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Actualizado: 18 jul 2019 / 14:12 h.
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  • Alexandra del Bene (II)

La prórroga de la exposición que mantiene abierta la polifacética autora italiana afincada en Sevilla ALEXANDRA DEL BENE -en la Taberna del Alabardero hasta el 31 de este mes- posibilita el que pueda añadir otros comentarios que por cuestiones de tiempo y espacio -las dos dimensiones de la prensa (¡como de tantas cosas!)- hizo que se quedaran en la pantalla.

El 1º es que puede sustituirse la imagen que acompañaba al artículo anterior, publicado en EL CORREO WEB días pasados, por esta de mejor calidad. Lo 2º decir que la “Dama de Picas” está y la que falta es la de corazones –adquirida recientemente- y que completaría la baraja francesa que se expone junto al cartel de las Fiestas de Primavera y uno de los capotes pintados por ella.

Lo 3º –y ahora en palabras de PAU FERRER- “la dignificación que ella ha hecho” de ese arte urbano tan próximo a la muralística y a la publicidad, como es el diseño gráfico comercial representado a gran escala, diseño a medias también relacionado con el industrial, que se suele ubicar sobre todo en fachadas, interiores y sobre todo en persianas metálicas plegables, y que hacen la función de ser reclamos, como contribuyen al exorno de la ciudad, porque sin duda alguna una ciudad la hacen los edificios oficiales, los templos, los núcleos de población, pero sobre todo la gente que la habita. Sigo aquí las consignas que nos diera JANE JACOBS cuando se movilizaba a favor de la ciudad de y para las personas.

En este orden de cosas es donde integro esa poesía visual con que a veces recubre sus producciones ALEXANDRA, esas abstracciones conceptuales o geométricas, y toda la emblemática que utiliza para destacar los productos o locales que anuncia.

A medio camino pues de la pintura mural, tradicionalmente plasmada al fresco o al temple y que por tanto requiere otros procedimientos que no son los del acrílico (los que suelen usarse para este tipo de trabajos y es el que ella usa en ellos), poco tiene que ver por otra parte con el graffiti, aunque algunos puedan parecerlo y algunas concomitancias pueda tener ciertamente. No lo es, porque en ella, hay una intencionalidad artística que reivindica sólo lo que está representando; no lo usa como protesta, ni exorno dirigido por entidades cívicas o cualquier tipo de entidad pública o particular, que quiere que se destaque en las calles tal o cual campaña, o que mediante esta técnica se intente contribuir a la belleza de barriadas periféricas, etc.

Por otra parte, hay que considerar que este es otro arte distinto, que si bien hunde sus raíces sobre todo a partir de la Revolución Industrial del XIX y ha proseguido languideciendo en el XX, llega a la proliferación de hoy día puede que siguiendo la estela que va imprimiendo ALESANDRA, porque desde que llegó ella el Centro sobre todo se ha visto inundado con sus obras sin que pretenda tampoco ser maestra, aunque en cierto modo lo es, pues ha sabido conjugar las técnicas de la pintura incluso de caballete, con esa simplificación que requieren los mensajes directos, la comprensión de lo que se oferta.

Indiscutiblemente este arte puede que incluso se remonte al Neolítico, cuando a la puerta de las cuevas o en el interior de las mismas, podía saberse que allí había una empresa ganadera de bisontes, o una carnicería de ciervos y jabalíes: ¿quién sabe en el fondo qué es lo que representaban para ellos, todos esos animales que entendemos como propiciatorios de la caza, el alimento, la religión incluso, la simple contabilidad de las piezas cobradas en el doble sentido de esta palabra? De manera que ALEXANDRA –tengo que confesarlo- no ha descubierto la pólvora y aunque no pinte con humo ni arcilla mezclada con sangre, ni utilice pigmentos naturales, sino con productos derivados de la química, lo cierto es que

Lo 2º es que desde que está aquí, ALEXANDRA no para de hacer cosas, aprendiendo de ella misma y de sus “éxitos”, palabra talismán para quien puede considerarse una activista urbana, al integrarse este tipo de obras en lo que se entiende como arte democrático, que funcione como un nexo o núcleo de socialización, independientemente de las consignas ideológicas. Y desde que está ella, puede seguirse una ruta comercial que además va convirtiendo sus creaciones en un museo particular que es también para sevillanos y turistas, un objeto de estudio más profundo del que puedo hacer ahora.

No es tarea fácil la de hacer bocetos, plantillas a escala con regla, compás, escuadra y cartabón, subirse en escaleras (pocas veces en andamios) a veces en aceras difíciles o lugares casi inaccesibles, volcar en ellos la perspectiva y trasponer un diseño que puede perfilarse pero que el grueso de su elaboración reside en la aplicación directa del spay administrado gradualmente en intensidad y cromatismo, y lo más difícil de todo: entender lo que quiere el cliente, o que este entienda lo que ella le propone.

Cerramos de momento nuestra cita con ALEXANDRA, diciendo que en la actualidad además diseña camisetas, tazas, pegatinas, abanicos, hace retratos y esculturas que pueden servir de decoración (interior y exterior) y funcional, como percheros a título de ejemplo. De todo esto iremos comentando en los siguientes capítulos de ALEXANDRA DEL BENE, una sevillana-romana. O a la inversa.

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