene Montero me parecen dos personas mediocres que han llegado demasiado lejos sin aportar casi nada. No son santos de mi devoción, pero sus hijos (como todos los niños del mundo) sí lo son. Y espero que los dejen en paz. Tampoco siento especial simpatía por Soraya Sainz de Santamaría o Begoña Villacís aunque espero que nunca más se les persiga por las calles para increparlas. Lo que hay que hacer es trabajar duro para sacar esto adelante, luchar por nuestros derechos de forma ordenada y pacífica, estudiar y no abrir la boca para echar espuma sin ton ni son. Ya va siendo hora de dar la espalda a los mediocres y a los ignorantes. Porque todo el problema se reduce a eso: nos gobiernan ignorantes; dicen pelear los derechos de los trabajadores los ignorantes; en todos los estratos sociales se han colado los ignorantes... Y así nos va.